Sunday, October 12, 2008

Dueños de la sensación

The only questions worth asking today are whether humans are going to have any emotions tomorrow, and what the quality of life will be if the answer is no.

Lester Bangs

Paso maravillado las páginas de El hombre ante la muerte, un laburo monumental realizado por Philippe Ariès, que intenta analizar y ser documento de todos las transformaciones que se han dado, desde el principio de los días, alrededor de los ritos mortuorios de los hombres. El trabajo no se queda en una mera cuestión taxonómica o fenomenológica, y el tipo a partir de sus análisis hace un interesante estudio, no sólo de cómo ha mutado la concepción de vida y muerte, sino también del pecado, la productividad, el romanticismo, el amor y la sensibilidad propia de una época. Hablar sobre el libro daría para rato, pero lo que particularmente llamó mi atención fueron algunas brillantes apreciaciones sobre la muerte de hoy en día, que levanta sus puentes hacia ciertos aspectos de una sensibilidad que impera en la vida cotidiana, así como en las artes. El período que nos abarca será llamado el de La muerte invertida.
Hasta la primera guerra mundial, al menos en el mundo occidental, la muerte de una persona modificaba el espacio y tiempo de un grupo social, instrumentándose ciertos ritos o hábitos, como podría ser cerrar los postigos, hacer sonar las campanas de la iglesia, o realizarse vistosos cortejos fúnebres. De cierto modo, el duelo no recaía tanto sobre el núcleo familiar, o los más íntimos del difunto, sino que se repartía entre todos los miembros de la comunidad. El tono afectado, casi bullicioso de aquellos funerales, coloridamente patético, y por momentos rozando en algunas aristas con el auténtico festejo, se realizaba para repudiar la muerte, o al menos ahuyentarla temporalmente, es decir, como si la reacción del pueblo fuese más una acción en constructo a la entidad abstracta de la muerte, más que el puro dolor descarnado y desanudado que recae sobre el duelista de nuestros tiempos actuales. Es recién a partir de la segunda guerra mundial –en un mundo que fue testigo del horroroso poder devastador del hombre, al mismo tiempo que iba transformándose conforme a las mutaciones antropófagas del capitalismo- que la inscripción entre individuo y sociedad pierde esa continuidad casi edénica que lo caracterizaba, erigiéndose lo privado, y aflojándose los lazos entre la sociedad (por lo menos en entornos urbanos, o propiamente industriales). En el estado actual de las cosas, la desaparición de un individuo ya no afecta a la continuidad de una colectividad, todo el acontecer transcurre en los días siguientes como si nadie hubiese muerto. Cualquier intento de mostrar dolor ante el resto del mundo es sintomática, o disimuladamente censurado, la muerte se vuelve pornográfica.

