Monday, June 02, 2008

Cumtemporary Art
"En la desnudez, todo lo que no es bello es obsceno"
Robert Bresson

Ando leyendo Putas asesinas, de Roberto Bolaño, un libro que cuando tenía alrededor de quince siempre ojeaba, interesándome por el osado título y las piernas envueltas en látex de una posible prostituta, cuyo rostro quedaba sin revelar. La reciente fiebre por Bolaño –al menos así lo consideran algunos libreros de Montevideo-, yo la interpreto por tres lados:
1) En un país tan necrófago como el nuestro, la lectura de un muerto reciente suele resultar más atractiva que la de insulsos cuerpos vivos
2) Más allá de los elementos de la vagamente llamada “alta cultura” que abundan en sus cuentos, hay cierta autorreferencialidad pop que se acopla bien al relativamente nuevo perfil pop de Montevideo, ese divagante espejismo que nos han intentado hacer creer algunos un par de publicistas hoy en día
3) El tipo escribe bien.
Pero en realidad no es Bolaño de lo que me interesa hablar, sino más bien del Pajarito Gómez, un personaje abrumadoramente interesante que aparece en el cuento Prefiguraciones de Lalo Cura. El cuento relatado en primera persona por un posible narco –matón o capo, no se sabe a ciencia cierta- trata puntualmente sobre el mundo de la pornografía, pero más allá de ello, de los lazos sociales más espesos que la sangre, la mística más allá de la suma de las partes en ciertas personas, la posibilidad de encontrar lo sublime hasta en los medios más impensables. El narrador es el producto de la unión entre un predicador tan loco como combativo y una mesera que labura ocasionalmente como prostituta. Ni bien nace, el predicador desaparece –el apellido Cura proviene precisamente de la forma en que llamaban al misterioso tipo- y la madre de la criatura incursiona en el mundo porno –presentado con pinceladas casi surrealistas, trascendiendo la prefigurada idea de aquello como el último anillo del infierno. Es interesante cómo se presenta todo el proceso de filmación, conformándose una especie de familia, en la que se incluyen el productor, los actores, las actrices y el mismo Lalo, que suele jugar con unos ganzos y perros que cría el director en el fondo de su casa. Pasan los años y Lalo termina accediendo a las películas estelarizadas por la madre, pero más allá de presentarse la situación como un espectáculo tórrido y traumatizante, el narrador describe con pasión ciertas películas, incluso las más jodidas, entre ellas una llamada Pregnant fantasies, que no creo necesario precisar de por dónde viene la mano. La cuestión es que terminé uniéndome a la fascinación del narrador por la trama de algunas películas que va mencionando a lo largo del cuento. Cito el resumen que hace de la película Barquero:


“(…) Las chicas recorren basureros y caminos despoblados. Luego se ve un río de cauce ancho y aguas tranquilas. El Pajarito Gómez y otros dos tipos juegan a las cartas iluminados por una vela. Las chicas llegan a una fonda en donde los hombres van armados. Sucesivamente hacen el amor con todos (…) El pajarito Gómez es el barquero, al menos todos lo llaman de esa manera, pero no se mueve de la mesa. Sus cartas son las mejores. Los maleantes comentan acerca de lo bien que juega. Qué bien que juega al barquero, qué suerte tiene el barquero. Poco a poco comienzan a escasear los víveres. El cocinero y el pinche de la cocina martirizan a Doris, la penetran con los mangos de enormes cuchillos de carnicero. El hambre se enseñorea de la fonda (…) Mientras los hombres van cayendo enfermos las chicas escriben como posesas en sus diarios pictogramas desesperados. Se superponen las imágenes de un río y las imágenes de una orgía que nunca termina. El final es previsible. Los hombres disfrazan a las mujeres de gallinas y después de pasarlas por el aro se las comen en medio de un banquete nimblado de plumas. Se ven los huesos de Connie, Mónica y Doris en el patio de la finda. El Pajarito Gómez juega otra mano de póquer. Tiene la suerte apretada como un guante. La cámara se coloca detrás de él y el espectador puede ver qué cartas lleva. Los naipes están en blanco. Sobre los cadáveres de todos ellos apareen los títulos de crédito. Tres segundos antes del final el río cambia de color, se tiñe de negro azabache.”





