Entre muchas de mis excentricidades neurótico-obsesivas, tengo la costumbre de anotar y dar puntaje a cada película que alquilo en cinemateca. Recientemente, revisando mi cuaderno de Psicología evolutiva que oficiaba de granarchivo de todas las películas que vi, me di cuenta de que la película que más alquilé en los últimos dos años es precisamente, la peor película que vi en mi vida. Es así que, llamándome la atención, se me ocurrió hacer una lista de las diez peores películas que he y seguramente habré visto en mi vida (sin contar las pornográficas por supuesto, ya que en esta categoría sería competencia deslean por la ya preconsabida deficiencia o inexistencia actoral y dramática.
Bueno, aquí les va la lista, ejemplos claros del celuloide usado como papel higiénico (no lo prueben, paspa mucho).Y me estoy olvidando cualquier película que actúe, se mencione o siquiera se presuponga la existencia de Shaquille O’Neal (Shazzam, por dios!), La pasión de Cristo, Not another date movie, Battlefield Earth, todas las películas en que actuó Madonna, Pearl Harbour y secuelas infames como Mi pobre angelito IV, Mi primer beso II (cómo es posible?, digo, el beso ya lo dio en la primera), Bajos instintos II, Juegos sexuales III, etc. Estas irán incluídas posiblemente para un segundo conteo.

Representan todo lo que odio en el mundo, las odio apenas un poco menos que a Pastor Oviedo. Esta primera elección se hace en criterios generales, ya que todas las películas yanquis de fútbol (léase soccer) son indiferentemente aberrantes. Es que uno ve esas películas y se da cuenta de que realmente no saben absolutamente nada de fútbol. Vemos primeros planos de piernas musculosas haciendo jugadas que nunca podrían hacer esos niños fofos, pecosos y con problemas psicomotrices, vemos charlas de directores técnicos diciendo que si luchan por sus sueños terminarán haciéndose realidad, esquemas tácticos que hacen parecer a un equipo de baby fútbol la naranja mecánica del 74’, y sobre todo, un orgullo estadounidense etnocéntrico que cree poder abarcar cualquier deporte, sin importar cuan ajenos estén cultural y metodológicamente de él. Una atrocidad.
La única que se salva es “Victory”, esa película inspirada en un hecho real basado en el paritdo entre el Bayer Munich y el ejército de ocupación nazi, por el simple hecho de contar con el absurdo de tener a Silvester Stallone y Pelé jugando en un mismo equipo.

La idea es esta: Vamos a hacer un remake de Psicosis de Hitchcok, pero no va a ser cualquier remake, vamos a hacer uno exactamente igual, toda la trama, cada parlamento, y cada escena, para hacer un remake cuya originalidad radique en ser el primero en no cambiar absolutamente nada de lo que quedó del primer film. Hasta habría sido más interesante un refrito hecho por Steven Seagal en el papel de Anthony Perkins.