De esta manera, se produce un tipo de sufrimiento a huis clos, en donde la sociedad pierde el rol que tenía antes, a la vez que comienza una economización de recursos en lo que concierne a los aspectos ritualísticos y simbólicos (simplificación de los ataúdes, suplantación de los rural cemetery por jardines, etc.). A tal decadencia de ritos le corresponde la totemización de la ciencia como medida de todas las cosas, con la medicalización como principal medidador del hombre en torno a su finitud. A través de ciertos avances tecnológicos-científicos, el médico suplanta las antiguas recetas populares y comienza a poder extender la vida más allá de lo que tenía imaginado. En la medida en que la higiene –por los mismos controles de epidemias- se va convirtiendo en un fin fundamental, la muerte, lejos de ser aquel desenlace dignificador del pasado, se comienza a percibir como algo sucio y repugnante. Las aproximaciones hacia la muerte comienzan a teñirse de esa misma asepsia que caracterizaba a los hospitales, y el mantenimiento de la vida, lejos de ser un criterio más a tener en cuenta, pasa a convertirse en un fin en sí mismo. Tal fin justifica toda intervención, y el hospital va adquiriendo omnipresencia como principal marco en donde la mayoría de las personas dejan de existir. El falleciente deja de ser aquella persona orgullosa y conciente de su destino que impartía sus últimas voluntades desde su misma habitación al resto de sus allegados, y se suplanta por el sujeto débil, entubado, que se muere prácticamente sin saberlo, o lo que es peor, engañado. El mundo comienza a entrar en una etapa llena de Ivanes Illitch, terminales y ancianos a los que son mentidos y conducidos como si fuesen niños (una mentira por partida doble, que no sólo va del médico hacia el paciente, sino que del mismo paciente hacia el médico, haciéndole creer que está creyendo aquello que el otro le dice).
Ante todo, lo que primero impera es la necesidad de mantener a la muerte lo más alejada posible, algo que no sólo se nota en la práctica médica, sino también en los funeral homes norteamericanos. Cuando parecía que las exequias eran parte del pasado, los funeral homes (no solo los velatorios realizados en la casa, sino esos servicios privados que se podían ver en series como Six feet under) descentran de la iglesia los ritos de despedida, pero reconducen los mismos dentro de los imperativos capitalistas: la muerte se vuelve un negocio. Sin embargo, Ariès nos señala que en este negocio de la muerte, hay todo excepto muerte. Mientras que en los antiguos ritos quedaba bastante patente la noción de la muerte, tanto desde su imaginería religiosa, como desde la reacción social hacia ella (sin ir muy lejos, la opción de mostrar el cuerpo en el ataúd abierto), en los funeral homes se intenta mantener una ilusión de vida a toda costa, realizando los velatorios en la casa del muerto, embalsamándolo, maquillándolo, por así decirlo, tuneándolo con el fin de hacerlo parecer lo más vivo posible.
Ahora, ¿qué tiene que ver todo esto con las cosas que suelo escribir acá –dígase música, cine, o la majestuosidad de Claudia Cardinale?- Parecería que hoy en día hubiera una gran desconfianza hacia las emociones. Se generó un miedo neurótico de pasar al melodrama. La fecha no es precisa, pero en la última década, así como ya se intentaba púdicamente callar al muerto a la hora de dar sus últimas órdenes, las canciones –al menos en el ámbito en lo que por antonomasia se suele llamar rock, no tan así en el caso del pop- comenzaron a cortar, como quien corta vino con soda, el caudal emocional que podía prometer una canción (también está el otro lado de la balanza, que ante la utilización de la teenage angst se terminó banalizando la emoción). Las razones, más allá de la patada al hígado que quedó luego de una de las eras más larger than life que se hayan registrado(el heavy metal ochentoso, lleno de esas baladas tocadas en la lluvia y tipos-haciendo-sweetpicking-mientras-se-paraban-en-el-manubrio-de-motocicletas-con-forma-de-dragón-prendidas-fuego-dirigiéndose-al-fondo-de-un-volcán-en-erupción-custodiado-por-orcos-con-motosierras-llenas-de-dinamita), se puede rastrear en la misma estética y filosofía posmo que trata de subvertir todos los grandes discursos (y la muerte no es otra cosa que ese gran e inexpugnable discurso que oímos al final de los días). Cualquier sentimiento purpúreo es tratado con la misma asepsia que un doctor cura una infección, son mirados con una sospecha antigua, como si fuera un aumento drástico en el registro de los glóbulos blancos de un cuerpo, como si fuera un moho creciendo sobre el borde de un pan bimbo.
La vectorización de tal repudio da lugar a dos vías de solución:
a) O bien se elimina de lleno todo sentimentalismo o creencia; o bien se los toma, se abusa de ellos, hinchándolos como a un perro con anabólicos hasta convertirlo en algo completamente diferente.
b) Las dos soluciones toman forma o en recurrir al cinismo para exorcizar la casa del fantasma de la cursilería, o atrapar al mismo fantasma y llevarlo a una tienda ambulante, en donde la gente se ríe y le arroja maní a través de la jaula, pero seguro que detrás de esos barrotes no hay nada que aquel freak pueda hacer.
c) La primera solución se puede ver en el detachment cool de toda verdad o posicionamiento, en las fiestas Compass, en los escritores que malinterpretaron a Carver, en los cineastas que no entienden a Wes Anderson, o en el 90% de las películas indies, como puede ser Juno, con ese rechazo casi neurótico a todo tipo de pathos
La segunda solución se puede ver en Dani Umpi, Miranda!, Closet, el electroclash, Max Capote, Architecture in Helsinki, el pseudo kitsch del diseño de Galería del Virrey.

Interludio I, tiempo es oro
El fino tenía una hot date y me pidió que lo acompañase al shopping a comprarse una camisa. En mi caso, ponerme una camisa significa o que pasó algo muy importante o algo muy terrible (asistir al quincuagésimo aniversario de casados de mis abuelos, o a un funeral, respectivamente), por lo que no soy de las mejores compañías a la hora de asistir en la compra de tal prenda.
Soy alguien que firmemente cree en la posibilidad de elegir y tener preferencias con respecto a prácticamente cualquier tema, ya sea poder determinar si la Patricia es mejor a la Pilsen, si Ráfaga era mejor que Monterrojo, si es preferible la cera a la pinza de cejas, o cual de todas las ex de la Tota Santillán está más buena.
Soy un tipo que ama las decisiones (y que extrañamente votará anulado para las próximas elecciones, aunque eso también es elegir), pero por extraño que parezca, todas las camisas me parecen iguales. Básicamente puedo dividirlas en tres categorías:
a) Las normales
b) Las ridículas
c) Las demasiado gay
Como el fino sabe esto, suele decidir incluir un tercero a la búsqueda, en este caso Santiago, un hulk rosado reformado, que mediante un cese progresivo de los fierros logró volver su cuerpo adaptable a la ropa en general.
Vamos por diferentes tiendas y se suceden las mismas camisas una tras otras, el fino y Santiago hablan de texturas, tonalidades y cortes, pero yo sólo veo pedazos de tela a rayas o a cuadros. La cosa se me va volviendo media aburrida, pero entonces a el fino se le ocurre ir a Zara. Ya había hablado sobre dicha tienda en este post, pero debo volver a señalar que es la máxima expresión de la ropa (al menos la masculina) tan complicada como risible. En el diseño de Zara siempre subyace la filosofía de cuanto más, mejor. Parecería que los dueños tuvieran encadenado a un viejo que decide poner telas polares, parches y bolsillos de forma aleatoria a cualquier cosa que le cae por un tubo, en una celda en donde ni siquiera se llega a ver las manos.
La cosecha de primavera no resulta tan ridícula como la de otras veces, pero entonces me encuentro con este buzo. Es una prenda escote en v, y detrás del mismo sobresale el cuello de una camisa. Pensando que es un extraño descuido de uno de los hiper-masculinos vendedores de la tienda, tomo la percha, esperando separar la camisa del buzo y entonces me doy cuenta de que los dos forman parte de la misma prenda. Me quedo consternado. Cuando era chico había algunos cuantos fanáticos de Kurt Cobain que se ponían una camiseta de manga larga debajo de una de manga corta (algo que hice un par de veces, pero que me resultaba particularmente incómodo), pero al menos compartían las mismas texturas, y podían sacarse una de ellas cuando quisieran. Esto era distinto, y de sólo pensarlo me molestaba. ¿A qué se debe esto? ¿El vértigo de los tiempos modernos, a lo Paul Virilio ha llevado a intentar ahorrar el tiempo hasta el punto de solucionar el trámite de ponerse dos ropas en un mismo movimiento? ¿Una nueva revolución sexual ha llevado a que la gente a tal libertinaje que es necesario privarse de la ropa en meros instantes? ¿La crisis financiera estadounidense ha impactado el mundo de la indumentaria al punto de que hay que ahorrar en material, simplificando el diseño de dos costosas prendas en una sola?.
Cualquiera que fuesen las razones, se me ocurrió diseñar una nueva indumentaria que se acople a la simplificación y sincretismo características de las necesidades del hombre de hoy.