Discúlpenme, pero si existiera esa película la vería ya. Uno intenta proyectarla mentalmente y aquello es un jodido guiso de Richard Kern, David Lynch, Armando Bó, Kenneth Anger y Cannibal Holocaust. Son de esas películas que ni bien son vistas se quedan en el espectador, pudiendo ser amadas, odiadas o temidas para la eternidad, pero nunca olvidadas. Es como una cicatriz importante, uno no puede emitir juicio sobre ella, simplemente sabe que está ahí y que ya es parte suya más allá de lo que piense o desee (escribo esto mientras veo un ilustre tajo que siempre me gustó como queda en mi antebrazo izquierdo). Más allá del sexo explícito –es decir, unas tipas penetradas por mangos de cuchillos de carnicero no entran precisamente en la categoría PG-, para la comúnmente compartida noción que se tiene de la pornografía, aquello dista mucho de lo que se suele esperar de una película porno, género que generalmente se resume a escenas inconexas con prólogos de no más de cinco minutos en los que una colegiala (generalmente interpretada por alguna veterana con pigtails) seduce a su profesor en un período de detention, o algo por el estilo. Lo peor es que posiblemente tengan razón, por más placeres fugaces y cuotas de porn culture nos ofrezcan muchas de las películas de the black side of the valley, ya no se estila crear cierta trama o clima siquiera, y ciertamente se perdió bastante del mismo erotismo de las escenas, pareciendo las performances, más que sexuales, gimnásticas. Sin embargo, no siempre fue así y ciertamente, en el pasado el cine underground, el gore, las películas clase b y la pornografía se entremezclaban, siendo varios nudillos del puño contracultural que daba en la nariz –o si quieren, las bolas- del establishment norteamericano. Como ejemplo tardío de esto está el cinema of transgression, con las películas de Richard Kern o Thessa Huges, que si bien presentaban sexo explícito, no tenían el mero fin de que algún espectador anónimo se bajara una mano viéndola en su casa o un cine desierto (aunque algún que otro enfermito ya lo debe haber hecho), sino generar un impacto tal en que el eros y el thanatos se convirtieran en una misma pasta oscura y tan oleosa como el cine del primero.
En el cuento de Bolaño, más allá de la inclusión enigmática de esa escena de las cartas, se refiere a Pajarito Gómez como un hombre que más allá de sus dieciocho centímetros –una medida tan desestimable como un metro setenta en la NBA- tenía una mística propia que hechizaba, generando una mezcla de fascinación y miedo. La forma en que Bolaño describe las escenas, así como la personalidad y el físico de Gómez, me impulsó a escribir este post, por el hecho de rescatar cierta belleza, o cuando menos, cierta magia que tiene el cine porno, defensa a tal arte frente a la cual la mayoría de la gente simplemente reaccionaría calificando aquello como un mero snobismo, o la onanista fascinación de un porno geek terminal.
A fin de cuentas, a uno no le extraña que aquellas películas no sean consideradas buenas -que muy difícilmente llegarían a serlo-, sino que sean automáticamente descartadas y no tengan un lugar en los corazones de ciertas personas -al menos en Uruguay- como así lo tienen películas también malísimas como Plan 9 del Espacio Sideral (B movie elevada a film de culto), o Showgirls.
Pero para hablar sobre el porno, olvidémonos de Jenna Jameson, de Raven Riley, de Jayden James o de Tera Patrick, y volvamos al principio, o mejor, volvamos a mi principio.
No me sorprende decir que la cartografía libidinosa de mi existencia comienza, no por la vida cotidiana, sino por las películas (salvando el detalle de las pulsiones orales infantiles y todo el rollo psicoanalítico). Hasta cuarto año de escuela difícilmente me interesaban las mujeres, y ciertamente me gustaba más dibujarlas que hablar con ellas. Por supuesto, había alguna que otra chica que me gustaba, pero entre mi mala suerte, falta de tacto y cierta puerilidad, aquello era no man’s land. Sin embargo (y sabiendo lo caprichosos que suelen ser los archivos de mis recuerdos), gran parte de eso cambió en uno de mis veranos en Atlántida, donde escuché hablar por primera vez de Ultimo tango en París.
Era la sobremesa de un asado y mi primo Lucas y yo andábamos recolectando tomatitos de un gratebus mientras mis padres, tíos y abuelos se sumían a una de esas extensas charlas de sobremesa. Los mayores se habían dispuesto a conversar sobre las escenas más fuertes (el eufemismo común que utilizaban mis padres para referirse a escenas de sexo) del cine. En aquel momento no había pasado mucho del furor de Bajos instintos (estamos probablemente en 1994, siendo la película estrenada para salas en 1992), y la famosa escena de la apertura de gambas de Sharon Stone circulaba y era moneda común para todos los allí presentes. Sin embargo, mi abuelo comenzó a exponer ciertas escenas que habían causado furor en su momento, llevando a mención una escena de las piernas de una mujer en un arrozal (que recién a mis diecisiete reconocí en la Silvana Mangano de “Arroz amargo” –de por cierto, fascinantemente sexual) y Ultimo tango en París. Que pronunciara aquel enigmático nombre fue suficiente para que todos los mayores asintieran y mi padre me descubriera en la hamaca, diciéndome que me fuera a acostar. Yo era un pibe bastante obediente, y me fui con Lucas a las cuchetas, preguntándome qué habría detrás de ese film. Unos días después, en una jornada de pesca le pregunté a mi abuelo qué era Ultimo tango en París y me respondió, de manera igualmente hermética, que era una película muy fuerte. Ciertamente pasó mucho tiempo desde aquella conversación hasta alquilar efectivamente la película (y conocer los varios usos y propiedades de la manteca), habiendo pasado entre medio muchos films que me quemaron el bocho, como Sliver y algunas de la Coca Sarli o de Shannon Tweed, pero sin duda la película de Bertolucci fue el puntapié inicial, como un mito que empezó a hacer funcionar engranajes que nunca antes habían sido puestos en funcionamiento.
La primer película porno que vi –sin saberlo, es más, sin siquiera saber qué era realmente pornografía- fue Garganta Profunda. Tenía doce años y yo creía que por haber visto las Emanuelle de Laura Gemser ya sabía todo lo que había que saber de sexo en cámara. Algunos compañeros míos me habían dicho que en la casa de Renato, un compañero brasilero, había un canal llamado Bandeirantes, en donde todos los sábados se pasaban películas mucho más zafadas que las que se acostumbraban dar en Space. Yo no les creía mucho, y ciertamente las pocas veces que fui a lo de Renato, la familia tenía hábitos demarcadamente noctámbulos que nos impedían despacharnos de ese supuesto festín de la carne que solo se podía ver en la tele del living.
Una tarde con mi casa vacía fui a buscar unas medias en el cajón de mi padre. Entre la ropa del cajón había dos videocasetes, muy pesados, de esos que en ciertas velocidades pueden albergar hasta ocho horas de películas. Los inspeccioné, intenté encontrar alguna señal que delatara su contenido, pero no, eran dos casetes desnudamente negros, sin ninguna inscripción de cualquier tipo. Esperé unas cuantas tardes para poder ver el material. El primer video, más ligero de peso, era una película erótica en la que dos parejas se intercambiaban en una serie de juegos y malentendidos entremezclados con mucha –demasiada- masturbación femenina. Estaba bastante bien, pero no era nada que no hubiera visto antes. Sin embargo, el otro video se resistió a mostrar su contenido. En el video de mis padres no funcionaba, y en el mío apenas podían vislumbrarse ciertas imágenes que no arrojaban mucha información de nada. Devolví los videos al cajón, intenté mantener la escena del crimen intacta, pensando que mi padre me podría descubrir por veinte centímetros de desplazamiento de un par de medias o calzoncillos. Pasaron varios días y cuando quedó nuevamente la casa libre me dispuse a ver ese video. Traté de todo, pero ninguna de las videocaseteras funcionaba, y pensando que debía ser un problema de norma, decidí por sacar del fondo del ropero un apolillado aparato que nos servía en México, pero acá no. Intenté conectarlo como pude y metí el video. Funcionaba. Aparecía un bigotudo en escena, un tipo que en los subtítulos se hacía llamar como Dr. Young. No entendía mucho la trama –ahora creo que sencillamente estaba nervioso, o excitado, o ambos- y puse stop y ffw para ver que pasaba a unos cuantos minutos de distancia. Fue ahí que al presionar el el verde botón del Play apareció de lleno, casi osando atravesar la pantalla, un pene gigantesco, que al principio pensé que sólo podía ser una prótesis, o algo por el estilo. El hecho era que una pecosa que parecía salida del reparto de Breakfast club, de golpe y porrazo se tragaba un gigantesco miembro que a simple distancia de la cama al televisor parecía que iba a sacarle un ojo a uno. Seguí haciendo ffw y descubrí que no era sólo el pene del bigotudo –Harry Reems-, sino que todos eran una especie de superhombres con paquidérmicos miembros que largaban esperma como una planta de extracción de petróleo. Aquellas imágenes eran impactantes, y realmente eran tan asombrosas que dejaban poco espacio al placer. Estaba todo el tiempo urdiendo en posibles efectos especiales, entre ellos, las posibilidades de que los penes fueran cilindros huecos con un sistema de bomba que pudiera controlar al parecer de los directores los famosos chorros que caían sobre el rostro de la actriz. Hasta donde yo creía, el semen era algo cuasi tóxico, y la posibilidad de que una mujer se tragase aquello era tan improbable como perturbadora.Como prometía el peso del casete, este contenía algunas cuantas películas, entre ellas uno sobre un spa de iniciación sexual, otro de voyeurismo y ala delta (¿!) y algunos videos de la Doctora Ruth, capilarmente más ochentosos que los anteriores. Había otro de Harry Reems que era bastante oscuro, uno en que nuevamente era un doctor – este caso un psiquiatra, vayan a saber qué lo mantenía tan enquistado en ese papel-, que atendía a una psicótica con un pasado plagado de violaciones, filmadas por una cámara fascinada por la oscuridad y texturas jodidas. Incluso la pobre internada era sodomizada -aunque no le jodía mucho-por una de las enfermeras, una veterana evidentemente lesbiana, y el final del film era tan abierto como oscuro, dejando la escena final de una violación en que la protagonista muere como una escenificación de su propia desestructuración psíquica, o un macabro hecho que realmente sucede.
Cuando presentía que iba a llegar alguien a casa, corría al cuarto de mi padre y disponía todo tal cual estaba. Aquellas sesiones no eran algo precisamente erótico, enfocándome a aquellas películas más como si fuesen algunas de las de Jason o Didavisión, que un propio jerking material. Una o dos veces a la semana, miraba aquellas películas, y trataba de entender de qué se trataban, estando la mayoría de ellas sin subtítulos. Viéndolo desde cierta perspectiva, aquel videocasete era una verdadera piedra Rosetta del lenguaje pornográfico, siendo un popurrí de thrillers, comedias, sexo de todas las posiciones, y una filmografía que incluía a fichas como Rocco Siffredi, Gina Lynn, Annette Heaven, el titánico John Holmes y Reems y Loveleace, de los que ya venía hablando.
Extrañamente, mi cinefilia pornográfica tiene cierta sincronía con el propio curso de la industria azul. Garganta profunda, film arquetípico que resultó ser la película seminal -en todos los sentidos de la palabra- de la industria del porno, posiblemente no sea el mejor film del género, pero sí la más importante. Para entender lo que significó la película recomiendo tremendamente mirar Inside deep throat, documental que refiriéndose a un film pornográfico, termina hablando de los caminos del arte y la historia de una nación en uno de sus períodos más voluptuosos, es decir, los setentas. En el film se entrevista a Damiano –director de la película-, Harry Reems –con canas y sin su característico bigote-, junto a abogados, distribuidores y personajes que formaron parte o que fueron testigos de tal gigantesco acontecimiento. Lo que queda claro es que la película terminó siendo lo que es, más que por sus propios méritos artísticos, por la caza de brujas que se inició a partir de su estreno, con Nixon y todos sus caballeros intentando censurar a toda costa la reproducción del film –incluso se llegó a enjuiciar a Harry Reems, siendo la primera vez que se condenaba a un actor por interpretar un papel. Lo que no mata fortalece, y tal como los Sex Pistols encabezando el puesto número uno de Gran Bretaña con un disco que la Billboard intentaba ocultar de su listado –ese 1) con un espacio en blanco que aparece en el documental de Julien Temple-, la película llegó a boca –y mano- de todos, comprobándose ese dicho de Oscar Wilde, de que es mejor la mala fama que no ser conocido.

