Monday, March 24, 2008

Los peces del deshielo: Festival de cine (en casa)
Todo empezó por una mujer. En realidad, posiblemente venga de mucho más atrás, cuando la película solía ser el manotazo de ahogado de todo baldío de programación del canal cuatro en Matineé de los domingos. Los niños suelen ser un disco rayado en sus gustos y debo haber visto el film como cinco veces. De aquellos tiempos ya han pasado más de diez años. De cierto modo, decidí mantener aquel material como una bella postal de mi niñez, sin animarme a verla de nuevo por miedo a romper el tótem tallado por años de idealizaciones. Sin embargo, algo particular de la sintomatología de estos días al pedo es el carácter particularmente regresivo, que me lleva a volver a antiguas obsesiones. Fue entonces llamé a El fino y DEG para ver esa película que nos marcó como una yerra en nuestra niñez.
Debía tener diez o doce años cuando vi por primera vez ¿Quién engañó a Roger Rabbit?. La película ya de por sí era muy estimulante para un niño, logrando como ninguna otra de su especie ese sincretismo entre dibujitos con actores de carne y hueso, pero más allá del mismo conejo Roger, la actuación muy acertada de Bob Hoskins, o todo el cardumen de personajes y referencias a la infierno pop del mundo animado, hubo una escena que se me instaló como candirú en mi cuerpo. En el primer cuarto de la película, el detective queda en intentar obtener fotos comprometedoras de Jessica Rabbit, la esposa del conejo protagonista. Siguiendo el indicio de su apellido, todos, incluso el detective, pensamos que se tratará de otro de esos simpáticos animales antropomorfos, por lo que esperamos sin mayor deferencia a que comience el número musical. Una música de cabaret interpretada por unas urracas introduce al acto y se abre el telón. Y Entonces aparece.




A pesar de no convertirse en un trademark como bien son las clásicas estampas de la Disney y la Warner, el impacto que generó Jessica Rabbit en muchos niños o púberes de aquel entonces es mucho más grande de lo que parece. Cuando ciertas conversaciones nostálgicas se topan con el recuerdo de la película, como si fuera un pie descalzo pisando una mina sepultada de una guerra que ya nadie es capaz de recordar, la escena de aquella pelirroja nos explota en la cara. Como pedregones y pequeños fragmentos metálicos despedidos por el impacto, se nos incrusta en las piernas, pecho y el rostro su voz, el juego de sombras sobre la geografía exuberantemente accidentada de su cuerpo, el escote carmesí y esos tacones que llegamos a desear que caminen sobre nosotros. Por alguna razón, la gente se muestra muy reservada a la hora de hablar sobre su atracción hacia un personaje de tinta, pero ni bien se arroja la primera piedra, nadie tarda en reconocer la marca supurante que dejó aquel pequeño número en la cartografía sexual de sus vidas. No sería la primera vez que se amalgama dibujitos con sexualidad, Betty Boop ya lo hacía en los años 30’, mucho antes de convertirse en un guiño pop omnipresente en musculosas y carteritas de KIO. Betty Boop fue la primer flapper en ser dibujada, y si ciertamente lo corta de su minifalda y portaligas sigue impresionando hoy en día, basta imaginar en lo que generaba por aquellos tiempos. También es verdad que todos los caminos conducen al porno, y ciertamente antes de que los nipones comandaran el fenómeno hentai (dando rienda a lo peor de sus oscuras obsesiones con un nuevo stock de actrices que no se molestaban en ser analmente violadas por tentáculos espinosos) ya desde los cincuenta había unos cuantos dibujitos pornográficos que circulaban subterráneamente. Sin embargo, hay algo en la ejecución de esa escena, una forma de cadencia que me sigue atrapando, y quizás más que antes. Muchos niños y adolescentes nos dimos cuenta de que lo sexual siempre había estado ahí también, y esperaba entrar, cualquiera que fuera el terreno, como un gorrión parado en el filo de nuestra ventana.
Los dibujos dan rienda a todo el terreno de lo imaginario que hay en nosotros, pudiendo concretar nuestras propias venus como si sólo bastara con barro o nuestra costilla para hacerlo.
Esto es una confesión, y posiblemente me deje en un papel más que comprometido ante los ojos de los bloggers. En uno de esos místicos veranos de mi pubertad en Atlántida, una tormenta tomó el balneario como una horda de sucios turistas que se niega a abandonar un lugar. Fue como una semana y media la que estuvimos mis primos y yo sin poder salir siquiera al jardín, sintiendo por las noches un intenso miedo a que se nos cayera un pino encima. Pero la verdadera amenaza no eran los pinos, la lluvia o los rayos, sino el aburrimiento. Mi madre y mis abuelos estaban entre cuatro muros a cargo de cinco niños y al quinto día las cosas se comenzaron a salir de las manos. Fue ahí que a mi madre se le ocurrió un juego que al principio los hombres vimos con recelo, pero que pronto cambiaría nuestro verano. El juego era tremendamente femenino –por no decir gay-, y consistía en dibujar a modelos para un certamen similar a Miss Universo. Cada uno dibujaba a una mujer representante de un país determinado, las cuales eventualmente iban a ser incluidas en una votación para elegir la más bella de todas. Los únicos dibujos de mujeres que había hecho eran los dibujos de mi madre, o de niñas jugando con niños, generalmente enmarcados en dinámicas escolares (o sea, prácticamente obligado). Pero aquello era algo completamente nuevo, había que dibujar mujeres, mujeres que no se limitaban a hacer la comida o ir a buscar a sus hijos al colegio. No, había que hacer mujeres, mujeres que nosotros debíamos encontrar bellas. Comencé dibujando una, me percaté de que había un ligero problema con la quijada, el cuello, la boca y los hombros, teniendo que comenzar a suplantar los ángulos dentados por los círculos y curvas. Había una técnica completamente diferente a la del dibujo de hombres y superhéroes, y de cierto modo el proceso incluía aprender una nueva sutileza y desaprender ciertos recursos que había adquirido en mi infancia. Con el tiempo comencé a mejorar el dibujo, preocuparme un poco más por las curvas y los vestidos, y pronto aquello se convirtió en una quimérica búsqueda por la belleza imposible en una mujer. Diferente a lo que podría pensar cualquier persona, la cosa terminó sexualizándose mucho, y las modelos no tardaron en tener senos más abultados, caderas, ropa más ceñida al cuerpo, y miradas más desafiantes. Todos mis primos claudicaron su fascinación inicial y eventualmente fui el único que las siguió dibujando. Llegó un punto en que llegué a dibujar a una chica que me gustaba del colegio, traté de llevar su rostro a dibujo, la vestí con la ropa que solía llevar a los bailes (una camiseta manga tres cuartos verde y unos jeans naranjas), y le puse su nombre, cediendo a cambiarle su apellido por una reserva hacia algo o alguien que era incapaz de juzgarme. A medida que dibujaba por momentos creía que llegaba a mi ideal de mujer, pero pronto le encontraba algún detalle que me desconformaba, por lo que volvía a dibujar una nueva modelo, como si quisiera llegar a encontrar una con la cual enamorarme, aún sabiendo que aquello era imposible. Conservo todos aquellos dibujos, los estoy viendo ahora, y más allá de no ser las más exuberantes de todas las que hice, me sigue gustando la verde mirada de la francesa y las ligas reveladas por el viento que casi le vuela el vestido a Miss Bosnia Herzegovina.
Ciertamente, me doy cuenta de que no es sólo la sexualidad intoxicante de Jessica Rabbit lo que me enferma, sino también la estética de su personaje. Propiamente, las mujeres que dibujaba solían tener un cierto aire a los treinta o cuarenta, incluso sin tener mucha idea de la estética de aquellas épocas a mi temprana edad. Hace un mes en lepetitclaudine había una encuesta sobre un back and then, dos fotos que de cierto modo espejaban los ideales estéticos de dos épocas diferentes. En la primera fotografía, la histórica escena del arrozal de Riso amaro: Silvana Mangano descubriendo sus piernas pulposas con el agua hasta las rodillas, una escena que mi abuelo mantiene como una orgullosa cicatriz de su adolescencia. En la segunda fotografía, una pole dancer actual, bastante bien formada, demostrando una excelente flexibilidad de piernas. Diferentemente a muchas opiniones, elegí la primera, y ciertamente aquello terminó siendo una decisión paradigmática de lo que son mis ideales estéticos en las féminas. Si ya leyeron este post del año pasado, sabrán parte de mis obsesiones, y claramente circulan nombres como los de Claudia Cardinale y Jean Seberg. A esto habría que agregar el impacto que me causó la escena de Anita Ekberg metiéndose con vestido en la Fontana di Trevi, el misterio alrededor de Lea Massari en L’avventura, la espontaneidad de Jeanne Moreau corriendo por aquel puente en Jules et Jim, el cabello de Verónica Lake en Los viajes de Sullivan, todas y cada una de las mujeres que aparecen en Bocaccio 70 (la epítome de las hot girl movies) y, ya la mencioné, pero no me voy a cansar de hacerlo, Claudia Cardinale :
a)bailando con Burt Lancaster en Il Gatopardo,
b)de puta en La Viacchia,
c)de aristócrata en Fitzcarraldo,
d)de obsesión de Mastroiani en 8 y ½,
e)y paro de contar porque si no me controlo esto termina siendo un post únicamente dedicado a ella.
Fue así que Jessica Rabbit volvió a sacar a luz toda mi fascinación por las mujeres blanco y negro (para no resumir en décadas, que me aventuro posicionar entre los treinta y cincuenta).