Hipsters
De todos estos cambios culturales que venía hablando, los hipsters son la última monstruosa creación.
El gran virus que se escapó de un tubo de ensayo estrellado contra el suelo.
Hace poco menos de dos meses, cuando alguien hablaba de hipsters para mí se refería a Neal Cassady, o esos tipos tan interesantes como marginales que aparecían en las novelas de Kerouac. Sin embargo, en cuestión de unas semanas, y posiblemente a causa de este artículo de Adbusters -que llegué via elbailemoderno- comencé a conocer la redefinición de esta palabra que en un inicio asociaba a personajes más bien simpáticos.
Luego de lo leído en muchos blogs, ya sea este, este, o este, saco la conclusión de que a determinada temperatura y expuestos a cierta luz del sol, los hipsters son un Chernobyl cultural, un inesperado error de fábrica, un sea monkey devenido en monstruo de Leviatán.
Una -en apariencia- insignificante burbuja de oxígeno dirigiéndose tranquilamente hasta el centro del corazón.
Es el Sida pronunciado en su lengua social, la idea de un virus autodeformante, tan poderoso en su completo apartamento de todo –incluso de sí mismo- que es imposible de ser tomado por alguno de sus partes. No es cuestión de esgrimir el mandato moral de que todo nuevo movimiento tiene la obligación de ser contracultural desde el vamos (siendo el hipster un individuo apático y más bien cómodo, e incluso podría decirse, adaptado a su medio social), sino que tiene efectos, más que políticos, humanos. Es una negación radical, pero no ese there’s no future for you! desgarrando la garganta de Johnny Rotten, sino un no, un nah, irónico, risible, pronunciado entre dientes, desvaneciéndose como el humo que sale de sus cigarrillos Parliament colgando de sus bocas.
Por ahí todo esto que digo parece demasiado apocalíptico, y resulta más digno de una veterana en una junta de padres, un psicobolche indignado en una reunión de la FEUU, o un pseudo brasilero predicando en una iglesia improvisada sobre un antiguo cine, pero la construcción de esa nueva identidad es más falsa, y a la vez más culturalmente nociva que cualquier plancha, dark, emo, punk, o hincha de Peñarol que pueda existir.
Incluso los hipsters fracasan en su hedonismo. En su caso, el hedonismo es un mero ensayo, una mala fotocopia de placer sin restricciones, ya que la búsqueda de placer se atiene a un código, una agenda que vuelve todo demasiado autoconsciente, más bien una radical vuelta de tuerca al ideal franciscano de llegar a la unidad por medio de la privación de todo (en este caso, no lo material, sino cualquier posicionamiento, cualquier contenido emocional).
El problema reside en su misma naturaleza escurridiza, que impide agarrarlos, o atacarlos por un mismo flanco, tal como lo dice Douglas Haddow:
“But it is rare, if not impossible, to find an individual who will proclaim themself a proud hipster. It’s an odd dance of self-identity – adamantly denying your existence while wearing clearly defined symbols that proclaims it”.
Un plancha –la persona que se define con orgullo como tal- se tiñe cada mechón de su pelo, mete sus pies en las naves Nike, se coloca su camiseta del Barcelona, su visera ligeramente inclinada para arriba, o la campera Alpha Polar, pero a diferencia de los lentes de armazón grueso sin aumento y las camisetas con mensajes irónicos de los hipsters, esa vestimenta es casi una preparación para el campo de batalla. Aunque la cotidianeidad convierta la ropa de uno algo tan, a la larga, intrascendente como cuando yo me pongo una remera de Suicide, aquello es un soy plancha y qué, una razón por la cual algunos bares o boliches no lo dejarían entrar a su establecimiento, una razón por la que un policía acariciaría su cachiporra.
Cuando iba a Keops, cuando se cortaba una canción de, supongan, los Buitres y comenzaba a retumbar en las paredes el último tema de Pibes Chorros, uno por un momento entendía la estructura nitrogenada de la cumbia villera, el tum-tu-tu-tum que era un marcapasos directamente conectado a la chota de uno, la pauta, el ritmo ofrecido al franeleo, la necesidad de sacar a una tipa y hacer un simulacro de cópula, al menos en los tres minutos que durase esa canción. Esas noches, si bien a la larga me terminaron cansando, me resultaron más reales, en cuanto a coincidencia entre medios y fines, que cualquier jornada bolichera pseudo cool que uno pudiera vivir en La ronda, o El living, incluso en verdaderos toques de bandas. En Keops la cosa quedaba clara, las mujeres y los hombres salían a la pista y sabían a qué se atenían, era la règle du jeu, y en el fondo –mas allá de que había gente que no iba en plan exclusivamente erotómano, a no engañarnos, que tampoco era una orgía romana-, sabían que todos estaban –en parte- para eso. En otros boliches de la esfera montevideana, lo que uno nota es que la gente no sabe realmente para qué está. Más bien parecería estar ocupando un lugar, un espacio que está reservado para ellos, y que si no lo ocupan, corren el riesgo de ser relevados por otros.