Como decía, hay películas mejores que Deep throat, como la super arty Behind the green door –película de los hermanos Mitchell en donde se funde coreaografía, orgías y psicodelia, con la belleza particular de Marilyn Chambers-, la fáustica The Devil in Miss. Jones –otra de Damiano-, o The opening of misty beethoven –mi favorita entre todas ellas, una especie de My Fair Lady pornográfica de alto presupuesto, y con algunas escenas verdaderamente cómicas. Incluso, se está equivocado creer que la primer película porno es efectivamente Deep Throat, siendo Mona un precedente exhibido en San Francisco. John Waters, tipo ídolo si los hay, afirma que el cine pornográfico comenzó propiamente en el documental Pornography in Denmark, película que mostraba penetraciones, pero que por estar amparada en un cierto velo de artisticidad, había escapado la neurótica censura de la land of the free. Incluso volviendo más atrás, varios autores consideran que los verdaderos puntales sobre los que se basó la industria pornográfica son las películas de Russ Meyer (un viejo entrañable, que tenía un plantel entero de Cocas Sarlis dispuestas a bañarse y saltar y saltar y saltar hasta que el lo dispusiera) y las clandestinas stag movies, películas de más o menos diez minutos que consistían simplemente en una persona siendo filmada mientras tenía sexo con otra –de hecho, hace poco salió a la luz uno de estos videos interpretado nada más y nada menos que por Marilyn Monroe, pero al parecer un überonani desembolsó unos cuantos billetes para hacerse del material y no compartirlo con nadie. De las stag movies se tomó propiamente gráfico, y de las de Meyer, su ritmo y su predisposición al humor –es gracioso ver una película de este señor que siempre me recordó a Hitchcock, por el hecho de parecer en sus diálogos y comportamientos a los propios de una peli porno, por más que a penas se muestre alguna teta. La búsqueda genealógica realmente puede alargarse hasta donde uno quiera, pudiendo pasar por el orgasmo femenino de Extasis de Machaty, los pies de la estatua besados por aquella chica en La Edad de Oro (película de Buñuel que despertó un quilombo parecido al de Garganta Profunda), o propiamente El beso, de 1896, que a más de uno le pareció un acto tan indecente como filmar a dos niñas siendo violadas por cerdos mientras que pasan de fondo se pasa You're ths sunshine of my life, de Steavie Wonder. En realidad la cosa se puede extender hasta donde uno quiera, y puede llegar hasta Sade, Safo, la Venus de Milo, y pará de contar...
La cuestión es que desde que el hombre es hombre sus actividades masturbatorias o fantasiosas han buscado ficciones sobre las cuales apuntalarse, y el arte siempre estuvo a mano como vehículo de tales anhelos. Sin embargo, en ese camino que parece más una meta para un fin, el mero acto masturbatorio ha sido elevado a la dignidad de cosa, y ciertamente el tiempo cinematográfico entre garche y garche ha sido reducido, hasta convertirse aquello en una mera recopilación de escenas. Precisamente, hoy pareciera que en realidad, más que una degeneración, es un back to the roots, con una fascinación con las filmaciones tremendamente low budget, o sencillamente amateurs, que no difieren en absoluto de las stag movies del pasado. Tanto Inside Deep Throat, como The Other Hollywood: the uncensored oral story of the porn film industry (libro de Legs McNeil, que es como una especie de Please kill me del porno que me interesaría comprarme un día de estos) recalcan el hecho de que fueron los ochenta, y específicamente la tecnología del videocasete lo que mataron al porno como arte. Antes las películas pornográficas se estrenaban con ceremonias similares al teatro chino de Hollywood, los directores eran personas que querían ser famosas por lo que hacían, más que ganar unos pesos, y ciertamente hacer una película era algo que requería más que viagras, fluffers y una steady cam. Con el videocasete, la gente ya no tenía que meterse en el poco privado mundo de los cines, y podía ver hasta empacharse las películas en su casa. Esto llevó a que las exigencias de rodaje fueran menores, volviéndose cada vez más barato el budget, ampliándose el espectro a directores que más que directores eran tipos con poca imaginación que fueron recortando todo tipo de trama, hasta dejar la historia pelada, tan pelada como las vulvas de las pornstars que desfilan por los lentes de las películas de hoy en día. Si el vhs fue un acierto para la mayor privacidad, la internet fue el paraíso descubierto a un machetazo en la jungla, con películas que al poder ser descargadas, podían ahorrarle al comprador el vergonzoso acto de acceder a un sex shop, o tener que encontrar un secreto alojamiento físico para dichos films. El mundo virtual suplió ambas necesidades, y ante la vorágine del vértigo, los kbps y la banda ancha, muy poca gente disponía del tiempo –y disco duro- para bajarse películas enteras, por lo que sencillamente se optó por filmar escenas. A no engañarnos, empresas como Vivid siguen haciendo ficciones, pero al parecer firmas como BangBros y Reality Kings (estos últimos más caracterizados por falsos realities y audiciones que juegan con el morbo del espectador) se han vuelto los casos paradigmáticos de hoy en día. Las películas duran veinte o treinta minutos, el tiempo necesario para que el agitado hombre del presente pueda bajarse la bragueta, fantasear un cacho y quitarse un peso de encima –sí, la masturbación ha adquirido dimensiones más propiamente escatológicas.
Si uno lo piensa bien, la pornografía es una mini historia del arte, condensada en apenas dos décadas, en que se muestra cómo se va olvidando el camino para primar la meta o el resultado, principalmente bajo el imperativo del dinero.
No es difícil conseguir una erección en un hombre, a la mayoría de nosotros nos sucede en el omnibus sin tener mucha idea de por qué. La idea de la pornografía era trascender eso, hacer que uno se sentara en su pene, aguantándose para ver qué sucedía después. Personalmente, mi estilo siempre congenió más con la dinámica del erotismo, no porque no me guste lo gráfico –que sí, muchas veces me gusta- sino por su mayor conciencia de la sexualidad y lo que realmente calienta, al menos para seres complicados como yo. Ya había hablado sobre la disección del guante de Rita Hayworth, esa desnudez de un brazo que calienta más que todas las vulvas microscópicamente inspeccionadas por cámaras que pueda haber, y ciertamente mucho más que films no pornográficos, pero sí explícitos, como puede ser la anémica 9 songs, que también encontré espacio para despacharme en puteadas hace un tiempo. En el cine, desde los stándares de arte, cuando se abre la senda de lo gráfico, sus resultados suelen ser bastante lejanos al erotismo, con resultados como el blow job de Sevigny a Gallo en Brown Bunny, la sádica y desapasionada Saló, o la desconcertante orgía de Los Idiotas, flmada con el nervioso pulso del dogma danés. En todos estos casos, y me atrevería a meter en la misma bolsa al Imperio de los sentidos, el fin es, si no deserotizar la escena por su excesiva cercanía, sí mantenerla lejos de cualquier complacencia masturbatoria.