Al día siguiente de alquilar Quién engañó a Roger Rabbit se me ocurrió pasarme por Cinemateca para llevarme un par de películas de los cuarenta en donde se mostraran féminas del mismo calibre. La idea era buena porque mi hermana se había borrado definitivamente del videoclub y tenía derecho a una importante cantidad de películas que venía acumulando tras inexplicablemente pasar meses alquilando en la bosta de Blockbuster. Mi decisión resulta ser muy sexually oriented: Gilda (con la elegantísima Rita Hayworth) y Los desconocidos de siempre (que más allá de tener las brillantes actuaciones de Gasman y Mastroiani, tiene a …. Cardinale –arrrgggh!!!, insert cathartic moment here-). Es ahí cuando la señora que atiende, al decirle que mi hermana borró, me dice que todas las películas que venía acumulando se eliminarán de su cuenta. La información es demoledora. La única buena noticia es que el borrado pasa a tener vigencia recién el quince de marzo. Sacó la cuenta, y estoy en el 9, por lo que me quedan seis días para ver… diecisiete películas. Al comienzo parece una empresa desquiciada, pero junto valor y me propongo derrotar al sistema. Saco la cuenta de que viendo tres películas diarias, para el quince habré acabado todas las películas a las que tenía derecho. Lo que seguiría a aquel día sería una especie de festival de cine en mi propia casa, en el que terminé viendo 20 películas (para hacer la cosa aún más cinéfilamente enferma, había días de dos por uno),
acá la lista en orden de vistas:

01-Gilda (Charles Vidor)
02-Los desconocidos de siempre (Cardin…. ah, no, Mario Monicelli)
03-The wild one (László Benedek)
04-Una horrible película española que alquiló María sobre incesto y zoofilia
05-Las aventuras del castillo vagabundo (Miyazaki)
06-Berlín, año cero (Roberto Rosellini)
07-2046 (Wong Kar-wai)
08-Tener y no tener (Howard Hawks)
09-Las tres noches de Eva (Preston Sturges)
10-It’s a wonderful life (Frank Capra)
11-Rushmore (de Wes Anderson, una vez solo y otra vez con El fino)
12-Andrei Rubliev (Andrei Tarkovski)
13-Sucedió una noche (Frank Capra)
14-The Marx Brothers: Animal Crackers (Victor Heerman)
15-The Marx Brothers: Ducksoup (Leo MacCarey)
16-Los caballeros las prefieren rubias
17-The Marx Brothers: A day at races (Sam Wood)
18-El halcón maltés (John Huston)
(foto sacada el día que llegué a tener doce películas en mi poder)

Alquiladas pero desgraciadamente no vistas:
-Aguirre, la cólera de Dios
-El hombre de hierro

Si hallara un coagulante entre todos estos filmes probablemente estaría llegando a conclusiones no muy diferentes a las que obtiene Charles Manson de Helter Skelter, pero sí se puede reconocer una cantidad considerable de películas que estuvieron enmarcadas por una nueva fascinación por las comedias fetiche circa los años dorados de Hollywood.
Nunca me había colgado aquel tipo de cine. Cuando veía esas películas, me daba la impresión de que todavía no se había encontrado en la actuación un lenguaje propio que lo deslindara del teatro (una cruz que me parece que sigue cargando la mayoría del cine uruguayo, con una planilla fundamentalmente formada por actores netamente teatrales). Me parecía que los diálogos eran artificiales y todos los gestos ampulosos y sobreactuados, llenos de espontáneos segmentos musicales y sentimentalismo barato. A partir del método del Actor’s Studio (el correlato americano del método Stanislavski), mucha gente entendió estas actuaciones como patéticas y acartonadas. En ese sentido, la película “Un tranvía llamado deseo” es completamente genial, por el hecho de que en la misma se ve cómo eclosiona la vieja escuela, a manos de Vivien Leigh, con el realismo psicológico de Marlon Brando. La primera, tremendamente amanerada, planea por la película como si fuera la reina de su propio mundo, llena de aires de grandeza e histeriquismo desbordante. Por otra parte, el Kowalski de Marlon Brando es uno de los más viriles, groseros y reales personajes que se hayan filmado en la historia del cine. Tenerlos a los dos en un mismo decorado relata más allá de la historia de sus personajes, el drama de dos escuelas en la que una terminaría siendo devorada por la otra. Con el tiempo, Elia Kazán y todos los capos del Actor Studio se convirtieron en una fábrica de los actores más importantes del cine norteamericano, entre ellos James Dean, Al Pacino, Robert De Niro y un redundante etcétera bañado en oro. Con cualquier actor de esta escuela me podía identificar más que con los personajes de ese otro cine que me parecían tan falsos como la carretera que circula detrás de las tomas de autos que suelen manejar
Fue cuando vi Gilda que de golpe toda aquella idea cambió radicalmente. La película trata de un apostador norteamericano (Farell, interpretado por Glenn Ford) que está radicado en Buenos Aires, donde se vuelve mano derecha de un hombre llamado Mundson, el importante dueño de un Casino. Al comienzo todo va sobre ruedas, hasta que tras un viaje de placer, Mundson retorna acompañado de su nueva esposa, Gilda (Rita Hayworth), que resulta ser un antiguo amor de su socio. A la historia se le suma una intriga internacional entre alemanes y la explotación de tungsteno, pero lo que realmente vale del film es la tensión sexual entre el deber, el odio y el amor contenido como un castillo de naipes entre Farell y Gilda. En muchos detalles la película es un emblema del cine de esa época. Primero, hay cierta candidez en la selección de escenarios. La película transcurre en Buenos Aires (y hasta en Montevideo!!!), pero por alguna razón todas las personas hablan perfecto inglés, limitándose a escapársele un “señor” muy de vez en cuando. De la misma manera, todo sucede prácticamente intramuros, en general dentro de las mansiones del magnate y el propio Casino. Esto lleva aparejado un punto a favor que es el de no intentar convertirse en una película-postal, de esas que intentan suplir fallas del argumento con la belleza natural de un país exótico donde se lleva a cabo el rodaje (en este sentido, los mismos cuarenta y cincuenta están llenos de películas filmadas en Africa y similares). Otra cosa que rescatar con respecto a esto, es que es preferible prescindir de toda identidad nacional a equivocarla por la de otro país, pecado mortal en el que suelen caer algunas películas que muestran al uruguayo autóctono como un bigotudo con un sombrero de vaquero, cabalgando su caballo en una especie de desierto inexistente.
Por otro lado, lo que desborda en Gilda es la elegancia. Rita Hayworth es una belleza, pero sobre todo logra una forma de combinar elegancia con sexualidad pocas veces vista. Hay un momento en que comienza a hacer un striptease y nos resulta tremendamente excitante, más allá de que sólo se llega a quitar un guante. Lo hace de una manera que la desnudez de ese brazo vale por veinte Chloe Sevignys felando a Vincent Gallo.