“The dance floor at a hipster party looks like it should be surrounded by quotation marks. While punk, disco and hip hop all had immersive, intimate and energetic dance styles that liberated the dancer from his/her mental states – be it the head-spinning b-boy or violent thrashings of a live punk show – the hipster has more of a joke dance. A faux shrug shuffle that mocks the very idea of dancing or, at its best, illustrates a non-committal fear of expression typified in a weird twitch/ironic twist. The dancers are too self-aware to let themselves feel any form of liberation; they shuffle along, shrugging themselves into oblivion”.

De todo el movimiento hipster no quedará una canción, un renglón de novela o cuento, un mililitro de pintura bien aprovechada. Cuando mucho quedará una broma, una broma que quedará en el aire, como polvo flotando en el terreno devastado tras un intensivo cultivo de soja transgénica.
Interludio II, Ortelli, dixit
Estoy seguro de que en alguna época llegué a apreciar la Rolling Stone.
Prácticamente compré todos los números desde mayo del 2005 hasta marzo del 2007, pero con el tiempo comencé a darme cuenta de sus errores, de la incomodidad que me daba al leerla, como quien descubre a la verdadera tipa que se estuvo apretando cuando las luces de la mañana atraviesan el boliche. Agregando a esto, la revista comenzó a mostrarse cada vez más ideológicamente funesta, tal como puede ser la mamadera que le hacen a las majors (oh, Agustín, me has abierto los ojos), la cola de paja tras Cromagnon, que los ha llevado a hacer un embolante artículo recordatorio en cada puto número desde diciembre del 2005 y esa nota odiosa y oscurantista sobre la persecución a quienes bajan música de internet).
Fue así que decidí saltar del barco.
Para mi sorpresa, ni bien dejé de comprar la revista, fui subrogado por mi hermana, quien comenzó a comprarla con la misma religiosidad que yo lo había hecho unos años atrás.
Ojo, la Rolling Stone ha tenido sus buenos momentos, como una entrevista con tonos de folletín melodramático realizada a Bárbara Lombardo (fue a partir de ahí que me comenzó a parecer atractiva la ex paquita), unos artículos geniales sobre fútbol las finales de Argentina en el 78 y el 86, algunas notas de Hunter Thompson extraídas de la versión yanqui, y la mayoría de las entrevistas a Calamaro, al que siempre consideré un excelente entrevistado.
Sin embargo, la revista –o mi entusiasmo- ha venido decayendo, y en los últimos días me he dedicado exclusivamente a buscar las cosas que escribe Juan Ortelli, posiblemente uno de los escritores más incomprensibles (no se confunda con incomprendido) y divagantes que han figurado por la revista.
La mención a Ortelli la había escuchado por voz de Darío, en donde básicamente el periodista argentino llegaba a la perlita de decir que Bicicletas son como Los gatos, pero con zapatillas Pony (lo que me hace pensar que Carmen San Diego es como The Jesus Lizard, pero con botitas de gamuza), y pensando que no iba a poder mantener tal ritmo de pelotudez, llega esta genialidad de un número posterior:
Sobre el último disco de MGMT:
“(…) lo que le da una atmósfera lisérgica a la obra. Ahí se respiran los tests del Harvard Psychedelic Project, el tufillo de la comunidad Black Bear, David Bowie, Wayne Coyne, por qué no los Small Faces y el Jagger salvaje de Sus Majestades satánicas. Todo en manos de dos pibes que pueden pasar (o no) por un par de extras de La playa”.
Esto último me llevó a pensar en algunos remates para la nota de algunos discos recientes:
*Sobre el Neon Bible, de Arcade Fire:
Todo esto en manos de un colectivo que puede pasar (o no) por un par de extras rechazados para una versión de Macbeth ambientada en el espacio.
*Sobre el Modern Guilt, de Beck:
Todo esto en manos de un tipo que perfectamente podría figurar (o no) en el cast de Gummo
*Sobre el último disco de Jorge Nasser:
Todo esto en manos de un tipo que podría ser tomado (o no) para interpretar el vaquero en una versión cinematográfica de los Halcones Galácticos.
Se aceptan propuestas, gracias Ortelli por darnos tanto que pensar.