A mucha gente le extraña, pero la película más insoportablemente erótica a la que me vi enfrentado es El silencio, de Bergman. En dicha película, la sensualidad se mantiene tensa, tan tensa que parece una cuarta cuerda de bajo, tirante a punto de reventarnos sobre el rostro. Recuerdo haber visto esa película en el marco de una jodida abstinencia sexual, por lo que desestimé el verdadero alcance del erotismo del film. Sin embargo, la vi nuevamente este año, y realmente, por razones que no son tan fáciles de precisar, la película te da vuelta como una media, y Gunnel Lindblom es una bomba, una tipa que desde el principio te lleva de la correa y te pasa el hocico por tus propios percances. (Ahora que lo pienso, lejos del viejo obsesionado con la muerte y la culpa, el Bergman –haciéndole honor a su apellido- realmente desborda en sexualidad, con películas como Un verano con Mónica, Juventud, divino tesoro, o Persona –con esa narración del encuentro sexual que por no estar amparada en imágenes logra un efecto completamente impensado; de yapa, el ralato de la primera vez del sueco, via elbailemoderno, que figura en el libro La linterna mágica).
Pero volviendo al porno, creo que más allá de los cambios acarreados por el cambio de formato, hay algo propio del pasaje de décadas y el sentir de la sexualidad que habla sobre la misma transformación de los recursos y objetivos. En cualquier porno de los setentas –especialmente las de San Francisco, que se diferenciaban de las de las neoyorkinas por ser más sueltas, menos técnicas y más alegres-, resultaba visible el desenfadado hedonismo de aquella época, los restos del hippismo que todavía circulaba renovado en la música disco, el estudio 54 y la merca, que todavía parecía una droga recreativa. Con los ochenta apareció Reagan, el neoliberalismo y el paraíso yuppie, sepultándose toda aquella ingenuidad en una resaca de rimel corrido y cabellos oxigenados y frondosos. Para aquella época siguen habiendo alguna que otra película perdurable, y algunas figuras siguen actuando –como Holmes, raquítico y con Sida, pero con esos treinta y cinco centímetros de carne que hacían pensar en la necesaria implementación del formato widescreen-, y otras despegan –como por ejemplo, Ron Jeremy- pero la cosa ya no es la misma. Ciertamente, como muy bien captó la película Boggie Nights, la fiesta había terminado y gran parte de la familia estaba desintegrada.

Ya para los noventa, y el 2000, la cosa se llena de glitter, los AVN se convierten en una institución y las pornstars lanzan best sellers, pero gran parte de la mística se ha perdido. Llama la atención cómo mientras en los ochenta y setenta las pornos condensaban todo el estilo y desfachatez de la época –no hay pelos más batidos que los de las modelos de los ochenta, y a uno le basta con ver la ropa de John Holmes en su personaje de Johnny Wadd para saber que está en los setenta- en las de los noventa y dos mil hay pocos elementos típicos de la década, al igual que la ropa, que –cuando la hay- más que ropa parece material de utilería. Incluso la música se ha perdido, y mientras que en los setenta habían canciones folk o disco realmente bellas –no estoy jodiendo, péguenle una escuchada a ciertas escenas de algunas pelis pornos de esa época y después me dicen-, en estos tiempos no suele haber música, y cuando la hay, es prácticamente una radio encendida con alguna canción de hip hop, que obviamente no forma parte del original score, y frente a la que la mayoría de las veces ni siquiera fueron pagados los derechos para su utilización.
El porno ha tomado el camino que pavimentó el mercado: la especialización. Hoy en día, ya sea por tube8, pornkolt, porntube, poringa, o xvideos, uno especifica el campo que quiere abarcar y se sorprende de cuán específicas pueden ser las búsquedas. A unos pocos clics de distancia, aparecen para el exigente paladar, amateur, anals, facials, blowjobs, titjobs, tugjobs, footjobs, bukkakes, creampies, ass to mouth, D.P., POV’s, deepthroat, face-fucking, fist-fucking, cum gaggers, cum-on-eye, dildo action, fingerin’, swallowers, squirters, sybian, solo, pussy drillers, glory holes, monster cock, bondage, voyeur, bestiality, midget sex, busty, naturals, hairy, teen, coed, lolita, asian, asian nurses, latino girls, ebony, czechs, brazillians, 2 girls one cup. A tanta especialización, según este artículo que me afané via Le Petite Claudine, la sobreoferta marea a la gente, y ciertamente el verdadero gusto del fetiche, algo que sólo jugaba dentro de nuestra fantasía como innombrable, prohibido, o ciertamente inconcretable, se termina perdiendo ante las ofertas que cosquillean nuestras narices.
Las actrices ya sólo aspiran a una rama en la cual creen que pueden explotar su potencial. Por ejemplo, Naomi Russell difícilmente haga un film en donde no haga uso de esa cola suya que hace ver a Agustina Keyra como Twiggy; la rumana Sandra Romain ha logrado la milagrosa hazaña del triple anal –algo que apenas se insinuaba como posible en la película Orgasmo-, y Belladona… bueno, Belladona hace todo, y mucho más jodido que cualquiera.