Finalmente, y lo que terminó resultando una revolución copernicana para mi opinión sobre el cine: la elegancia se refleja en los diálogos. Es ahí que uno se da cuenta la belleza de ese cine previo al método. Con la relativamente reciente incorporación de la sonoridad en el cine, todas las películas, y en especial la comedia y el género romántico convirtió al diálogo en su principal fuente de recurso, en un gusto que se podían dar y querían aprovechar al máximo. Mientras que en el cine sucesor, posterior a los años cincuenta, los diálogos se convirtieron en prótesis de los personajes y el mismo argumento, en el cine de los 30’- 40’ hay un gusto intrínseco por el diálogo en sí, utilizándolo en su flujo de palabras como un artesano ve un bloque de madera, pronto a ser cincelado. Directores como Vidor, Sturges, Wilder y Capra se convirtieron en verdaderos orfebres del diálogo. Lo que resulta increíble es ir más allá de las implicaciones argumentales e ir a la estructura del mismo, algo parecido a lo que decía Benito sobre las arquitecturas arreglísticas de los Beatles. Ninguna palabra está de más, todo fin de frase es un pie para la ocurrencia del otro, y todo se estructura en formas de ataques y contraataques que son de una perfección insospechable. Por supuesto, más de uno dice “pero la gente nunca es tan elocuente”, y posiblemente tengan razón, pero la belleza de aquel lenguaje está descontextualizada de los porqué y los cómo de los personajes. En este sentido hay dos géneros que estuve repasando que se llevan las palmas: el film noir y la novela romántica. Con respecto al primero, más allá de su marca de fábrica, que es el pivoteo entre el expresionismo y el gótico, lo que caracteriza a los policiales negros es el tratamiento del personaje principal (en general el detective) y su relación tempestuosa y siempre cambiante con la femme fatale. A la hora de analizar esto, cabe recordar lo que decía Zizek sobre los héroes noir de la línea de Chandler, “un bricolage de rasgos contradictorios que definen el ideal imposible: corriente, pero inusual; perdedor, pero exitoso; cínico, pero creyente en la justicia”. En todo esto se apoyan firmemente las películas, cuya voz en off del protagonista actuaría como la primera persona de las novelas de Chandler. Así, siempre los heroicos perdedores de los callejones se adaptan a esta orfebrería guionística, siempre teniendo la palabra justa, aún cuando tienen un cañón en la frente. Con respecto a este género, el film estandarte sería, sin lugar a dudas, “El halcón maltés”, que tuve la oportunidad de ver, aunque en muy malas condiciones. La película estelarizada por el duro de Bogart fue la última que vi en ese desquiciado maratón cinéfilo. Era domingo y tenía que devolver doce películas para las diez de la noche, y me había preparado física y mentalmente para ver cinco películas en un día, una proeza que sólo había logrado una vez, cuando me había atacado una gripe que me había dejado como el caballero de Fénix tras el ataque de Shaka de Virgo en las doce casas (pah, que ocurrencia nerd, por Dios). Me levanté a eso de las diez de la mañana, me bañé con agua fría y me encajé un café como si fuese coca. Las primeras tres películas las pasé muy bien, pero ya para la cuarta mi atención comenzó a trepidar, quedando mi cabeza como una represa tras una crecida en la última película. Cuando uno está tan sobresaturado, las conversaciones, imágenes y gestos suelen circular en otro registro. Parecen pasar efímeramente como hojas secas arrastradas por un vendaval. Las imágenes y palabras tan pronto como llegan desaparecen, mutan y uno solo se puede limitar a tomar esos puñados de arena que se le escapan de la conciencia. Es así que si me piden que les cuente de la trama, les diré que me pareció por momentos tan enmarañada, llena de mentiras, trampas y contratrampas que es difícil de recordar, mucho más de contar. Pero sin embargo, con todas estas trampas se llega a una conclusión que resulta absolutamente genial. En realidad poco importa quién está del lado de quién, quién es el perseguido y el perseguidor, todo se coagula y desvanece en el desenlace: Humphrey Bogart y los demás descubren que la estatuilla mítica por la que venían matando y robando no tenía ningún valor en sí mismo. El valor había sido adjudicado por todo el mito y desinformación que circuló alrededor de la estatuilla. En cierto modo podría resultar como una alegoría al capital caníbal de la época, en donde el valor dejaba de encontrarse en el producto en sí, y pasaba a estar completamente fundado en su capacidad de flujo violentamente incesante. El capital se convierte en una cosa intangible, una estructura autodeformante y que es imposible de poner en términos de billetes, cheques o acciones. Similar a esto es el periplo del Halcón Maltés. Pero no me voy a poner a hacer este tipo de análisis, para eso está Zizek o Adorno. Lo que me llevaba a esto es la última frase de Bogart, en que le preguntan qué es la estatuilla, y este responde “the stuff that dreams are made of" -la cosa de la que están hechos los sueños-. Es una frase genial, sintetiza toda la película y ciertamente debe haber sido lo primero que pensó Houston a la hora de hacer adaptar el guión. Es una frase tan acertada que debe haber sido como el otro lado del puente, y toda la trama una mera forma de unir A con B.
El otro género es la comedia, que lleva esta fiebre de diálogos a los lugares más impensados. Entre las vistas está “Las tres noches de Eva”, que tiene un argumento imposible pero lleno de chistes muy finos sobre la batalla de los sexos y “Sucedió una noche”, que me pareció una obra de arte del género. La única imagen que tenía de Clark Gable era la de “Lo que el viento se llevó”. Nunca me imaginé que el tipo pudiera llevar un rol cómico con tanta carisma y soltura. La química entre él y Claudette Colbert es increíble, pero hay algo que los trasciende como pareja y es el mismo guión. Es increíble escuchar algunas conversaciones articuladas dentro de cierta intelectualizacion sobre nimiedades de la vida cotidiana (como las instrucciones de Gable sobrelas distintas formas de hacer dedo) y darse cuenta de que estos diálogos perfectamente podrían estar en Seinfeld, al igual que esos personajes absurdos con los que se van topando, como el tipo que maneja el automóvil y gusta de cantar como un tenor de ópera (pudiendoThe Soup Nazi, Bania, Mr. Peterman o cualquiera de los personajes secundarios de la serie). Por otro lado, las películas de los hermanos Marx son gigantes, y llevan los diálogos a donde ningún hombre ha llegado. Sin contar a Zeppo –que es sólo de decorado-, Groucho, Chico y Harpo obtienen una unidad similar a una estructura de carbono: no puede existir uno sin otro, sin saberlo son parte de un sistema que los trasciende. Entre Harpo y Groucho, Chico suele resultar el más razonable de todos. Los dos extremos son increíblemente desquiciados. Harpo es un personaje increíblemente descontrolado, que está más allá del bien y del mal. Es más que humor físico, hay una sutileza en su actuación y una capacidad de decirlo todo sin palabras que resulta distinto a cualquier actuación que haya visto en mi vida. Por otro lado, los monólogos de Groucho son algo tan descomunalmente absurdo que podría dejar mal parado hasta a los más arriesgados guionistas de Chachachá o Padre de Familia. Uno intenta seguirle el ritmo al tipo y de repente nos damos cuenta de que en el camino algo se estuvo comiendo nuestras miguitas de pan y estamos perdido en la inmensidad boscosa del verbo. Hay algo propiamente psicótico en el hablar de Groucho, como si el tipo confundiera las cosas con las palabras, cada tanto perdiéndose en su mismo decir y dejando, no sólo a los otros personajes o rivales en un limbo (el tipo nunca para de maltratar a la pobre Margaret Dumont en cada una de las películas), sino a nosotros mismos como espectadores. Viendo Animal Crackers –entre Duck Soup y A day a traces, la más desquiciada de todas, a mi parecer- sin subtitular me di cuenta de cuanto se pierde en las leyendas en español. He aquí un ejemplo:


Versión original en inglés:
-what do you think about south america, i am going there soon, you know
-¿is that so, where you going
-uruguay
-well you go uruguay and i go mine
Subtítulos en español:
-Qué piensa de Sudamérica, estoy por ir pronto, sabe?
-En serio? A donde irá?
-Uruguay
-Bueno, hagámoslo así, tu vas a Uruguay y yo voy a Paraguay

(????)
Entiendo que es un chiste intraducible, pero los tipos se podrían haber esforzado un poco más.
De cierto modo la mayoría de las películas de los Marx son ensayos de la anarquía, anarquía no sólo en los hechos en sí (las tres que vi se tratan, en su base, de las implicancias de darle excesivo poder a la persona equivocada –A Groucho Marx como dictatorial jefe de estado en Duck Soup, como médico principal en A day a traces y como guest principal en Animal Crackers), sino una anarquía que va más allá del argumento y se instala en el lenguaje y el movimiento.
Finalmente, para cerrar con el género de comedia, vi Los caballeros las prefieren rubias, que no es exactamente de aquella época (es Technicolor y de 1953), pero que tiene una estética aún propia de aquel cine. Todos supondrán que la alquilé por Marilyn Monroe y muy probablemente tengan razón, pero extrañamente lo que más me sorprendió fue no la actuación de la blonda, sino de Jane Russell. Monroe prácticamente se dedica a ser violentamente hermosa e insoportable, mientras que el personaje de la morocha es mucho menos unidimensional. Es una buena comedia, pero hay algo que molesta mucho, y es el mensaje de que el dinero puede comprarlo todo, incluso al final de la película. El gil del novio de Monroe se da cuenta de que la mina lo quiere por el dinero, cosa que también se da cuenta el suegro de la rubia, y sin embargo se terminan casando, sin que ello les genere la mayor molestia. El film es un salmo al materialismo, con ese video tan gráfico como “Diamonds are the girl’s best friend” –que la gente de mi generación lo recordará más por el afane a su estética de Material Girl, de Madonna-, y ciertamente Jonathan Rosenbaum no podría estar más en lo cierto cuando definió la película como “un Potemkin capitalista”. Debo reconocer que me da un poco de asco el mensaje, pero después lo pienso bien y aquello es mejor que las insípidas películas políticamente correctas de hoy en día, en donde todos aprenden una buena lección al final del film.