Nunca vi el Chevrolet, por lo que tengo entendido dobla a esta película en lo malo y deprimente. Recuerdo haber ido a ver esta película con un amigo en el cenit de toda aquella locura generada por el cine nacional que emergió después del éxito de 25 watts. Realmente hubiera sido interesante documentar cómo nuestros rostros se contraían a medida que pasaba el film. La película es sobre una tipa que vive con su madre, a la cual tiene que cuidar diligentemente, ya que ésta esta en un estado de salud en extremo delicado. A la depresiva cotidianeidad de la mina se le suma un amor muy montevidianamente gris y unas cartas misteriosas de un hombre que la insta de dejar a su madre para juntarse con él. La película se hilvana alrededor de un impulso matricida reprimido, la visión de una vida que se le escurre como arena entre las manos mientras le limpia los pañales a la vieja (no en sentido figurado, realmente vemos cómo le lava los pañales). Definitivamente hay películas peores y no he leído el libro escrito por Henry Trujillo del cual se adaptó el film. La mención en esta lista está fundada más bien en lo que representa esta película para mí: la antigua noción de que para hacer cine de calidad tiene que ser serio y deprimente, intentar mostrar en cada toma la mayor porción de menoscabo posible, sobreexplotar lo gris de nuestra supuesta esencia uruguaya, ahondar en mensajes sin rumbo, en fin, esforzarse en convertir los films en la anti-postal de la condición uruguaya. Toda la estética resuma esa decadencia gratuita y es autoindulgente en toda la mierda en que nada. Sigue la línea de películas como Alma Mater y El dirigible, que se ve en ellas el intento de ser la película uruguaya y tomarse las cosas demasiado en serio. Extrañamos tanto a Rebella.
7-The Cure for insomnia (John Henry Timmis IV)
Esta película no ocupa el primer lugar por una simple razón: Sólo mediante un extenuante esfuerzo intelectual podría considerársela una película. Antes de que salten todos los defensores del dadaísmo con sus cisnes cubiertos con miel en mano, les digo que nunca pude terminar de ver esta película, y realmente dudo que alguien lo haya hecho alguna vez en la historia. Y saben por qué? Bueno, la película dura 87 horas y no tiene ningún nexo lógico posible. Simplemente son imágenes de videoclips de heavy metal y escenas pornográficas, mientras un tipo recita un poema interminable. Yo sé, Bretón, Picabia, Duchamp, yo los entiendo, pero hay momentos en que la cosa se nos va de las manos. Sí, también te entendía a vos, Warhol cuando hiciste Sleep, filmando cinco horas a tu amante mientras dormía, o como cuando hiciste Empire filmando al Emprire State Building por incluso más tiempo, pero acá sí nos fuimos al carajo. Es como si el director se hubiera esmerado en romper un record que nadie pudiese (ni interesase) romper jamás, una idea no muy diferente de aquellos pueblos gallegos que se juntan para hacer esos esfuerzos absurdos por lograr construir la bufanda más larga o la réplica en queso de la cara de Emilio Aragón más grande del mundo. Hay veces que nos vamos al carajo. En serio.

Imagínense a Ed Woods, con lo desastroso que ya es haciendo filmes de ciencia ficción, intentando hacer un drama supuestamente serio, que verse sobre un cambio en el rumbo de las opciones sexuales de un hombre de clase media. Incluimos esta mención del conocido peor director de toda la historia por ser de esos hermosos casos de pretensión de seriedad errándole en todos los parámetros posibles.
Nota al pie de página: la historia tenía bastante de autobiográfico, ya que, según tengo entendido, Ed Woods tenía ciertas inclinaciones hacia el travestismo .Aquí el trailer del film

Sin dudas, la peor secuela que se hizo y se hará en la historia del cine. El concepto es más o menos el mismo, un tiburón de proporciones monstruosas se divierte sembrando terror y amputaciones por las playas, mientras que hay un tipo que la tiene re clara y le da caza al final de la película. Ahora lo increíble es esto: En los otros Jaws, al menos el escualo era un animal en sí, mataba por alimentarse o por defender su territorio. Ahora el tiburón mata por… venganza!!!. Sí, como si fuera Charles Bronson jurando defender el amor de su familia muerta rociada por NAPALM, el tiburón mantiene un vínculo subliminal con los victimarios de los anteriores escualos y es capaz de localizar a estos desde Bahamas hasta Nueva York, como si fuera un matón de la mafia siguiendo precisas instrucciones de Vito Corleone. Posiblemente, de haberse avivado estas personas y no aventurarse en el mar, el director habría encontrado una forma para hacer que el tiburón también se transportara por tierra. Además el tiburón puede saltar del agua varios metros y morfarse un helicóptero, como si fuera un delfín hecho a escala 33:1. Y lo que corona todo el film son los bramidos del tiburón, como si dejara de ser un tiburón blanco y se tomaran el concepto de tiburón tigre demasiado literalmente. Podría estar enumerando millones de detalles oceanográficos que harían que Jeaques Costeau emergiera de su tumba y fuera la ESSO más cercana para rociarse con gasolina y terminar cremando su cuerpo, pero creo que con esto basta por hoy. Ah, y actúa Michael Cane, dios sabrá por qué.