Uno de los determinantes más claros de la decadencia estilística –no económica- del porno es la misma ausencia de actores masculinos relevantes. Prácticamente no hay ningún actor que sobresalga, y los hombres suelen ser reducidos a sudorosas máquinas de jadeos, muchas veces meros penes parlantes, objetos parciales que entran y salen de cámara.
Más allá del paupérrimo nivel general, hay algunas cosas por las que alegrarse. En un terreno donde los recursos técnicos y estilísticos están tan pasados por el barro, hay veces que a tantas infracciones de las normas del arte se logran verdaderos productos de vanguardia, como si fueran ejemplos de cinéma discrépant.
Un ejemplo demasiado genial sobre esto figura en un post de benito en fuckyoutiger, en referencia a la película John Wayne Bobbit uncut. En esta película, en el medio de una escena, de la nada sale Ron Jeremy y se bombea a la actriz principal, con la que uno de los actores estaba tenienendo sexo. Lo gracioso es que Jeremy era el mismo director, por lo que habría que pensar si aquello fue algo pensado como parte del guión, o si fue una lección de una buena cogida ante un actor que venía frustrándolo por su incompetencia. De una u otro forma, aquello, por el barrado de la implicación director-obra, se vuelve algo vanguardístico y meta cinematográfico, que en la cámara de otro director podría ser considerado como un tremendo tour de force. Personalmente, no vi la escena –me encantaría poder verla, ya me estoy riendo mientras escribo esto-, pero me trae a memoria una que sí vi, y no hace mucho. Era una historia prototipo, un tipo va a consultar a su compañero de buffet, y lo atiende la esposa del mismo, invitándolo a tomar algo, no durando más de tres minutos en quedar completamente en pelotas -como era previsible. Pasa todo lo que tiene que pasar, y tras quince minutos de puro traqueteo, el tipo termina sobre la cara de la mujer –creo que era Shyla Stylez, pero puede ser que me equivoque. La escena sería completamente desechable, si no fuese que de la nada, la cámara se acerca a la modelo, y se desenfunda un pene que en cuestión de unas pocas sacudidas vierte su blacuzco líquido en la bronceada espalda de la esposa del abogado. En ningún momento se había hecho hincapié en la existencia del camarógrafo, es decir, la cámara estaba por fuera del universo diegético del film, y sin embargo, de la nada la misma cámara tiene pene y como si fuera objeto parcial se desagota, rompiendo aún más edgier la estructura narrativa del film.
Hay otras cosas buenísimas del cine porno, entre ellas los complicadísimos y creativos seudónimos –ej: el director Dick Cocks- o nombres de películas –Shaving private Ryan es uno de mis favoritos-, pero más allá de estos elementos que son más bien folclóricos y, en algunos casos, no pensados, o accidentales, hay una nueva producción que considero una idea esperanzadora entre tanta chatura.
Beautiful Agony está subtitulado como facettes de la petit mort, y tal como lo indica, sólo son primeros planos de personas alcanzando el orgasmo. La mayoría de los videos son enviados de forma amateur, y en ellos no se ve más que el rostro de las personas. No sabemos en qué circunstancia están, cómo se están masturbando, o que les pasa por su cabeza, sólo se ve el rostro, de una forma que a veces impacta por lo fiel y auténtico de los mismos. Dejo como ejemplo este video. Hay un momento preciso en que la morocha después de acabar, mira a un costado y sonríe con cierta vergüenza, una vergüenza genuina que lo termina comprando a uno. En mi caso, me parece que ese cambio de mirada es de las cosas más fascinantes y eróticas que he visto en films y pornografía. Ciertamente, el órgano de la sensualidad, por mal que le pese a los cirujanos, son los ojos. La mirada es la erección del ojo, dicen, y si hay algo que es irreproducible e intraducible en la mirada de una persona. Los cuerpos se pueden tunear, con los milagros de la cirugía plástica una mujer se puede agregar gomas, afilar pómulos y vencer momentáneamente la ley de la gravedad. Sin embargo, la mirada no, y es algo que se salva de cualquier maltrato, abaratamiento o sobreexplotación. La mirada es intuneable. La gente detrás de Beautiful Agony entendió eso, y tiene en su haber una de las pocos faroles más allá del tunel.

Epílogo:
Un amigo me dijo que si escribo sobre pornografía, mejor que lo haga con los pantalones bajos, porque si no, no es divertido. Pienso en ello, pero no puedo posicionarme ante esta idea. Personalmente creo que gran parte de mi ideología se basa en bajarme los pantalones en circunstancias donde ameritan tenerlos puestos y subirmelos en donde se espera que los tenga bajos, por lo que estoy lejos de poder llegar a tomar partido en el asunto. Una vez me dijo mi psicólogo que mi forma de proceder ante todo es como la de un coleccionista. Posiblemente, de las mayores verdades que he extraído de la terapia. He acumulado todas estas actrices, todas han pasado por mi televisión, mi vhs, mi computadora y mi retina pero por alguna razón no las desecho, me gusta acordarme de sus nombres, analizar su forma de actuación, insertarlas en una especie de estantería imaginaria. Casi la mayoría de las eternamente perdurables son figuras de los setenta, con algunas excepciones como Belladona (a la que mucha gente le pide que le firme bates de baseball, y no precisamente por su cantidad de home runs) y Dani Woodward (una de las pocas, que cuando menos, sabe actuar mal). Pienso una vez más sobre ello, y es una tarde larga y fría. Luego de escribir este post voy a buscar medias al cuarto de mi padre, y ahí, tal como lo dejé años atrás, está el video. Me quedo observando el video, y luego de decidirme por unas Reebok abrigadas, pienso para adentro
Here's to Lovelace
And Chambers
And Holmes
And Metzger, and Damiano
And Spelvin
And all the strange porn heros
You know you're doing all right
So hold on to each other
You gotta hold on tonight

42 comments:

Ezequiel said...

Yey! lo pude terminar entero.. algunos comentarios cortos:
1) el nombre de la pelicula porno es "shaving ryan's privates" que es totalmente brillanet.
2) genial la cita a hedwig and the angry inch al final.
3) ni una mención a la industria pornográfica en japón? Es totalmente fascinante, una industria que tiene 4 veces mas sub-categorias de porno - absolutamente lo que sea y lo que no quieras imaginarte tiene su propia categoría - y simúltaneamente siguen censurando al porno pixelando los genitales ( lo cual es la razón de la "invención" del muy simpático y tierno acto del Bukkake)

Matías said...

No pude leer todo el post ya que estoy en el laburo.
Pero hablando de porno o mejor de la industria de ello recomiendo Boogie Nights (1997) P.T. Anderson

Saludos

Mato

werte said...