Hubo un par de películas que quedaron fuera de la selección, Aguirre, la cólera de Dios (cuya copia estaba en tan mal estado que me terminé dando por vencido), El hombre de Mármol (que no me dio el tiempo para verla) y Andrei Rubliev, cuyas circunstancias alrededor del film explicaré a continuación.
Andrei Rubliev con el tiempo se fue convirtiendo en mi Waterloo. Después de varios intentos logré ver La infancia de Iván, pero con Rubliev siempre termino desnudo en la tundra rusa. La debo haber alquilado seis veces y nunca la pude ver de un tirón, volviéndoseme un tremendo karma que me ha seguido a través de los años. Capaz que es una señal, como si por acercarme demasiado al mensaje que oculta el film temiera a sufrir la misma suerte de Ícaro. Todo esto le venía comentando a El fino, convirtiéndosele más que en una advertencia, en una seductora invitación al misterio. Nos preparamos para el sábado en que la exhibí en mi cuarto. Me pegué un duchazo, apagué la computadora e intenté mantener entre rejas a todo aquello que tuviera potencial distractivo. Con todo el cuarto envuelto en algodones, El fino llegó, habiendo comido y dormido lo suficiente para aquel reto de más de tres horas que le había contado. Sin embargo, para mi sorpresa llega un invitado muy poco estratégico, Martín, un muy buen amigo que sin embargo suele estar acostumbrado a films del calibre de Rápido y Furioso, Soldado Universal y Rápido y Furioso II. Le advierto como tres o cuatro veces que el film lo más probable es que le parezca un embole, pero son tantas mis advertencias que termino generando el mismo efecto que con El fino: el tipo está intrigado, quiere ver de qué se trata la película. Comenzamos a ver el film, las primeras escenas son muy sugerentes, la filmación de un tipo volando desde un tipo de globo aerostático. Ya cuando aparece la larga escena de un bardo cantando Martín se siente un tanto desconcertado, pero lo oculta con elegancia. La película sigue avanzando y para los cincuenta minutos encontramos la primera baja: Martín ha sucumbido ante los oscuros encantos de Hipnos, con los párpados trepidantes y herméticos, la boca ligeramente abierta y la palma todavía cerrándose sobre su celular como si hubiera sido su último anhelo por aferrarse al mundo de los despiertos. Para la hora y media El fino también cae en sueño, pero al menos logra despertarse cada tanto, preguntándome qué pasó mientras estuvo dormido y yo manteniéndolo al tanto contestándole “casi nada”. Yo me mantengo despierto, y para la hora y cuarenta y cinco todos están nuevamente despiertos. Guardo la esperanza de que podamos vencer a Tarkovski todos juntos, pero cuando invaden los tártaros nuestra compañía se disuelve, y nos encontramos hablando de ex compañeros de liceo, el clima y una de las muchas anécdotas ridículamente divertidas de Martín. Van dos horas y cinco minutos del film e intento aferrarme a algo para seguir viendo, pero me doy cuenta de que es inútil. El fino mira cada tanto, pero principalmente habla con Martín. Para las dos horas y quince minutos, como la voz del niño que advierte que el rey está desnudo, me convierto en portavoz de lo que todos sabemos y decido poner Eject a la película. Una vez más, otra batalla perdida ante el genio de Tarkovski.

Epílogo
Habían pasado unos pocos días de aquel empache cinéfilo, y a pesar de mi promesa de no ver películas por un tiempo, termino yendo al cine a ver Hit, la película de Claudia Abend y Adriana Loeff sobre cinco canciones que cambiaron la historia de Uruguay. Tras una serie de malentendidos, pienso que María me dice que vaya a ver solo la película, por lo que compro sólo una entrada para el cine Hoyts de Punta Carretas. Me olvidé de traer mis lentes, por lo que decido sentarme bastante adelante. Estoy en la función de las seis, por lo que hay espacio de sobra. Ahora que lo pienso es una estupidez, ya que la película obviamente está en español y no voy a estar obligado a leer subtítulo alguno. A muchas personas le parece inconcebible asistir al cine sin acompañante. A mi me parece de lo más natural, si suelo ver las películas que alquilo solo, ¿qué diferencia hay con ir al cine? Sentado allí, viendo el inicio del film en que dice “había una vez un país…” por un momento me siento sereno y pienso que la butaca de un cine debe ser uno de los lugares que me siento mejor en el mundo, y al mismo tiempo me comienza a invadir una angustia insoportable. La galería de imágenes y grabaciones de archivo tocan un engranaje suelto que tengo adentro y que me hace un extraño nudo en la garganta, una sensación mezclada entre la experimentación de un momento sumamente angustioso y el llanto de emoción de una gloria deportiva. Lo pienso como un sedimento de nacionalismo que me quedó desde la adolescencia, donde la posibilidad de emigrar definitivamente se había constituido una firme posibilidad (nadie sabe lo que quiere a un país hasta que corre el riesgo de perderlo). Viene la entrevista a Anibal Sampayo y me nudo se tensa aún más, esta vez tranquilizándome el hecho de estar más justificado (es decir, la idea de un hombre que nunca fue debidamente reconocido por su música y que ya en su decrepitud no puede recordar las letras que hizo es algo de por sí triste). Pero tras el respiro de las irreverentes entrevistas a los Shakers, para cuando llega Eduardo Mateo me desmorono completamente. Mi rostro está tan duro que tiembla, es esos momentos en que uno se puede verse a sí mismo como en una fotografía y veo mi rostro firme, como el de un hijo mayor intentando mantener su dignidad con estoicismo mientras carga el cajón de su padre en un entierro. La única persona que está en mi fila, un tipo que ronda los veinticinco, treinta años ve mi rostro pálido, los ojos bien abiertos y rojos pero sin lágrimas, y por cierto pudor se levanta y se va unas butacas atrás. Debe pensar que soy pariente del tipo, o algo por el estilo, sintiendo que debe dejarme a solas con la película. En cierto modo agradezco haber ido al film solo, porque para alguien que no suele expresar líquidamente sus sentimientos, la tarea de mantener la compostura resultaría completamente extenuante. Me imagino que de haber ido con María me habría ido de la sala súbitamente, diciéndole que ya vengo, para irme a respirar entre sollozos al baño, mirándome al espejo, intentando ejercitar una cara y una excusa para volver a la película. Pero no hay nadie, estoy solo y si bien eso potencia este sentimiento, lo siento como una cierta tregua que me da el film. Pero el nudo no se va, y cuando llego a A redoblar de Rumbo, ante el primer verso de la canción siento como si aquello agitara un pasado que nunca viví, como si la historia colectiva de la dictadura me poseyera mediúmnicamente usando la película como canal. Aquella canción forma parte del inconciente colectivo de una nación, y uno no tiene que haber vivido aquella época para suponer el impacto que esa canción causó. De chico, cuando escuchaba “Volverá la alegría/a enredarse con tu voz/A medirse en tus manos/y a apoyarse en tu sudor”, sin saber qué era una dictadura sabía que aquel tema era algo muy serio, y aún en mi fervoroso odio hacia lo gremial de estos últimos años nunca llegué a ponerle un dedo a la canción, posiblemente por la misma razón que ahora estoy al borde del llanto. La película sigue y el carisma del Canario Luna me permite sobrellevarlo, pero entonces vuelve las filmaciones de archivo y me vuelvo a ahogar. Una vez que termina el film, tengo que mantenerme sentado durante parte de los subtítulos. Me siento de vidrio, en cualquier movimiento brusco me puedo hacer añicos. Cuando ya no tengo excusas de permanecer allí, salgo lento, cabizbaja. Intento pasar rápido, pero veo los rostros de las personas en la cola. Miran mis ojos, los tengo hinchados y rojos, se comentan cosas al oído. Sin darme mucho cuenta ya estoy en la puerta del shopping, pienso encontrar un cuarto o un baño vacío para arrodillarme por primera vez y por fin, de una vez, llorar.

55 comments:

Phibrizoq said...

Chúpense esa mandarina, soy primero (?). Después comento mejor :).

astllr said...

lo de Gilda y la Hayworth me lo saltee y lo dejo para mas adelante.

Si quiere ver un antecedente de roger rabbit véase Harvey (1950) con James Stewart. Maravillosa.

Sobre la emoción por el cantopopu, agustin, no se preocupe, estamos hechos de una madera misteriosa.

Duroc said...

Luego de un trasbordo por monos nuevamente visito el blog. Es amplia la cosa, pero un par de puntualidades: lo de Jessica Rabbit es compartido. Un ícono. Yo lo que recuerdo es haberla visto en un cine cerca de Retiro en Bs As, en tiempos de estreno. El rojo en ella es fuerte como el negro de Anita Ekberg... Otra cosa que comparto es el tema de ir al cine solo. A mi me agrada cada vez mas ir al cine solo, pero con el tiempo uno debe rebuscarselas para no caer mal. Por ej, este sabado pasado opte por ir alone a ver "Imperio" del señor Lynch y luego a "luca" (ya que estoy te comento que es la reseña de la nueva columna). Fue una maraton. Pero eso es otro tema, la cosa fue que al entrar a por la de Lynch me sorprendio la gente conocida que me encontre y ciertos malabares para alejarme. Luego, al final en los creditos me cruce con algunas amigas y lo bueno fue no haber emitido juicio sobre el ultimo grito jugadisimo del universo del director. Es una extension de Mullholland Drive para mi y mas, pero en fin, despues quiza te comento algo, ya que se que la viste tambien. Una pena que no nos cruzamos. Pero lo de Luca fue acompañado y de más, asi que uno quiso ir solo y se sintio bastante acompañado, mas alla que era una caldera cuando arranco el documental del romano. Y bueno, la dejo por aca, me gusto el post, reconozco que lei algo entrelineas, pero a mi tambien me picaba ver el documental "hit", pero quiza medio cerrado comente a amigos: "Por lo que me parece, veo lo que dice el Corto Buscaglia de Mateo o si dice algo Urbano, lo de Rumbo, me levanto y me voy". Ni que hablar con esa frase: "Que sponsor la muerte en el Uruguay". Pero no de mala onda, sino que al ver al de ntvg y al de la vela entre risas me pregunte ciertas cosas, y te pregunto para terminar: Es que aparecen o fueron tomados en cuenta a ciertos antiheroes de la musica uruguaya? O sea, anti-hits, como Tussi, Dalton o Nico Barcia? No se, quiza la justicia tarda pero llega, no lo se. Igual hay documentales que pasan por otras pantallas, algunas de ellas hechas de concreto... Salute Agustin.

cotox said...