Vi esta película para niños a la temprana edad de cinco años. Por alguna razón recuerdo salir del cine Trocadero (antes de la obscena metamorfosis del mismo en un centro evangélico) y decirle a mi padre que no me había gustado la película porque le habían copiado a E.T. Veamos entonces, ¿qué edad tenía? Cinco… bien… ¿cómo es que yo me di cuenta y no Steven Spielberg? Capaz que estaba demasiado preocupado pensando en dinosaurios y nuevas tramas edulcoradas para hacernos llorar, pero no entiendo realmente cómo no le metió una demanda tan grande como para dejarlos a los creadores del film en déficit por esta vida y tres otras más. Porque digamos que… era dinero fácil. La historia es sobre un simpático extraterrestre que es dejado accidentalmente por su familia (se ve que la preocupación maternal primaria no es algo que caracterice particularmente a los extraterrestres) y que conoce a Eric, un niño que por supuesto adopta a su simpático amigo y que por supuesto a pesar de ser sólo un niño y además paralítico logra burlar a la CIA y al FBI en su afán por lograr que Mac encuentre a su familia. Más allá de la redundancia de andar explicando las similitudes, hay otros aspectos muy sospechosos en el film. Si a uno le parece que en “Back to the future” se abusa de los chivos, tendría que volver a ver este film e inventar un nuevo sustantivo para los mismos. Parecería que la película fuese un solo aviso ambulante (algo parecido a lo que hace Axe con el misógino y estúpido “City Hunters”). Pongamos un ejemplo: nuestro amiguito Mac tiene que comer hamburguesas de Mac Donalds y beber Coca Cola para sobrevivir, si no se debilita (o se derrite, no me acuerdo). Y nos preguntamos por qué en Estado Unidos hay uno de los mayores índices de obesidad (¿tendrá algo que ver el nombre del extraterrestre con la multinacional reina de la comida rápida?). Y si todavía tienen dudas, acá está el número del baile de Mac en un Mc Donalds, posiblemente la ESCENA MAS ESTUPIDA, INFAME, BLASFEMA E INNECESARIA EN LA HISTORIA DEL CINE Y POSIBLEMENTE DE LA CIVILIZACION.
Además de este hecho, Mac y más que nada sus padres extraterrestres, son tan toscamente animados que la idea de hacer un casting del niño feo en uno de esos pueblos rednecks y ponerlo en el film hubiese sido una mejor idea (al menos, se vería más real). Para coronar este espantoso film, vemos que tiene todos los clichés ochentosos que puede haber, es una pequeña estampa de esa época, sólo menos diáfana que la película “Secretaria Ejecutiva”, que reúne todos y cada uno de los ideales yuppies de la época.

Tenía pensado no incluir esta película en el conteo por el simple hecho de que ya se ha hablado demasiado sobre ella y de cierto modo, se ha convertido en la mejor peor película de todos los tiempos. Ed Woods realmente no debía pensar nunca en lo que hacía, es decir, qué otra persona podría haber resuelto la ecuación imposible de incluir en una misma película extraterrestres, muertos vivos y Bela Lugosi. Y además de todo esto, se le suma uno de esos mensajes finales acartonados y pretenciosos tan clásicos del cine Ed Woods, una advertencia sobre el posible potencial destructivo de la sociedad para sí misma. Me quedé sin palabras, ya se dijo demasiado sobre este film. Los dejo nada más con una imagen de Tor Johnson, tipo ídolo si los hay.

Exceptuando la genial The Shining de Stanley Kubrick, siempre creí que el problema con las adaptaciones de las películas de Stephen King caía en la culpa de malévolos empresarios que querían hacer dinero con el digno trabajo de un escritor que veía cómo le daban vuelta todos sus plots o pequeños detalles fundamentales (por ejemplo, creo que en la original Misery no se le quiebra los tobillos con un martillazo al protagonista, sino que directamente se los amputa). Luego me fui dando cuenta, más allá de la literatura algo efectista de este, que había un problema en los plots que daban a suponer que el tipo se estaba quedando sin ideas (y comenzaba a preguntarme si realmente alguna vez las tuvo, vean acá, este genial chiste de Padre de Familia).
Y entonces aparece Dreamcatcher y no sólo me da la razón de todo esto, sino que mucho más. Imagínense este patchwork (más terraja que la peor prenda de ropa que haya usado la más loca de tus tías en los 80’), la película es a la vez:
a)una película melancólica y existencial de varios amigos recordando su juventud en un bosque cubierto por la nieve
b)una película que señala una serie de poderes ocultos y respectivos (cual x-men) que se le otorga a cada uno de estos amigos por haber defendido en sus años mozos a un niño con claro perfil autista.
c)una monster movie clase b con unas larvas gigantes que se expulsan analmente (entre muchos pedos que son supuestos de causar risa al espectador)
d)una película de ciencia ficción, en donde se disputan cual power rangers dos fuerzas extraterrestres en el medio del bosque, descubriendo que una de estas entidades era precisamente el niño autista que conocieron en su infancia.
Bueno, eso nada más, se lo dejo para que piensen