No he visto mucho porno. Cuando era chico me gustaba más la idea de ver porno que el hecho de hacerlo, por lo cual no debo haber visto más de dos películas completas. Una de las excepciones fue Le sexe qui parle, la merecidamente legendaria película de Claude Mulot. El título ya sugiere el humor de fondo de la película, que se sobrepone a la "trágica" historia de una mujer cuya vagina discierne y habla por sí misma, y carece además de todo sentido de la oportunidad. Por lo demás, también es capaz de apoderarse de la voluntad de su portadora.
Tiene descoques muy franceses. Por ejemplo, escena de sexo chica-cura en confesionario. Debut sexual con la nariz de un muñeco inflable. Artistas mujeres libertinas y decadentes que sueltan el pincel para refocilarse con sus modelos-efebos. Etc.
Todo en el tono distanciado y más bien lánguido de los franceses.

cotox said...

Las benditas cintas de VHS escondidas en el ropero son una cuestión generacional. Yo la primera vez que ví un acto sexual explícito me horrorizó, tenía como 11 años, no podía creerlo, aguanté como 5 minutos
De las actrices de ahora me gusta Sasha Grey,en el sentido acrobático y de asombro ( !¿cómo se atrevió a hacer eso?!!)Además de que nunca se calla, lo que genera algunos diálogos hilarantes y absurdos.
Ahora el porno parece obsesionado con la estadística y los record guiness: 100 tipos corriendose en la cara de una tipa, gangbangs de 500 participantes, triple penetración, fisting etc Demuestran cierto hastío, cómo diciéndo: ya todo está hecho, hagámoslo de nuevo, pero más tonto, más peligroso, más humillante. Ahí volvemos al paralelismo con la historia del arte . Rocco, Warhol, Accionismo, Maxx Hardcore ja ja

Agustin Acevedo Kanopa said...

ezequiel:
De hecho, había escrito media carilla dedicada a los ponjas -y justamente hablaba de la maldita pixelación de los genitales, y el recurso del bukkake, que en realidad es algo más milenario de lo que parece- pero me pareció que ya me iba completamente de mambo en cuanto a longitud, incluso para mis acostumbrados excesos de caracteres (también quité algunas citas a Lacan que me habían gustado como quedaron).
Un ejemplo de la inagotable y perversa creatividad de los japoneses: HECTO-PORN!!!
PD: Shaving Ryan's private: sí, tenés razón, es incluso mejor de lo que me acordaba

matías:
Sí, Boggie nights es muy buena, y tiene algunas cuantas menciones a lo largo del post. El nombre Dirk Diggler es sencillamente perfecto

werte:
Sí, es genial esa película francesa. Esa misma la alquilé con unos amigos en un videoclub que no se si ya esta difunto. Es tremenda la escena de la entrevista a la vulva parlante.
De hecho, no hace mucho vi un capítulo de un dibujito de adult swim que más o menos se afanaban el concepto con una tipa que tenía una mini Barbara Walters en la entrepierna.

cotox:
Sí, totalmente de acuerdo con los detenimientos en lo cuantitativo y no cualitativo del porno actual. Sasha Grey se está convirtiendo la nueva BellaDonna, y otra tipa que está subiendo escalones a lo loco es Stoya. Personalmente, siempre me cayó muy bien Julia Bond, la petisa esa que siempre hace todo con una auténtica joie de vivre. Nunca una queja, siempre con una risa en el rostro, también lanzando unas de las dirty talking más descollantes que recuerde.

Duroc said...

"Boogie Nights" es terrible film y un tributo a una época de reviente archi-conocida. Basada en parte en John Holmes, un tipo rarísimo por donde se lo vea: era informante de la poli, buchón, megalómano, siempre en asuntos turbios, lo de "wonderland", taxi-boy estafador, no sé. Para mí lejos de ser una gloria. Hay un documental donde se rompe el mito y esas cosas, que vi el año pasado. No sé si leí bien pero me quedó como que este post "rescataba" a dicho actor. Quizá comprendí mal. A mí me parece un tipo desagradable y nefasto, más que nada por el hecho de haber sido ciertas cosas más allá de su "nosecuanto" inch cock. Y además es sabido (testimonio de su ex esposa y amigos) que el tipo sabiendo que tenía el Bicho se fue a hacer films a Italia, sin decir nada y continuando con su carrera en declive, contagiando a piacere. Y eso está mal. Saludos.

Agustin Acevedo Kanopa said...

El post rescata a dicho actor, pero cabe mencionar que difícilmente suelo tratar a los personajes desde una perspectiva moral. Es decir, en realidad sé que el tipo no obró , habiéndose cayado lo del sida -de hecho, luego de algunas películas de la Cicciolina, me pregunto cómo fue que la diputada nunca se contagió- pero yo lo tomo en la perspectiva de la historia del porno, casi como si no fuera una persona real. No suelo hacer juicios de valor cuando hablo sobre mis gustos, y ciertamente le guardo cierto cariño al tipo, por más que muchos hayan dicho -y posiblemente tengan razón- de que es reverendo hijo de puta.

Agustin Acevedo Kanopa said...

"hayan dicho -y posiblemente tengan razón- de que es reverendo hijo de puta",
las cosas que uno escribe cuando está apurado

El gaucho insufrible said...

No hay que menospreciar el ingenio de la industria porno para saber escoger titulos o versionar al cine comercial. Me es especialmente comico algun titulo como "La guarra de las galaxias" versionando la saga de Lucas, o titulos originales como "Berta la gorda perversa". Me enteré hace poco que hasta sacaron un juego llamado "Whore of Warcraft".

El gaucho insufrible said...

Ah y si alguno es fan del cine asiatico, miren por favor Killer Pussy, no tiene desperdicio y además se puede ver en idioma original, pue slos dialogos son descartables

Agustin Acevedo Kanopa said...

Hay muchísimos nombres geniales que recién ahora estoy recordando. Probablemente ninguno se compare a Shaving Ryan's Privates, pero hay algunos muy buenos como:

Weapons of Ass destruction
Anal Anarchy (habrá que imaginarse esa trama)
Analgeddon
Putas en la nieve (película argentina o chilena cuya sencillez del título me mata... no se por qué, pero me la imagino actuada por Francella)
Cum fart cocktails (puajj)
Edward penis hands (demasiado genial)
y uno de los títulos más políticamente incorrectos que he visto:

Schindler's fist

Diego Faraone said...

En la lista de ofertas sexuales creo que se te pasaron los gloriosos Cameltoe.

Me apunto las dos de Chambers, aunque sea para tener una excusa "culta" para ver más porno. Saludos.

mg said...

"Behind The Green Door" es muy pero muy buena. La acabada psicodélica es algo que todavía no ha sido superado.

PD: ¿Por casualidad alguien vio "Wonderland", con Val Kilmer haciendo del monstruo Holmes? Me parece que por lo menos merece una mención al pasar. No se acerca a "Boogie Nights" pero es una biopic bastante decente.

Diego Estin Geymonat said...

¡Orgazmo! ¡Qué genialidad de película sobre las películas porno!

I'm... Sancho.

Brunomilan said...

No me quiero mandar la parte de cogedor o superado (algo ciertamente alejado de la realidad -más en los ultimos tiempos-) pero nunca me gusto ni me intereso demasiado la pornografia, pero hay algo que si me llama poderosamente la atencion y que nunca ha sido objeto de analisis o que no ha recibido la reflexion que merece y esas son las erecciones de colectivos. Que las produce? influye el tipo de pantalon? el empedrado es un detonante? hay una linea en particular que incita las mas bajas pasiones? por favor quiero respuestas estoy podrido de andar calculando como bajar sin que nadie se de cuenta...

werte said...