Mi belleza hollywoodense favorita es la divina Grace Kelly, princesa que encontró la muerte en un ballardiano accidente de tránsito
Lo de Jessica Rabbit es generacional me doy cuenta.
Lo de ir al cine solo en realidad no es nada, yo hice un melodrama en mi blog pero era medio en broma, igual no me gusta encontrarme gente conocida pero es que yo soy un tipo inseguro

Hay un blog muy entretenido que entre otras cosas reseña la carrera de muchas bellezas del cine italiano, incluyendo por supuesto a la favorita del señor Agustín
http://fantasiamongoii.blogspot.com
El tipo que lo escribe es gay por lo que es más que un ejercicio de babeo masculino

Anonymous said...

completamente de acuerdo. las screwball comedies de los 30´s y 40´s son lo mejor. una especie de pico del género. no sé si ya las viste, pero, si te gustaron, tendrías que probar suerte con estas: "la pícara puritana" , "el milagro de palm beach" , un ladrón en la alcoba y ayuno de amor. en esos films (de sturges, lubischt, hawks y mccarey) está toda la fundación de un género y siguen siendo tan audaces, graciosas y queribles como siempre (parezco un viejo).
saludos.

Matías said...

Puta me perdí la última de Lynch! Alguien me puede decir cuando y donde la repiten?

Brunomilan said...

Se nos emociono el muchacho! Interminable y genial post, demasiados temas, demasiados cosas para comentar, ahi van algunas:
-Rogger Rabbit es un clasico indiscutible de la infancia, la escena que recuerdo y que me vino a la cabeza cuando empece a leer el post es cuando matan o disuelven el zapato en acido (o algo asi), recuerdo que me puso muy triste. Confieso que Jessica nunca me genero tal cosa, pero si Yayita de Condorito, al final de la niñez la calcaba de la revista y la ponia en situaciones sexualmente comprometedoras.

-Yo no se si me estas leyendo los pensamientos o que, pero estos dias me estaba acordando de los cabelleros del zodiaco y especialemente sobre los capitulos en la casa de Virgo, tal vez mi memoria me juega trucos pero tengo la sensacion de que eran muy ominosos y filosoficos...

theremin said...

mi belleza joligudense preferida, o mejor dicho, la mujer que siempre quise ser, es Audrey Hepburn, a pesar de que no resulte para la mayoría de los hombres mucho más que una piba de cuarenta y cinco kilos con ojos asustados. Nada como ella.

Cómo hartó Betty boop!! pobrecita.

Pero lo que en realidad quería comentar respecto del post, es que me conmovió mucho que conserves y sobre todo que nos muestres tus dibujos de cuando tenías doce años. Me parece de una transparencia hermosa.

Walter Hego said...

Agustín: Pa bellezas de Tinsel Town, a mí dame a la trágicamente finada Natalie Wood. Por Dio.

Y hablando de la Wood, si no viste Bob & Carol & Ted & Alice (Paul Mazursky, 1969), no te la pierdas, porque vale la pena. Y no sólo por el recreo visual que es la muchachita, sino como película. Y los otros tres protagonistas (Dyan Cannon, Robert Culp* y Elliott Gould) también se lucen actuando.


*Vos no, dada tu corta edad, pero alguno de los comentaristas más veteranos quizá se acuerde, hablando de Robert Culp, y ya no de cine sino de televisión añeja, de I, spy.

pad said...

Recientemente he hablado con un amigo de esa cancion... que uno por tenerla tan en la mente se olvida lo increible que es... hablo de a redoblar. El tipo esta ahora en el exterior y escucharla en esas condiciones es como meterse una daga. Creo que la cancion tiene dos dagas dificiles de sacar en momentos justos: al comienzo y al final. Vos sitaste el comienzo.. pero ademas, que cancion puede tener un estribillo mas maravilloso que ese para cerrar ("porque el corazon no quiere/entonar mas retiradas"), absolutamente incodficable para nadie que no sea uruguayo, o alguno muy metido con el uruguay. Carajo, ¿quien defiende el universalismo expresivo como condicion para hacer arte?. Al diablo.

Agustin Acevedo Kanopa said...

astllr:
Sí,en estos últimos años comencé a hacer las paces con algo que en realidad no tenía muchas razones para levantarme en pie de guerra. Viene incluso un poco antes de Hit, habiendo empezado a aproximarme por Zitarrosa y sobre todo el Darno. Hay algo muy traumático vinculado a todo esto, y es que de cierta forma neurótica y oscura me siento culpable por su muerte, ya que -sin saber de su enfermedad- la misma semana en que le robé a un amigo Entre el micrófono y la penumbra me enteré de la noticia de su muerte. Incluso recuerdo estar en Atlántida con mi primo, cagándome de la risa por cómo hacía una imitación muy exagerada pero muy acertada de la interpretación del Darno en Cápsulas.
Además, detrás de todo Juan de Dios hay un Diomedes con la criolla bajo el brazo

duroc:
Recién hoy me acabo de dar cuenta de que me fascinó Inland Empire. Fui uno de los que acompañó el aplauso en la sala, pero con palmas aún dudosas. Es decir, no sabía que decir, ni que pensar. Pero por suerte fue un gran acierto.
Siendo un gran fan de Buenos Muchachos y gustándome muchísimo lo que hacen otras bandas, no me parece muy desacertado que se prescinda de ellas para hacer Hit. Probablemente lo de Teyseira y Brancchiari sea un mero gancho para no solo captar a veteranos nostálgicos, pero aún así no me parece algo completamente desubicado, ya que, a pesar que me parezca bastante bajo de nivel, debe reconocerse que lo de estas dos bandas fue un verdadero Hit, por lo menos en términos de concurrencia o incidencia mediática.
Por ahí, bandas geniales como los buenos, lhm, o Santa Cruz siguen haciendo los mejores temas de los últimos diez años, pero es difícil, quizás por su difusión, confundirlos en la cartografía emocional de un país.
Igual, le digo que desde hace dos años se viene haciendo un documental sobre el under uruguayo -por antonomasia-. Vi a los tipos con cámaras en los toques de Buenos Muchachos, incluso en la despedida de Dante Inferno.

cotox:
Lo interesante de Grace Kelly es esa especie de doble vida tremendamente intensa que tiene algo como de personaje femenino de Lynch.
En su blog hay una buena galería de bellezas-principalmente francesas-, entre ellas Anna Karina que me resulta completamente adorable. Verla en Pierrot el loco es un manjar para los sentidos. Igual, siendo estadounidense pero metida de lleno en Francia por medio de Godard, mi fémina de Francia favorita es, y probablemente lo sea siempre, Jean Seberg (de paso, que hijo de puta con suerte Jean Paul Belmondo).
Otra de mis féminas favoritas es una que no es tan conocida, que aparece en Belle du Jour, como una de las prostitutas compañeras de Catherine Deneuve. Creo que se llama Françoise Fabian (imdb, dixit), es la pelirroja de esta foto
PD:Visité el blog que me dejó y no me deja de corroborar que nacimos en el año y el lugar equivocado

Agustin Acevedo Kanopa said...

Flavio:
La única que vi de las que mencionaste fue "La pícara puritana", que no supe apreciar en el momento de verla, pero que posiblemente me guste más si la veo nuevamente. Recién empecé por esta fiebre de comedias los 30' y 40', y siento la hermosa sensación de que me queda mucho por ver

Matías:
Por ahora no la van a repetir, pero hay posibilidad que la pasen en el Hoyts (yo iría de vuelta seguro).

brunomilan:
Jajaja, justo este verano en un gran archivo de revistas de Condorito que hay en la casa de mis abuelos en Atlántida me puse a ver a Yayita y me dije "pucha, que está buena". El único detalle, creo yo, es que a pesar de seguir sacando números hasta hoy en día, la revista se quedó en una estética medio ochentosa. ¿Me equivoco?
El otro detalle es que el dibujante hace las minas todas muy parecidas, y ocurre algo similar a lo que pasa con el exceso de exuberancia mamaria en series de hentai onda Bible Black: hay un momento que de ser todas tan tetudas terminan por volverse inocuas.
La disolución del zapato en ácido realmente es muy triste, ya que los tipos lograron poner de lleno una muerte inocente en un terreno en que aquello es prácticamente desconocido e impensable

theremin:
Me alegro que le hayan gustado las Misses que dejé, fue una movida algo arriesgada, y que en otros círculos probablemente me habría valido de eternas jodas

Walter:
Natalie Wood también es im-pre-sio-nan-te. Qué será de las mujeres tan bellas que tienen que morir siempre tan trágicamente... justo ahora me acuerdo de Jean Seberg.
Me gusta encontrar bellezas que pasan algo desapercibidas en las películas, justo ahora me acuerdo de Jo Ann Pflug, la morocha que aparece en el minuto 7 de este extracto de M*A*S*H* que le dejo a su disposición

pad:
Está bueno lo que menciona justamente Hit de ese estribillo, por el hecho de que mucha gente felicitó a los de la banda por una suerte de mensaje subliminal que dejaron en la canción:
porque el corazón no quiere
enton-armas-retiradas.
Concuerdo con lo del final, cuando entra el redoblante surge una fuerza que es como una daga bien metida entre las costillas.

Duroc said...