Camp
Si uno intenta seguirle a los hipsters sus cadenas de carbono, posiblemente encuentre en el camp a uno de sus candidatos.
En Notes on Camp, Susan Sontag hace una excelente disección de dicha sensibilidad, no intentando encorsetarla en un constructo teórico, sino articulando precisiones de un modo flotante, como una serie de puntos que uno puede unir de la manera que le parezca (ya que ninguna sensiblilidad puede convertirse en un sistema: si puede ser reducida a sus blueprints, deja de ser tal, es algo en perpetua evanescencia).
El Camp es el culto al artificio, a la exageración, una sensibilidad despolitizada, una risa socarrona cuando un cuarto en donde todo se ha vuelto velatoriamente serio, una guiñada afectuosa en un ojo de vidrio, patear el tablero de ajedrez y ponerse a bailar con la parca.
El modus operandi básico del camp es volver lo serio en frívolo, y lo frívolo en serio.
Pero detrás de toda su estética ridícula, hay un verdadero convencimiento, una pasión subyacente que lo diferencia al pop art más warholiano, que más que referirse a las cosas con comillas (tal como lo dice Sontag), lo hace con asteriscos y notas al pie de página. Toda la inocencia que podría haber en el camp, en la cultura pop se vuelve mero cinismo. Andy Warhol tomó a todas estas personas, las convirtió en ratas y convirtió a su factory en su propio laberinto skinneriano. Detrás de la celebración igualatoria de “In the future everybody will be famous for fifteen minutes”, había subyacente, como una maldición tallada en una sala faraónica mortuoria “I create you and I can destroy you”. La gente se suele quedar con lo de la fama, pero se olvida el detalle de los quince minutos, algo que me preocupa en un país como Argentina, en donde un personaje con fecha de vencimiento como Wanda Nara, no sólo se pasa de los quince minutos, sino que regresa a su país disfrazada de princesa rusa. Incluso desde la cínica perspectiva de Warhol, como un solo de batería, si se pasa los quince minutos, deja de ser divertido.
Cuando la imitación del camp no se torna cínica, entonces se vuelve inocua, empaquetable. Es el caso de esta estética que ha tapizado Uruguay en estos últimos años.
En el camp había un intento de lograr algo monumental y hermoso. En el caso uruguayo, hay un intento de ser camp, nada más que ello.


La homosexualidad de Dani Umpi no tiene valor intrínseco, sólo se entienda por y al servicio de dicha estética. La comunidad gay, incluso en su desfiles, etc se parecen a ese genial sketch de Little Britain, en donde el gordo gay anda proclamando su homosexualidad, creyéndose el único hay del pueblo y defendiéndose a uñas y dientes de cualquier tipo de intolerancia, cuando a nadie le importa su orientación, y cuando de hecho sus padres intentan conseguirle una pareja. Como señalaba Benito en este post, “no hay una cultura amarga, opresiva y omnipresente contra la que rebelarse en nombre del glamour, apenas algunas estructuras y conceptos residuales, despreciados por cualquiera que haya seguido leyendo durante los últimos 20 años”.
El camp uruguayo es autoparodia, nada más que eso.
Más que autoparodia, son espectáculos de afirmación ideológica, in the naziest way.
Y la autoparodia no es más que esos otro, poner quotation marks sobre cada emoción o posicionamiento.
Pero cuando uno dice que el camp ha tapizado Montevideo, hasta dónde se puede decir esto.
Más que tapizarlo, se nos ha hecho creer que está tapizado.
Montevideo, a diferencia de Buenos Aires, es una ciudad fácil de tomarla.
Sólo necesitás veinte personas con medios y conexiones y ya tenés un movimiento.
Y el camp uruguayo no es más que eso, el chiste interno de dos bares, tres conductores radiales, quince publicistas y diez diseñadores gráficos.
Un país donde la nostalgia cada vez más le pisa los talones al presente (tanto por falta de ideas como por cierta mórbida pasión por el pasado –y la nostalgia no es más que la alterofilia del recuerdo) es un perfecto caldo de cultivo para la estética camp.

Interludio III, Hijos de los barcos
Sin contar los ya memorables avisos de grappamiel (después de los de médica uruguaya, lo peor que se ha producido en televisión nacional), difícilmente haya un comercial tan odioso como este.

El aviso en cuestión viene de una larga tradición de comerciales tan deplorables como nacionalistas, como Mi país, de Rada, o el nuevo spot de Pilsen con ese espantoso tema compuesto por el pelotudo vocalista de Snake. De hecho, el verso princeps de la canción, ese “nací celeste”, más que algo propiamente nacionalista, me trae la imagen de un niño que sale muerto del canal vaginal de la madre, celeste tras morir asfixiado por el cordón umbilical rodeando su cuello, pero posiblemente eso sea sólo idea mía.
Pero volviendo al aviso en cuestión, el tema trae a murguistas dando un largo inventario sobre todo lo que es uruguayo, lo cual no sería nada fuera de la norma, sino fuese por el final. Luego de una frase tan exagerada y casi utilitaria como “la identidad que sus hijos van sembrando hoy/ la grande historia que engrandece nuestro uruguay” –una frase que sin mucha dificultad se podría encontrar en algún discurso de Mussolini-, aparece el logo de la empresa: Schneck
Schneck, autoctonísimo, che.
Después de todo, somos hijos de los barcos.