Bueno, vos debés ser de esos "apoyadores" obsesos. Nah, debe ser el movimiento. Los que de ninguna manera podemos dormir panza arriba o panza abajo sabemos los efectos que produce la presión constante sobre el costado. Capaz que no se nos levanta en una ocasión amorosa pero, eso sí, después al rato de dormirnos la tenemos como pata de mesa.

Agustin Acevedo Kanopa said...

Me acabo de fijar el post en el firefox y me di cuenta que quedó con algunos percances. Ya lo tuneé un poco, y ahora se puede leer con la letra grande (este es un blog poco firefox friendly-si, soy un hijo del imperio-).

Con respecto a lo de los ómnibus, para mi que queda de cajón que es por la vibración.

Hubo un nombre que me había olvidado, y es proveniente de una serie llamada
Cum-gazers.
Habrá que ver si las escenas son musicalizadas por algún tema de MBV, o incluye entre sus actores a los hermanos Reid.

benito said...

En verdad lo mejor de John Wayne Bobbitt Uncut es Lemmy haciendo de extra. No la pone, pero hay algunos rockers que han prestado sus partes a películas porno, y entre algunos ambientes del hard-rock y el hip-hop el sueño es una novia pornstar.

El impresentable de Vince Neil tiene una filmación "robada" garchándose a Janine (envidia pura), está la cinta esta qye Vivid editó de Jimi Hendrix... Mi favorita, que conseguí de puro pedo es una con Cosey Fanni Tutti en una porno berreta inglesa. Se parece a Ileana Douglas.

Yo desconfío mucho de la utilización legítima en cine del sexo explícito, los ejemplos históricos (El diablo en el cuerpo, El imperio de los sentidos, Thriller, Caligula, Romance, Baise-Moi) me parecen un fracaso, una excusa para llegar a esas escenas sin que el espectador se sienta culpable. Pero hay ejemplos recientes que zafan: The Brown Bunny, Ken Park o Shortbus, saben que esas escenas se van a robar la película, así que las orientan hacia ellas o las integran en forma fragmentada para eliminar el efecto puramente afrodisíaco.

El porno por lo general apesta como cine y las excepciones -Behind the green door, Uncut- son como The Shaggs: buenas por error (Deep Throat no llega ni a eso). Al mismo tiempo funcionan muy poco a nivel de porno, Behind... es tan estilizada que al final te agarrás semejante embole (a pesar de la Chambers, que está más buena que comer pollo con la mano y se parece a Jamie Lee Curtis) y Uncut es tan ridícula que no llega a excitar.

Me gustaría ver Debbie Does Dallas, Bambi Woods era increíble.

No tengo mucha idea del porno actual y sus estrellas, pero un blog me llevó a una actriz sumamente tatuada y llamada Allie Sin que me parece un sueño de mujer.

Phibrizoq said...

Nunca me gustó mucho el porno tampoco (y al igual que Bruno tampoco es por superado o por tener una vida sexual activa, cosa que dista demasiado de la realidad), pero siempre me interesó como tema de estudio (uh, ahora sueno re intelectual). Siempre que enganchó algún documental o reality tipo "Sex TV" o "Sin Cities" o etc. me los veo enteritos.
Qué curiosidad las pornos de Cosey Fanni Tutti, che, cualquier cosa que salga de TG es interesante de apreciar.

Walter Hego said...

A mí me gustan Aurora Snow, Kacey e Ivana Fukalot.

Agustin Acevedo Kanopa said...

benito:
Concuerdo con eso de que en la mayoría de las películas la inclusión del sexo explícito es una forma de meter una excusa formalística para un placer culposo (venía puteando a 9 songs), pero no estoy de acuerdo de meter a El imperio de los sentidos en esa bolsa.
Calígula es puro hedonismo, es apenas una película porno con aspiraciones arty, pero El imperio de los sentidos, a mi parecer es un increíble ensayo sobre la perversión -en su sentido más psicoanalítico-, la dialéctica del amo y el esclavo, y, también, el amor.
Shortbus es muy buena, me había olvidado de incluirla en el post.
Con respecto al gusto de pornstars, yo las tomo más que por su potencial de excitabilidad, por su desempeño, que, aún siendo desastroso en algunos escasísimos casos puede ser pintoresco, o como bien decís, un bello error. En este caso incluía a Julia Bond y Dani Woodward, sin olvidar a una actriz de los ochenta llamada Raven (que actuaba en los delirantes Taboo American Style), que fue pasando de una inocencia casi rousseauniana a perversión pura -perdiendo un poco la gracia- pero si nos ponemos específicamente en el tema físico o de belleza, considero a María Ozawa como la mejor de todas -salvando las molestas censuras de los ponjas.
PD: Gracioso el hecho de haber leído por arriba tu comment y pensado de que te referías a Genesis P-Orridge. En ese caso, más allá de la melomanía, no sé si sería un video que me gustaría ver.

walter hego:
Con su edad, el hecho de que le guste Ivana Fuckalot confirma la imagen que tenía de usted como un pervertido sin retorno.

Diego Faraone said...

Cool! sólo faltan unas fotos para que este espacio de comments no se diferencie demasiado de un foro de porno.

Brunomilan: te recomiendo que te hagas cinco pajas por día, y ahí seguro que no se te para más en el omnibus.

Por cierto, no sabía bien que era esto del 2 girls 1 cup. Resultó ser algo muy bonito y didáctico, gracias por el dato!

Agustin Acevedo Kanopa said...

Lo de 2 girls one cup ya ha adquirió proporciones míticas.
Sólo en el youtube hay como cuarenta videos que simplemente capturan las horrorizadas expresiones de la gente al verlo.

Acá la reacción de unas españolas
Acá la reacción de los Mars Volta
Acá una muestra de a qué niveles bizarros ha llegado el fanatismo en torno al video

benito said...

Por suerte no había ninguna cámara filmando mi reacción a 2 girls 1 cup; se hubiera arruinado mi reputación de inalterable. Hay gente que está mal, mal, mal, mal, mal....

Agustin Acevedo Kanopa said...

En mi caso, el impacto fue tan fugaz e imponente que se me hace difícil imaginarme mi rostro. Lo había visto sólo en mi casa, y no tengo ninguna forma de documentar mi expresión.
Y eso que antes veía fracturas expuestas sin que se me moviera un músculo...
me estoy hablandando...

Brasil: luego del fútbol y el jiu jitsu, otra área en la que lleva la delantera.

El gaucho insufrible said...

... de Bobbitt llegué a ver de pasada
un documental sobre su vida y parece ser que despues de trabajar de actor porno llegó a laburar de sacerdote (?) casando parejas en Las Vegas en donde tenia una capilla especial y después de portero de algun que otro puticlub, hasta que sus 15' se fama se agotaron definitivamente.
...
sobre el porno recuerdo con mas cariño esas tetas y culos que le robaba a la TV abierta en las peliculas de terror clase b, y rarezas variopitas que pasaban sin mucho control el canal 4 por la noche que la posterior "libertad" de contenidos propiciada por internet.
...
Por lo menos en españa que tiene algun que otro "heroe" porno ,ultimamente se ha dado bastante apertura mediatica a muchos protagonistas de la escena, que cuentan con una pasmante normalidad los entresijos de la industria porno local/europea.