Lo que quise decir era mas bien una pregunta: si por casualidad aparecia alguno de los tres musicos en el documental hablando. Pero lo sé, que es casi imposible. Sólo que me parecería raro, era una pregunta para vos que viste el documental. Igual me parecerían opiniones válidas. Se cae de maduro que "Elvis en Gorlero", "Sin Cielo" o "Marcón" no son hits. Quiza no fui claro en mi opinion. Salute.

Ama-gi said...

Ah, las tanas...vamos a buscar algo de Sabrina Ferili y Manuela Arcuri mientras no podemos ver el culo de Rocío.

Anonymous said...

¡Sí, sí, el culo de Rocío, el culo de Rocío!

Phibrizoq said...

Mi generación no fue la generación de Roger Rabbit, así que no vi esa película. Fuck, no vi ninguna de las películas que mencionás que alquilaste, aunque tenía ganas de ver 2046 (lo oriental siempre me puede).
Perdón por un comment tan choto, esto es lo que pasa cuando uno es un ignorante en el séptimo arte... ¡TENGO QUE VER MÁS CINE!

Ahora, nunca entendí lo de la fascinación por un dibujito. Aunque claro, al no ser heterosexual, hubiera sido bastante jodido que una femme fatale animada me despertara algo.

Brunomilan said...

Pregunta que dejo flotando en el viento(?): por que sera que todas las ediciones de "Aguirre, la ira de dios" estan hechas mierda? el otro dia estaba por sacarla cuando el flaco del cineclub me dijo que no me gastara por que se veia como el culo...

De paso alquila "The Wild Blue Yonder" que es tal vez junto con "Imperio" una de las peliculas visualmente mas increibles de la historia del cine.

Anonymous said...

Partamos de una breve premisa: Claudia Cardinale es el máximo exponente de la belleza en su más simple pureza, no hay nadie mas capaz de atentar contra mi poder de concentración al mirar una película, que esa italiana. No podría estar más de acuerdo con Fellini.

Hoy por hoy, ceo que la tana que más se le acerca a Cardinale (y apenas) es Giovanna Mezzogiorno, no en el Amor en los Tiempos de Cólera, más bien en La Finestra di Fronte, ahí sí que raya en lo sublime.

Respecto a la escena de la Dolce Vita...oh, my...esa belleza sueca justifica cualquier emprendimiento desmedido del barroco, la Fontana de Alberti queda completamente justificada tan solo por esos minutos de película que a mi me resultaron tan cortos. De todos modos, sigo pensando que la película (bah, el corto) que más justicia hace a la belleza de Eckberg es el de Fellini en Bocaccio..., con el atormentado Pepino di Filippo como coprotagonista.

Hay algunos que si tuvieran la posibilidad de elegir otra vida, elegirían la de un cotizado samurai-actor-porno, yo creo que elegiría tomar el lugar de Mastroianni en la edad de oro del cine italiano.

Agustin Acevedo Kanopa said...

phibrizoq:
Igual, no solo hay grandes femmes en el cine de los 30'-50'. Péguele un vistazo a Brando en un tranvía llamado deseo. Más allá de ser mi actor favorito de todos los tiempos, el tipo tenía una cualidad inigualable para salir en la pantalla, y ciertamente más de una vez pensé que daría lo que fuera por actuar como él, caminar como él, hablar como él. Una prueba de ello es Ultimo Tango en París, en donde el tipo más allá de comenzar a adentrarse en la veteranía, sigue siendo uno de los tipos más increíblemente facheros que vi en mi vida.
Acá una escena

ama-gi
Ya que mencionaste a tanas contemporáneas, más allá de la redundancia de mencionar a Monica Bellucci (que Dios se apiade de nosotros), siempre me gustó Asia Argento, más que por su belleza, por su actitud.

brunomilan:
Yo te diría que hay una conspiración para callar a Werner Herzog. Casi todas las películas que alquilé de él me trajeron hartos problemas.
Habría que hacer lo mismo con las última película de Tarantino

el fino:
Lo increíble de la escena de la Fontana di Trevi no es sólo la forma en que actúa Ekberg -posiblemente la materialización en carne viva de la bella indiferencia de las histéricas-sino el mismo ritmo de la escena, en que todo el escenario parece actuar bajo el capricho de la blonda, y hasta nosotros nos desesperamos por ese beso que nunca le llega a Mastroiani.
Yo creo que el que tuvo mejor suerte por aquellos tiempos fue Jean Paul Belmondo. Fíjese las féminas que pasaron por sus personajes y ahí tendrá razones de sobra para envidiarlo hasta el fin de sus días. No hay que negar la suerte de Mastroiani, pero hasta donde recuerdo, en Fellini 8 y 1/2 Cardinalle no es más que una musa imposible y en El bello Antonio, el pobre tipo es impotente
PD:Cómo te gusta decir el nombre Pepino di Filippo

Anonymous said...

Si tu envidia a Belmondo parte por su actuación junto a Cardinale en La Viaccia, o con Sophia Loren en Dos Mujeres (la Loren, che ragazza...), estoy totalmente de acuerdo. Pero estoy seguro de que también estás pensando en Seberg, obsesión que no comparto, no le encuentro nada particular.

Duroc, como hizo para vencer las sombrías maniobras de Cinemateca y ver Inland Empire y Luca?

Inland Empire me dejó perturbado, sensación que me encanta luego de ver una película. Aún así, todavia estoy procesando lo que vi y aun me quedan varias veces por verla. Ahora bien, la imaginería visual de Lynch es cada vez más sorprendente, sobre todo en las primeras imágenes de la película, con ese aire pesado del cine de europa oriental, espacios interiores de proporciones asfixiantes, y una luz sumamente dañina. También me llamó la atención esa secuencia arrítmica en los diálogos, como si fueran dos monólogos que hacen interferencia.

Y para terminar, me gusta como suena, y lo seguiré diciendo: Pepino di Filippo.

astllr said...

Agustin, detrás de todo Juan de Dios hay un José Asunción Silva.

Entre el microfono... es un buen disco con grandes canciones que crecen cuando sabemos que el tipo se está muriendo.

Ese morbo de uno, no? que piensa: cómo sería este disco cantado por otro o por él mismo diez años mejor?

El tipo hizo su primer disco a los DIECISIETE AÑOS. Y qué disco (Canción de muchacho). Y ya era él.

Lo de llorar con Hit creo que tiene que ver con ver música y cine al mismo tiempo.

Personalmente lloro en el 90% de la música en vivo a la que asisto y en el 50 de las películas que veo.

2046, una gran película, todo riesgo, todo éxito.

Aguirre, el día que la vea, recordará ese final para siempre.

inland empire me espera en dvd, sólo que ahora tengo visita en casa y la quiero ver SOLO.

Agustin Acevedo Kanopa said...

el fino:
Nunca le perdonaré su incomprensión ante la belleza de Jean Seberg. Tiene que verla gritar "New York Herald tribune" en A bout de souffle, y verá que siempre tuve la razón.
Con respecto al film de Lynch me obsesionó la imagen de todas las mujeres en esa especie de habitación limbo, y la escena de las putas en la nieve, en un entorno que parecía polonia de los años treinta.
A mi me gusta como suena:
BURT LANCASTER

astllr:
Puede ser que tengas razón con lo de de Entre el micrófono y la penumbra. Personalmente, las circunstancias que me ataron a ese disco nunca lo van a deslindar de la muerte.
2046 fue uno de los films que más me gustaron de mi selección, pero por una cuestión de síntesis, no la pude meter en este post.
Es un film enorme, la soledad abyecta del protagonista, la música y la forma en que se mete entre escenas es de lo mejor que he visto en mucho tiempo, dramático pero con respeto a la trama y tremendamente envolvente.
Y además, GONG LI

....

con el fino nos pasamos diciendo fuaaa cada quince minutos

Anonymous said...

duroc: a mí, más allá de alguna observación, me gustó mucho Hit, y la verdad me hubiera extrañado mucho el que me llamaran a mí, a Peter o a Nico. De hecho no hay prácticamente rockeros en la película, sólo Teysera y Brancciari haciendo de Beavis y Butthead, lo cual no es precisamente un buen papel.

Hit trata de un paradigma musical totalmente diferente al que hemos estado trabajando nosotros (lo cual no quita que casi todas las canciones tratadas en el mismo me parezcan colosales). Tal vez tuviéramos opiniones interesantes sobre ellas, tal vez no. Me parece más acertado el haber consultado a Teysera y Brancciari, que en cuanto a hits realmente están mucho más autorizados para hablar.

PD: Rita Hayworth en Glenda se la pone dura hasta a Petru Valenski, sin que se le vea más que un hombro y un inicio de escote. Vale la pena ver esa película para aprender algo -un toco- sobre seducción y sexualidad.

Stephanie Biscomb said...

¡Miss Bosnia! ¡Sos un groso!

Aun no miré Hit pero la quiero ir a ver. Dios sabe que probablemente sea la uruguaya menos patriótica del mundo, pero el mismo trailer del documental me dio una cosita 'uruguay' en el fondo del estómago. Puede ser patriotismo, puede ser que conozco a una de las directoras o puede ser que me cayó mal el pop, pero no cambia que quiera ir a verla. Y, justamente, el momento del pellizco en el fondo del estómago fue con las entonaciones de A redoblar.

