Thursday, January 26, 2006

Escena cotidiana
Tuve un sueño, pero me olvidé cuál era. Me ha estado quemando la cabeza desde que llegué. Ellos no lo saben, pero ya me habían reservado un lugar, el lugar de siempre, nunca sabremos si es por costumbre, pero el banquillo siempre está ahí, vacío, esperando mi cuerpo grávido. ¿Era sobre un viejo?. No, no lo recuerdo, lo tengo en la punta de la mente, por no decir lengua. Aquella tipa nos ha estado mirando. Se queda conversando en el patio con otra chica que porta cartulinas y tarros de pintura. Su nariz angulosa apunta hacia nosotros una y otra vez, como una veleta desorientada por el viento. Yo soy el primero que la ve acercarse. Matías y yo vamos bajando la voz progresivamente hasta que está delante de nosotros. Enceguecidos por la resolana, una vez que levantamos la vista, tratamos de verla desde nuestros asientos, ya sabiendo a lo que nos atenemos. Comienza como era de esperarse, se dirige primero a mí, luego a Matías, obedeciendo a una escala dictada por lo que no me atrevería llamar afecto. Empieza hablando acerca de cierta bibliografía de exámenes, luego menciona unos problemas de los profesores. Ella hace como que quiere contarnos lo que nos cuenta, nosotros hacemos como que escuchamos lo que está diciendo. Es todo tan previsible. Primero se ajustará el morral contra el brazo. Después escuchará las palabras de Matías. Espera un poco más, todavía no es el momento. Hay tensión, se la siente, circula entre todos nosotros, el augurio es una pequeña bestia que repta entre todos nosotros, sentados, esposados por la inexorable conversación.Se acomoda el pelo, nos ofrece mate. Gracias, pero no tomo. Ella no se esperaba este imprevisto silencio. Todo está por terminar, a lo mejor sobrevivimos a esto, a lo mejor, a lo mejor. Sí a lo, pero zás, un paso en falso, un comentario gracioso mío y ella se zambulle en la oportunidad y como un vaquero desenfundando su Mágnum calibre 45 saca el Diario Universitario

3 comments:

Pez Rabioso said...

yo estuve ahí, si señores, yo estuve ahí. O a lo mejor no, pero perfectamente pude haberlo estado.
quizás ese mate, ofrenda e insignia si las hay, forzando el rechazo, constituya un gesto de hidalguía frente a la monotonía sin sentido.
O quizás, veníamos de tomar jugo de naranja conaprole.
no sé si ese día, pero recuerdo haber soltado cinco pesos en honor a la libertad de los pueblos.
a veces somos buenos tipos...

Agustin Acevedo Kanopa said...

Solo una vez decidi tomar con mis manos desnudas tal objeto de sujecion ideologica, para quedar bien con la persona que me lo vendia, incluso para echarle una ojeada. Por un momento pense que quizas podia quebrar mi cota de malla de escepticismo, pero todo se derrumbo cuando lei uno de los titulares: "Camaradas (si, realmente comenzaba con Camaradas), hoy tuvimos la oportunidad de conversar con (no recuerdo al ilustre), fiel militante de la causa, (etc.) para hablarnos de el nuevo libro en que está trabajando, "Nuestra Lucha", que saldra a la venta...."
Milagrosamente logre contener mi risa, ¿Realmente no llego a pensar los paralelismos con otro hombre no tan ilustre y no tan camarada que vivio como hace setenta años?

Pez Rabioso said...

Justamente, a medida que leía el comentario, encontré grandes similitudes con un flaco de bigotito que se tomaba la lucha como algo demasiado personal.
naaaadaa oh oh oh, nada personal.