Cazadores de sueños

Pero ahora que lo pienso, en referencia al aspecto autoimpuesto y emparchado que tiene dicha movida en Uruguay, prácticamente todo ha seguido el mismo carácter y horizonte ideológico.
En una larga caminata que hice con astllr, comentamos sobre el aspecto casi de espejismo, de todos los movimientos que han formado a la ciudad. Ante el aspecto cambiante y embalsamador de la cultura, yo intentaba preservar, por medio de lo que escribo, pequeñas imágenes de lo que era un Uruguay próximo a mutar y olvidarse por completo. La posición de astllr era más radical, queriendo extirpar de una vez por todas todos estos modelos, para crear algo nuevo y perdurable (quemar la tierra para sembrar, como lo hacían los mayas).
De una forma u otra, Uruguay no ha sido más que eso, una sucesión de movimientos que se solapan y se tapan unos a otros, sin pasarse postas, simplemente mutando. No hay un desarrollo, una maduración, sino simples mutaciones, sin efectos puntuales, sobre el organismo pluricelular de la ciudad. En los próximos años las revistas freeway, las NEO y las Bla se tirarán a la basura, y la epidermis camaleónica de Uruguay tomará otro cromatismo, buscando un nuevo chiche, una nueva broma privada que todos pretenderemos entender. Pero pensándolo de otro modo, remitiéndonos a las palabras de Sontag, quizás el camp siempre estuvo acá. Cito el punto 24:

“24. The pure examples of Camp are unintentional; they are dead serious. The Art Nouveau craftsman who makes a lamp with a snake coiled around it is not kidding, nor is he trying to be charming. He is saying, in all earnestness: Voilà! The Orient!”

Si uno va por el centro, no le cuesta más de dos cuadras encontrar estos detalles. El pastel de merengue neoclásico del Palacio Legislativo (frase sujeta al copyright del fallecido mentiraestelamento, el falo solitario de la Torre de las Telecomunicaciones, las casas quinta venidas a menos en Lezica, el postmodernismo del Palacio Díaz (con las luces de neón de un bowling instalado en su subsuelo), el Art Decó náutico de los primeros edificios de Pintos Risso... Este último ejemplo es bastante peculiar, ya que muestra cuan extrínsecas suelen ser las ideas que se nos meten por los poros: a uno le llama la atención de por qué Uruguay es una ciudad tan gris, y lo es por una razón tan fútil, como el hecho de las revistas europeas que le llegaban a los arquitectos uruguayos estaban en blanco y negro. Y por ahí a uno le parece algo típicamente de los comienzos de construcción de una nación, pero después aparece Natalie Kriz promocionando el Diamantis Plaza, ofreciéndole a la gente esos nichos de cristal, preguntándoles si alguna vez pensaron vivir en un hotel cinco estrellas. Uno ve aquello, y ya sabe que en el menor traspié económico, aquello quedará como un galpón lleno de piscinas enmohecidas, un gigante muerto, tan muerto como los comercios y galpones que quedaron tras el fracaso del plan Fénix.
Este aspecto de querer llegar a una seriedad, una seriedad que falla, es propiamente camp, aunque tampoco me pondría en plan de promocionar a la arquitectura uruguaya como exclusivamente eso.

En una de las cuantas puteadas que estaba haciendo sobre la malintepretación del camp, iba a citar que ella se puede entender de la misma forma en que L.A. Confidential es un film memorable, y La Dalia negra una película acartonada y ridícula. La versión de De Palma no es más que una parodia, un patchwork de toda la imaginería noir, mientras que en L.A. Confidential se permite una comunión de dicha estética con los imperativos de la trama. Pero el ejemplo viene doblemente a mano, porque sirve para citar un detalle de dicha película. En una parte, se revela que uno de los principales sospechosos, un magnate y productor de películas, amasó su fortuna creando Hollywoodland, un barrio barato a partir de la utilización de la madera de la cinematografía residual de las películas de la fábrica de sueños estadounidense, para crear un montón de casas y edificios altamente inflamables. Más o menos eso es lo que es Montevideo, una ciudad hecha de tablones y escenarios de antiguas películas, prestadas de las ideas de otras personas.
Vivimos y caminamos en los sueños de treinta personas que se han dedicado a soñar los sueños de otros.
A mí lo que me preocupa es qué pasará cuando nos despertemos.

101 comments:

pad said...

Agustin:

Carlos Real de Azúa (historiador, critico literario, cientista social y vaya uno saber que más) tiene por ahí una categoria ultramencionada aunque no del todo entendida: el de la sociedad amortiguadora. Eso no era para Real de Azúa sinónimo de gradualismo sino justamente lo que vos mencionas: "debilidad de implantacion". Es la idea de que nada se afinca o se arraiga de forma sólida.

Duroc said...