Concuerdo con cotox, sobre Grace Kelly y, en especial, ese primer plano en de La Ventana Indiscreta que posiblemente todos conozcan. No voy a entrar en detalles porque siempre me creo súper original y termina resultando que estoy mencionando algo increíblemente mainstream o trillado. Ustedes seguramente sepan cuál es.

A mí Jessica Rabbit me daba vergüenza. Nunca había visto tetas tan grandes y tenía miedo que se le escapara una. Y no, eso era lo peor que podía pasar.. ¡estaba mi mamá al lado mío! Y con Yayita de Condorito me pasaba que no entendía cómo podía tener una cinturita tan tan chiquita.

Y si, phibrizoq, mirate Un tranvía llamado deseo. Yo conocí a Brando en las últimas y cuando vi esa película, bueno... digamos que me sorprendí. Pero, sí, mire tranquilo.

Walter Hego said...

Tüssi: ¿"Glenda" es "Gilda"?

Si estamos hablando de la misma película, recuerdo que la vi en televisión, hace décadas, y no me olvido de la Hayworth cantando Put the blame on Mame y sacándose esos guantes largos.

Me voy a ver esa escena de nuevo, acá. (El vídeo termina con la legendaria cachetada.)

P.S.: Se me ocurre que el error pueda deberse a que hayas mezclado el título de la película con el del nombre de pila del actor protagonista, Glenn Ford.

Agustin Acevedo Kanopa said...

Ja, Benito resumió muy bien el papel de Teyseira y Brancchiari. Faltaba que dijeran "Canario Luna..hem... hem...cool" y ya estaban completos.
En cuanto a Gilda, además del video que dejé de Put the blame on Mame, es legendaria y completamente despampanante su entrada en el film, cuando el tipo le presenta su esposa a Glenn Ford y la tipa aparece vistiéndose y al preguntarle "Gilda, are you decent"-que asumo que es como preguntarle si está vestida- dice "Me?..."-cruza miradas con Ford y continua- "I am decent". Acá el enfermante momento.

Con respecto a Grace Kelly, sí, es indudablemente hermosa, pero en lo personal, siempre creí que le falta ese sincretismo entre belleza y sexualidad que sí logra Hayworth y Cardinale.
La incomodidad de ver películas subidas de tono con los viejos (sobre todo cuando sos chico) la conozco muy bien. Recuerdo la experiencia de haber visto parte de Crash con mis padres y abuelos. Naturalmente me mandaron a la cama, y naturalmente la terminé en mi cuarto.

Anonymous said...

acudo a este blog porque se que hay aficionados a la literatura y escritores tambien.
mi objetivo s claro y concreto.megustaria saber si conocen algun taller literario.he estado averiguando y naddie me ha podido ayudar demasiado, es por eso q acudo a este manotazo de ahogado.
gracias
federico

Walter Hego said...

Agustín: ¿Habías puesto el vínculo al vídeo? Qué boludo, no lo tuve presente y lo puse yo también. Sepa disculpar la redundancia.

Agustin Acevedo Kanopa said...

Federico:
En general siempre me mantengo firme a la idea de no ir a ningún taller literario. No sólo por experiencia me pareció algo frustrante -ojo, capaz que no fui al adecuado-, sino que me parece que el escribir, además de tener maestros al alcance de la mano -libros, películas, incluso amigos.- debe ser un camino estrictamente personal y hasta intuitivo.
Pero bueno, esa es solo mi opinión.

walter:
jaja, walter, suele pasar, no se preocupe

Anonymous said...

WH: Miserablemente admito una de mis clásicas confusiones: es Gilda (una de mis películas favoritas) y no "Glenda". De tener más clase me habría confundido con Gloria, que por lo menos evoca a dos mujeres magníficas en sus dos versiones: Gena Rowlands y Sharon Stone.

Pero Rita Hayworth en Gilda... el mundo sería un lugar mucho mejor si las jóvenes decidieran perrear a lo Gilda y no a lo Britney, Cristina, Beyoncé o la perra de moda y de erotismo obvio.

Grace Kelly: Antartica starts in her.

Tüssi

(tocamos el 11 de abril en BJ con Carmen Sandiego de banda invitada, perdonen la descarada y desvergonzda publicity, pero recién lo confirmamos y tenemos tantos problemas de comunicación que me permito este abuso).

El gaucho insufrible said...

Agus:
Creo que la pelicula española de zoofilia e incesto que no te acordás el nombre debe haber sido "Caniche", una de las primeras peliculas del cachondisimo director español Bigas Luna.

La idea de la pelicula se le ocurrio a Bigas basandose en una historia sobre Dalí, al cual se le murió el perro y lo quería tanto que se lo comió.

Agustin Acevedo Kanopa said...

tüssi:
Tremenda casualidad, pero justo, justo cuando leía tu comentario estaba escuchando el Paris 1919, precisamente Antartica starts here.
A los Carmen Sandiego tengo ganas de verlos desde hace un buen rato, así que las dos bandas pintan bien para una buena velada en BJ
El mundo sería un lugar terrible, pero infinitamente hermoso si todas las mujeres fueran como Anna Karina en Pierrot el loco

Oldboy:
Sí, era la de Bigas Luna.
Que película horrible, muy incómoda, pero no de esas incomodidades lyncheana, sino sencillamente molesta.
A juzgar por las tapas de los videos, sí, parece que el español es medio cachondo.
Ahora, cuando terminaba la película, decía que estaba inspirada en un cuento que se llamaba Caniche, pero no era de Dalí

El gaucho insufrible said...

Bueno, lo de la idea germinal de "Caniche" - mas que una inspiración literal de un cuento - lo decia el propio Bigas en uno de los programas de cine español que regala TVE, en donde proyectan una pelicula autóctona a eso de las 10.00 de la noche y para la 12:30 de la noche hay una tertulia con el director y los actores comentando los chusmerios del rodaje y anécdotas, allí escuche lo de Dalí.

Generalmente el chusmerio es bastante más divertido que la película como en éste caso.

De todas formas el zapping me ganó y solo vi la primera mitad y la tertulia.

La pelicula solo pudo aumentar mi ya natural desprecio por ese tipo de perros.
...
Hablando de visiones sobre la musica uruguaya, ¿alguien ha leido el libro sobre el rock uruguayo que escribió Gabriel Peveroni?,que tal, vale la pena conseguirlo?

Tomás Eastman said...

Bueno, un post larguito, como los que acostumbra.
Un par de apuntes.
Una sabia su madre, como le dejó expresar su lado femenino de manera no traumática. Maravilloso.
No así los dibujos en sí que dejan bastante que desear
No voy a ir a ver HIT. No me interesa. Ninguna de esas canciones me cambió nada.
Mi hermano Al salía con Audrey Hepburn y Claudia Cardinale
salutes

Agustin Acevedo Kanopa said...

oldboy:
Yo tengo el libro de Peveroni y me parece que su punto fuerte es el archivo fotográfico. Lo demás, medio flojo. Un repaso muy general, frío, sin niguna opinión, como si quisiera quedar bien con Dios y con el Diablo. Me da la impresión de que en el anhelo de abarcar a la mayoría de los músicos uruguayos, se perdió la música que había detrás de esos nombres. Igual, para regalárselo a alguien que no tiene idea del rock uruguayo y quiere comenzar por algun lado no esta mal (en mi caso me abrió las puertas a Gallos Humanos y no me acuerdo qué otra banda).

el-warren:
Ja, sí, los dibujos en sí no son muy buenos, sobre todo por el movimiento, las tipas parecen muy duras, con los brazos como si fueran extrañas perchas. Aún así, ahora saco la cuenta de que no estaba en la pubertad, como había dicho, sino en mis nueve años, por lo que atempera un poco mi juicio sobre la calidad artística de los mismos.

lucas said...

agustin, te cuento un par de cosas que me vinieron a la mente despues de leer tu post

-nunca me gusto Roger Rabbit. recuerdo que en un momento de mi infancia la pasaban constantemente en la tele (sobretodo los domingos, claro), y si bien en mas de una oportunidad supe engancharme con la pelicula, jamas logre llegar mas alla de la primera media hora. ahora lo que no recuerdo bien es si yo me dormia o sucumbia bajo el encanto de algún otro canal, donde estuviesen dando "The Goonies" o "ET" o la pelicula esa en la que los pibes juegan al baseball y las pelotas se le pierden en la casa de un ciego que tiene un perro exterminador (o algo asi, que para el caso las tres son peliculas de un mistica indudablemente dominguera)

-lo que mas me gusta de Inland Empire (y esto lo descubri luego de verla de nuevo un par de veces) es que actúa en níveles impensados incluso para el fanatico mas fanatico de las locuras lycheanas), es que es una pelicula que, dado su duración, uno puede dejarla sin siquiera poner pausa e irse un rato a tomar aire (porque es un filme que exige ir a tomar aire) y luego volver y darse cuenta de que, por mas que se haya perdido alguna que otra cosa, el filme sigue teniendo el mismo grado de hipnotismo y uno vuelve a engancharse terriblemente, por mas que no sepa muy bien lo que esta pasando. eso es un truco que solo grandes como Lynch puden hacer

-lo que decis sobre las peliculas de Herzog es verdad: no hay copia alguna de sus peliculas que no tenga alguna falla. es increible.