Le quita un poco el morbo al porno, pero es muy reconfortante escuchar a un director/directora de porno contar sin pelos en la lengua - y sin recurrir a la tipica referencia machista del doble sentido -como se realiza el rodaje de una pelicula en una tertulia radial o televisiva a las 9 de la noche.

Supe por alguna de estas tertulias como alguno de los directores de porno local (catalán) era una especie de filologo amateur que estaba enfrascado en recuperar las palabras porno de la lengua catalana perdidas por el tiempo, la dictadura de Franco, y la posterior re-implantación de corte académico de la lengua.
Obviamente el hombre recibe la subvencion estatal correspondiente por realizar peliculas (porno) en lengua catalana.
...

La mejor aparición porno que he visto ultimamente es la de Lex Steele “el empalador” en un capitulo de la serie Weeds, no tiene desperdicio.

El gaucho insufrible said...

Off-topic:
Agustin: No te pierdas esta pelicula que no tiene desperdicio, ya se puede encontrar por internet. los subtitulos estan en asia-team.

benito said...

Me pasaron dos cosas muy extrañas y en cierta forma maravillosas mientras releía algunas partes del post.

En primer lugar vi el videíto de Beautiful Agony del que ponías el link y me pareció una maravilla. Más allá de que es una nueva (hay decenas) reformulación del Blow-Job de Andy Warhol, me pareció un modelo de lo que yo considero como auténticamente erótico y del valor sensual de lo anti-explícito. No sé, podría hablar mucho sobre lo bueno que me pareció. Pero lo que me inquietó muchísimo es que la chica es casi un clon de una chica con la que yo salí un tiempo hace ya más de una década, y que justo me había venido a la memoria hacía pocos días. Realmente muy parecida, pero con el agregado (extra morboso para mí) que el parecido se acentuaba mucho más en los momentos en que la mina del video está cerca del clímax y al final, cuando sonríe. Evidentemente me dejó muy perturbado.

Pero cuando estaba asombrado por esta hilera de asociaciones, recién me cerró el que los versos del final del post son una paráfrasis de la enumeración de féminas rockeras de Midnight Radio. En una primera lectura pensé que sería una estrofa de alguna banda cachonda, tipo los Bloodhound Gang, y recién ahora me di cuenta de que era el tema de Hedwig. Pero lo realmente curioso es que, antes de entrar a la web, había pasado un buen rato tocando ese mismísimo tema.

Tal vez no sea muy asombroso porque hace semanas que me lo paso tocandolo, pero la combinación de ambos clicks proustianos me dejó medio raro.

Agustin Acevedo Kanopa said...

Sí, a mi aquel video de Beautiful Agony me partió la cabeza, pero no en un sentido meramente libidinoso, sino que me parece de las cosas más sensuales que se han producido en mucho tiempo. Lo interesante es que no es sencillamente el video y el estilo -como bien decís, Warhol es un claro precedente- sino la actriz -bah, no actriz, más bien la modelo- en sí. Vi unos cuantos videos más, con tipas incluso más bellas que la morocha del video, pero hay un resto de vergüenza en que capta la cámara, que resultaría casi inimitable en la ficción, que a alguien lo suficientemente atento lo descalabra. Son de esos pequeños detalles que pueden hacer quedarte una imagen en tu cabeza por muchísimo tiempo.
En fin, un video que le hace honor a la palabra erotismo.
(Ah, y me imagino que en tu caso personal, por esas reminiscencias, capaz que te afectó aún más que a mí).

Con respecto a lo de Hedwig, me había ocurrido de no saber bien cómo terminar el post, pero justo estaba viendo por segunda vez la película, y en el momento de esa canción genial que es Midnight Radio, me di cuenta de que era un parlamento demasiado genial para no meterlo en el post.

Phibrizoq said...

Esa canción de Hedwig, por el simple hecho de mencionar a Yoko, Nico y Patti es genial.

Agustin Acevedo Kanopa said...

Ah, me acabo de dar cuenta de que una vez más me olvidé de Wong Kar Wai. La otra vez vi Eros, y su corto -específicamente la escena inicial de Gong (dios nos slave)Li- me pareció impresionante, siendo probablemente el único que vale la pena de los tres que conforman el film (extrañamente no me convenció el de Antonioni).
2046 y Con ánimo de amar, otras dos bellezas de películas.
Posiblemente, el cineasta que sabe captar mejor el amor a la par del erotismo en estos días.

Agustin Acevedo Kanopa said...
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Agustin Acevedo Kanopa said...

Acabo ver la escena de la cafeteria entre Malcom McDowell y Christine Noonan en If..., de Lindsay Anderson y también me parece impresionantemente sexual.
La actriz es de una belleza poco convencional.
Junto al porno japonés y Wong Kar Wai, ameritaría un Cumtemporary Art 2.0

lucas said...

agustín,
que genial esta entrada

Anonymous said...

Así como fibrizoq y brunomilan, tampoco soy un gran fan del porno, y eso que en el último año he estado bastante lejos de ser un superado y cogedor.

Así y todo, la ausencia de historia; las actrices físicamente insulsas o directamente horribles; y lo poco que me agrada ver penes en primerísimos planos me han alejado de las experiencias que Agustín relata como crítico espectador.

Leí demasiado tarde este post y me da pereza subirme al tren de los comments, lo único que quiero acotar es que la actriz porno físicamente más increible es y será Maria Ozawa. Por Zeus, es la única actriz porno con la que me casaría, previa limpieza bucal y genital con los productos más avanzados que existan, vale aclarar.

Kanopa, espero que en algun momento te luzcas con un post dedicado a las asiáticas, y no exclusivamente las del porno, los ejemplos más increibles están por fuera de él.

mg said...

¿Asiáticas?

Gogo Yubari.

Phibrizoq said...

MG lo dijo, Chiaki Kuriyama es la verdad (aunque a mí me parece tan linda como una patada en los huevos, pero es tan cool). Igual me decepcionó bastante ver que en Battle Royale tenía un papel menor.

theremin said...

leí Putas Asesinas (de la primera página a la última) en la sala de espera del ginecólogo y fue una experiencia reconfortante dentro de una horrible situación.

Me gustó particularmente el cuento de B. y su padre que se van solos de vacaciones.

Pornografía no vi, salvo el video de Chachi Telesco y no me calentó para nada. Boogie Nights es excelente. Y sí me calentó un poco.

Agustin Acevedo Kanopa said...

Justo "Ultimos atardeceres en la tierra", junto a "Prefiguraciones de Lalo Cura" son mis cuentos favoritos del libro.

El video de Chachi telesco es bastante malo, aún dentro de los standares amateurs

Diego Faraone said...

Bueno, esto sí que es una buena parafilia. No dejen de verla:

http://blog.innerpendejo.net/2008/05/masaje-genital-japones-al-estilo-kamikaze-samurai-harakiri-video.html

snizz said...
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snizz said...

Mucho Maria
Ozawa