La cuestión está planteada y está sobre la mesa. La cosa es que ciertos elementos ya se ven caer de la mesa. Volveré a releer el post, pero he visto cosas las cuales comparto. Comparto esa moda de "ser hincha del manya" de "pertenecer a algo". Hay mucha manija hacia "la verdadera nada". La gente está desesperada por tener identidad, por pertenecer a algo, y mientras menos compromiso y más rápido, parecería mejor. El tema es que donde les dicen, simplemente no lo está. Y hay que tratar con la frustración que eso genera en uno, o en las mismas masas. JC Onetti publico el Pozo en 1939, si mal no recuerdo... Este es un país que desde 1969 mismo que cae... Hasta en el futbol queridos... Antes parecia se jugaba a ganar. Ahora a no perder o quedar pegado. Tambien recuerdo ciertos monólogos de Travis en sus paseos en su taxi neoyorkino sobre la mugre en las calles, recuerdo no hace poquito ciertas palabras del finado Joker del Dark Knight que mediante un velo de blockbuster el film maneja conceptos claves de la propuesta de ser "agente del caos". Si algo me parecio llamativo fue el grado de peligro que entrelíneas notaba en sus monologos mientras en el cine algunos reian o imitaban sus tics... Me decía: si no lo entendes, jodete!

Comenzó la primavera... Pero el frío sigue estando.

Matías said...

Como va Agustin!!! Sabes que todavía no compré tu libro, así que me gustaría comprartelo!!

Saludos

Santiago said...

Che, la del suspensor fue idea mía. Igual el diseño que inventaste es excelente. De seguro le daría un infarto a Paul Virilio.
El motivo a ultranza que se esconde es el escondite mismo. Es la posmodernidad más cruda, la pura fachada. Detrás de ese buzo no hay una camisa, detrás de esa campera no hay un joggin. Es un simulacro, un juego de apariencias, diría Baudrillard.

Agustin Acevedo Kanopa said...

pad:
El problema es que casi todos los modelos (tanto ideas como arquitectura, sistemas económicos y políticos, expresiones artísticas, sensibilidades) que se importan a Uruguay -y no sé hasta qué punto a Argentina- no tiene tanto que ver con nosotros (nosotros sin mayúscula), y queda emparchado, fundamentalmente movido por un complejo de inferioridad eurófilo que se asemeja al clásico 5 con ínfulas de 10, que la pierde en el medio tirando cañitos que no le salen (prometo que será de mis últimas metáforas futbolísticas).
No es que reclame un producto o una sensibilidad uruguaya predeterminada (tal razonamiento me da escalofríos, sonándome a lo que decía la intelligentsia del cantapopu sobre el rock), sino que habria que implantar las cosas de acuerdo a la forma de vida, y no viceversa, siendo posiblemente uno de sus mejores ejemplos la arquitectura, de la cual hablo a final del post.

duroc:
El gran problema del hipster, que es de mis mayores preocupaciones en este post, es que es tal el culto a la nada, que no se acepta a sí mismo como identidad. La conclusion de esto es un cojunto de rasgos estéticos completamente uniforme, pero que reniega una identidad, por más que intente incorporar cada uno de sus elementos, casi de forma obsesiva.
Es algo complicado, que subvierte de una forma extraña el deseo de pertenecer a algo.
Su estilo de escritura cada vez se parece a la escritura desquiciadamente veloz de Kerouac, ¿estuvo consumiendo merca?

santiago:
Sí, es verdad, le afané la idea del suspensor, pero de cierto modo cierra con broche de oro la indumentaria de una sola pieza. Eso sí, la prenda debe molestar cuando uno va en bicicleta, quedándote todo agujeritos en las nalgas.
"La posmodernidad es un cuello falso"
Apúrese que lo registro primero en AGADU.

Colifloressecas said...

Llego muy, muy cansado a casa, y me encuentro con uno de estos posts kilometricos.

Y me voy a dormir contento, porque se que tengo toda la semana para terminar de leerlo en el trabajo.

astllr said...

En realidad yo no sé si hay que exterminar nada. Simplemente señalaba el carácter de eterno chichenuevismo, como Ud. dice. No digo que haya que quemar el campo para empezar de nuevo, sólo digo que todo es un decorado, una escenografía permanentemente en ruinas, desde la ciudad vieja hasta el nuevo diamantis.

Fíjese en el diamantis, toda la vereda esa sobre Rivera con palmeras de gran porte cuando no hay edificios todavía, unas veinte, recién plantadas, y ya secas, de manera irrecuperable. Una fortuna tirada a la basura. Es más que la exacerbación del simulacro, es el lujo de la pobreza.

Y sí, me parece una ciudad mutante, que es una forma de empezar de nuevo todo el tiempo sin ningún tipo de continuidad ni conexión con lo que pasó apenas unos años atrás, todo el tiempo descubriendo la pólvora mientras te miran a vos como si no entendieras nada mientras te abren una revistita satinada donde no entra ni una letra en cuerpo 12.

Como dijo un amigo, este es un país con identidad de revista, y esto hermana a Galería y a Freeway, el mismo afán farandulero a como dé lugar, el mismo hipster de cama solar, el mismo espejismo de metrópolis, el mismo nacionalismo estúpido construido en reclames de yogur.

El camp nacional es tan patético como podría ser Antonio Banderas haciendo de Che Guevara en Evita. La misma impostación inútil. Creo que esto se apoya en una concepción del arte completamente anacrónica que sostiene que la única verdad o motivo artístico está en la apropiación irónica de lo que ocurre en los márgenes de una sociedad y esto es ridículo, porque para el arte todo es su terreno (al respecto, colgué el tercero astllr manifexto).

Gracias por recordarme la caminata, estuvo muy buena y debió haber sido más larga. No faltará oportunidad, pero deberíamos plantearnos un destino más lejano y menos costero la próxima, por ejemplo encarar al Prado via Fernández Crespo y todos los desvíos aleatorios que aparezcan.