Agustin Acevedo Kanopa said...

sensei:
The Gonnies era un clásico, hace un tiempo que estoy en plan de verla de nuevo, pero tengo miedo de que me decepcione. La de los niños baseballistas la recuerdo muy bien, era la del niño nerd que tiene un amigo latino cool y muy buen baseballista y donde los dos terminan siendo comentarista deportivo y jugador de las grandes ligas, respectivamente.
Con respecto a Lynch,debe ser una de las películas más inexplicables en cuanto a gustos que puede haber. Recién a los días sentí necesidad de verla de nuevo, como si fuera algo haciendo una extraña metástasis en mi cuerpo

benito said...

La vi hace poco, y The Goonies, al igual que la canción de Cindi Lauper con la que está indisolublemente asociada, se la banca bastante bien. Tiene un par de chistes de esa estupidez muy 80s que no envejecieron bien, lo mismo que ese triunfalismo tan de época, pero sigue siendo rápida.

La comparación de la escena de Hayworth con la de Sevigny es en realidad un poco incorrecta, porque -más allá del morbo- la mamada de The Brown Bunny es (deliberadamente en mi opinión) muy poco erótica, y en Gilda todo es erotismo deliberado.

Agustin Acevedo Kanopa said...

Puede ser que tengas razón en referencia a The Brown Bunny, pero en realidad el ejemplo era sólo para resaltar el hecho de que un brazo bien desenvainado de un guante puede ser más letal que una pistola. Sólo una apreciación de que lo que no se deja ver suele ser más excitante de lo que se ve en su forma descarnada.

El gaucho insufrible said...

... habia un chiste sobre Uruguay en un capitulo de los Simpsons en donde hacia un juego de palabras entre "Uruguay" (con pronunciación inglesa) y "You Are Gay", intraducible, no me acuerdo que decia en castellano...

benito said...

Bueno, eso no pasa solamente en el cine; yo pensaba eso viendo minas en la playa, digo, cómo en automático la gente vulgar ha hecho creer que más (carne a la vista) es más erotismo, cuando en realidad casi siempre es lo opuesto porque no estamos muy acostumbrados a ver el cuerpo humano, y tenemos un concepto idealizado del mismo.

En la playa descubrí que me parecen mil veces más eróticos esos bikinis nuevos cuya parte de abajo es casi como un short que los persistentes pero anacrónicos cola-less. Y el topless me sigue pareciendo una exageración.

Agustin Acevedo Kanopa said...

Esa misma conclusión la he obtenido de algunas modelos lingerie que se han tirado al hardcore, así también como con la patética Playboy Argentina, que tienen menos idea del erotismo que María Auxiliadora de Vázquez

Los shortcitos son lo mejor.
La colales le gana al hilo dental por lejos.
Un escote puede mucho más que un bikini.
Y ciertamente, debe haber muy pocas cosas menos sexy que una playa nudista.

astllr said...

Curioso, agustín, ayer tuve un sueño donde estaba con un amigo y me decía, mirá, escuchá esto. Y era Candombe del 31 de Jaime. La primera vez que la escuché fue a los 14 años.

Bandoneón del Barrio Sur respirá/ y tirame otro candombe/que no somos nada y se acaba el año/ el que viene es peor...

Y cuando empezaba esa parte medio improvisada donde el tipo empieza a tararear como mascullando con la voz, me largaba a llorar, en el sueño.

Entonces me quedé pensando si acaso lloramos por aquellas cosas que nos hacen acordar a algo o existen cosas que sólo nos mueven algo sin que intervenga el recuerdo necesariamente. No sé.

Con respecto a las que nos evocan algo, en su caso A redoblar, supongo que es justamente esa zona donde la historia de uno empieza y se abre individualmente de la historia social o familiar lo que nos hace percibirla como "zona sensible".

Anonymous said...

Agustín, en efecto, la mujer que vivía en la misma pensión que el protagonista en 2046 no estaba encarnado por Gong Li, esa era Zhang Ziyi.

Estoy de acuerdo en que Gong Li es increible, pero Zhang Ziyi podría convencerme de almorzar perro en un carrito callejero en Shangai con solo susurrarlmelo al oído.

Walter Hego said...

Agustín: Tamos de acuerdo: decir que una playa nudista es sexy sería tan absurdo como sostener que la gente desnuda es sexy. Hay gente desnuda y gente desnuda, por supuesto, y en una playa nudista uno puede toparse con gente muy diferente, desde pendejas que están que se parten a jovatas mal conservadas, pasando por adolescentes poco agraciadas y veteranas fuertongas.

Ahora, yo le aseguro que en La Sirena he visto alguna de las mencionadas en primer lugar y fue toda una alegría pa las vistas.

Agustin Acevedo Kanopa said...

astllr:
Yo no suelo llorar, pero sí he tenido la garganta atragantada, no sólo por cosas que nos traen a un determinado acontecimiento del pasado, sino por cosas que ni siquiera viví, o que quizás viviré algún día. En este sentido, estoy fascinado con El tiempo está después, de Fernando Cabrera, porque me da la idea de una melancolía que se proyecta en el futuro y duele en el presente.
La primavera en aquel barrio
se llama soledad
se llama gritos de ternura
pidiendo para entrar
y en el apuro está lloviendo
ya no se apretarán
mis lágrimas en tus bolsillos
cambiaste de sacón

Un día nos encontraremos
en otro carnaval
tendremos suerte si aprendemos
que no hay ningún rincón
que no hay ningún atracadero
que pueda disolver
en su escondite lo que fuimos
el tiempo está después


walter:
mi única experiencia en una playa nudista fue ir (vestido) a chihuahua con mi padre cuando tenía once años. Efectivamente, cada tanto aparecía una mujer bien formada, pero a tanta vieja y veterano en pelotas, la libido estaba bastante por debajo de lo normal

el fino:
Más allá de mi equivocación, sigo prefiriendo a Gong Li. Mírela como villana en la floja película Memorias de una Geisha y entenderá de que hablo.

Ahora sí,
un susurro de Zhang Ziyi podría convencerme de prácticamente todo, y eso incluye:
a)Revisarme la próstata semanalmente con Freddy Kruger como proctólogo
b)Meterle la pesada a Bob Sapp
c)Escuchar entero el último disco de Fergie (bueno, no para tanto)

Anonymous said...
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Walter Hego said...
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Walter Hego said...

Agustín: Nunca fui a Chihuahua, pero me imagino que en temporada debe ser bastante concurrida, por lo que la probabilidad de ver cualquier tipo de cuerpo humano en pelota viva, y de verlo de cerca, debe ser bastante alta.

En cambio, a La Sirena no va casi nadie. Supongo que ello se debe a un par de factores, a saber:


1. Aguas Dulces es un balneario de población muchísimo menor que la de Punta del Este.

2. A Aguas Dulces van mayormente uruguayos, pueblo que, como sabemos, es bastante pacato y reprimido. Punta del Este, por su parte, se llena en verano de extranjeros, sobre todo argentinos y brasileños. Y tanto éstos como aquéllos son considerablemente más desinhibidos que los yoruguas.


Por lo dicho, si bien La Sirena suele estar prácticamente desierta, cuando uno ve a otras personas ahí las ve de lejos, ya que la densidad de población de la yapla es bajísima.

Por ende, si bien la manteca que vi retozar en bolas estaba a unos cuantos metros (y no se imagina cómo me habría gustado tener unos catalejos), las veteranas y veteranos de carnes caídas que vi también se encontraban a una distancia relativamente grande, cosa por la que di gracias al Señor.

El gaucho insufrible said...

El topless, realmente puede agradar a la vista, digamos desde un punto de vista "externo" [de voyeur], pero a mi me ha pasado de ir a una playa de la Costa Brava con un compañero de trabajo y su amigos - hombres y mujeres - y que tus interlocutores en una charla cordial y banal enseñen las tetas con tu esposa junto a ti, es por lo menos - para un uruguayo no acostubrado - un fenomeno "raro", y para nada sensual.

Circe said...

"Por alguna razón, la gente se muestra muy reservada a la hora de hablar sobre su atracción hacia un personaje de tinta"

A mí me gustaba Egon, el de los cazafantasmas.

Simpre me atrajeron los de lentes.

Walter Hego said...

Cir: Seguro que te gusta Clark Kent, entonces.

Robertö said...

A mi me gustaba mucho de niño la zorra del Robin Hood de Walt Disney.
Curiosamente mi sobrino me pedía que le alquilara esa película todos los fines de semana que se quedaba en casa. Siempre me colgaba a mirarla con él.

Y la sensualidad natural de Campanita da la impresión de no perecer.

Me parece que el fragmento de R.H. que citaron por ahí es el que aparece en "Sueños de libertad" y la reacción de los presos al verla es bastante ilustrativa.

Uno siente una culpa de la gran puta comentando posteos que no pudo leer completos por concepto de deficit atencional contemporáneo. Sepa disculpar.

Agustin Acevedo Kanopa said...

Lady Marian versión zorro es, a mi parecer, la mujer más lograda en cuanto a sincretismo entre ternura y sensualidad de la historia de Disney. De chico también me parecía tremendamente impactante, especialmente la escena de esa fiesta nocturna en el bosque. Sentía algo extraño al ver dicha escena, creo que era una especie de excitación que por mi temprana edad confundía con enamoramiento.

Anonymous said...

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