En realidad este film va en representación de todo el resto de la filmografía de Ricardo Islas, ya que si nos pusiéramos estrictos, ocuparía los primeros cinco lugares del conteo (La trampa, Rumbo a la oscuridad, Posesión y Night Fangs). Es de esos casos en donde uno se pregunta realmente ¿en qué estaba pensando? No sé quien empezó el rumor de que era el John Carpenter uruguayo, pero la sola posibilidad de tal premisa nos permitiría tranquilamante proponer eliminar el idioma español como medida sanitaria para que no se vuelva a decir una aberración semejante. No sólo Islas se dedica a escribir, filmar, proto-producir y dirigir sus films, sino que también actúa en ellos, generalmente haciendo papeles en donde queda como una especie de Morgan Freeman coloniense con mucha experiencia en monstruos y afines, o sino en un don juan del futuro (imborrable es su papel en Rumbo a la Oscuridad, una especie de Neo que monta, gabardina al viento, una moto zanella).
La película en cuestión no sale de lo archi-recontra-super-duper-conocido:
hombre lobo--->niños--->hombre lobo mata a personas--->niños mata a hombre lobo---niños héroes.
Sin embargo, lo que supera todo en sí es la ejecución del mismo. Hay dos problemas fundamentales. El primero, es el alargamiento del film con escenas completamente inconexas o que aportan poco y nada. (De la nada saltás a una escena en que el grupo de niños aparecen en la Help Disco de la nada, como si a Ricardo Islas no le hubiese importado el ritmo, la tensión o el hecho mismo de que son niños y se lanzó desaforadamente a uno de los chivos menos sutiles en la historia del cine). El segundo y más importante (y emocionante) problema: no ser conciente de sus limitaciones. Nunca me imaginé que el tipo querría, con el obviamente escaso presupuesto tipo uruguayo, realmente poder llevar a escena un hombre lobo. En vez de apelar a la imaginación cómplice del espectador, recurre a uno de los más ridículos y hasta tiernos intentos de lograr una criatura en la pantalla: un hombre lobo hecho de guata. Tooooodo anda mal con el lobo: sus dientes hechos de tela blanca y roja, un hocico de polifón que se agita mientras corre, la caída al vacío de este licántropo que por su tamaño debería pesar doscientos kilos y que en cambio cae como si fuera una manta arrojada al aire), los gritos mecánicos una y otra vez, pero sobre todo la guata, esa guata blanca y límpida como la inocencia de Islas al hacer el film.
Y con todo esto, sin embargo, hay un momento en que al ver la película por quinta vez comenzás a tenerle aprecio al tipo. Hay algo completamente estúpido, algo ingenuo que se comienza a gestar entre uno, Islas y los demás que ven el film. Uno está viéndolo y sabe que ese momento es mágico, sabe que difícilmente se logrará algo tan espantoso y al menos uno está agradecido de poder verlo con quienes quiere (u odia, el resultado viene bien de las dos maneras). Ya prácticamente sabemos los diálogos, sabemos las reacciones, Islas se convierte en otro producto de consumo de cultura pop, Islas es un trademark, un sentimiento. Y sabemos que seguirá siendo el mismo, porque ahora hace films en Estados Unidos con un much higher budget y el tipo sigue deleitándose con estas espantosas, realmente horrendas películas. El tipo no se vende, nunca te va a hacer una Stalker, el tipo sabe cual es su destino en este mundo. Y así llegamos a donde empezamos, revisando la lista de las películas que he alquilado en cinemateca, en el puesto número uno, sola, solita, con siete rentas, se encuentra Plenilunio. Ahí es que me doy cuenta de que quizás Ricardo Islas sí se hizo un lugar en la historia del cine uruguayo, pero muy probablemente un lugar más parecido a el que ocupa Ed Woods que el de John Carpenter. Y el fango es el límite.