Agustin Acevedo Kanopa said...

manzanilla y sal:
Tómese su tiempo

astllr:
No me había percatado de las palmeras del Diamantis Plaza.
A mi lo que más me enerva es esa pregunta de ¿Alguna vez pensaste en vivir en un hotel cinco estrellas?
La cosa resulta paradigmática, luego de tiempos en donde la propiedad resultaba uno de los mayores ideales de la población (sobre todo por parte de los inmigrantes que poblaron acá, que se maravillaban sobre la facilidad de adquirir tierras, a diferencia de sus respectivos países, en donde aquello parecía prácticamente imposible), parece que el ideal actual es vivir en un hotel.
Se tendrá que hacer otra caminata, concuerdo con la opción de fernandez crespo, la otra vez tenía que sacar unas fotos para una antologia de escritores jóvenes, y se nos ocurrió a mi y a el fino hacer una sesión de fotos por los famoses túneles que la atraviesan.
¿Donde tiene publicado su nuevo astllr manifiesto?

Brunomilan said...

Una pregunta existecial al pasar ¿y nosotros que somos? je

ahi va una marchiana:
Melvins: Todo esto en manos de un grupo que puede pasar (o no) por un par de extras de 10.000 A.C.

Anonymous said...

Voy a opinar rápido antes de que esto de transforme en la usual fiesta virtual de melómanos desenfrenados (no tengo nada contra los asiduos de este blog, todo lo menos, pero a la hora que empiezan estas fiestas, yo ya me fui a dormir o a caminar por ahi).

"...me parece una ciudad mutante, que es una forma de empezar de nuevo todo el tiempo sin ningún tipo de continuidad ni conexión con lo que pasó apenas unos años atrás...".

Tal cual, astllr. Montevideo es una ciudad sin tiempo, y sin embargo siempre parece vieja. Es una ciudad que nació hace poco y se desarrolló tímidamente, siempre pensada en un horizonte de 10 años máximo. Nos resulta mutante, porque cualquier proyecto a partir de cierta escala, pone zonas enteras de cabeza. Lo que ocurre con Diamantis, ya ocurrió en su momento con Parque Sábato.

Ahora bien, a quien carajo se le ocurrió que poner a Natalie Kriz a decirle a los montevideanos cómo podrían estar viviendo, era lo que se necesitaba para sacar a la luz a un grupo de clientes ansiosos por invertir sus dólares a meses del destape de tamaña crisis financiera mundial? Quien quiera que sea, debe acostarse todos los dias con una indescriptible sonrisa demoníaca en su rostro.

Hacía tiempo que no comentaba. Buen post, Kanopa.

Agustin Acevedo Kanopa said...

brunomilan:
Argentina es un tanto complicado, por su vastedad (no tiene nada que ver BsAs con Neuquén, o Rosario con El Chaco), pero desde la versión algo parcial que tengo, a mi me parece que Uruguay es en su neurosis lo que Argentina es en su histeria. Uruguay está más obsesionado con la autoimagen que tiene de sí, tiene ese bagaje propio de la gente con complejo de inferioridad -como yo en mis años liceales- en vanagloriarse de cierta cultura, mientras que Argentina por ahí es más cosmopolita y las cosas las toman más como vienen.
Además, partamos de que Uruguay es un país inventado, con todo lo horrible y divertido que eso trae.

el fino:
Tiene razón, fino, me había olvidado de las coyunturas económicas. Increíble cómo ligaron.
Para la próxima llamamos a Natalie Kriz para patrocinar nuestro jugoso negocio de Bip Bips

Brunomilan said...

PD:Producto de que estoy en cualquiera puse Marchiana en el comment anterior en referencia a Marchi (otro periodista de la RS) en lugar de Ortelli, pasa.

Duroc said...

Su estilo de escritura cada vez se parece a la escritura desquiciadamente veloz de Kerouac, ¿estuvo consumiendo merca?


No. No consumo. Lo veo más que nada un intento primitivo y poco conciente de swing, bebop, Parker Charlie, Goodman Benny, pero sin mucho más. Ud (como algunos más) sabe de mi devoción y rescate del Sr. Kerouac. Lo que me parece es que quizá no quiera ud decirme que lo que parecí haber escrito como "escritura desquiciadamente veloz" es escribir rápido y casi ininteligible? Ud conoce otro lado de otra escritura mediante dos pequeñas muestras de cierta literatura personal que le facilité hace un tiempo. Si no recuerdo mal una definición suya sobre uno de esos relatos fue algo así como "Velvet goldmine meet Les Miserables".

Le mando un saludo cordial, "Segunda Toma" es un relato con buena llegada desde las bandas, hablando en un tono futbolero. Para que se entienda, vio...

astllr said...

Parque Sábato, fino, mire lo que menciona. Esto me recuerda que ambos proyectos (tambien el Diamantis) violan todas las ordenanzas de altura en la zona porque las autoridades decidieron que la INVERSION merece modificar las ordenanzas.

Esto, en en lenguaje del sentido común, se llama CORRUPCION, es decir que yo tengo la guita suficiente para cambiar las reglas, y es corrupción porque las ordenanzas están precisamente para evitar que alguien con guita haga lo que se le cante.

La respuesta a su pregunta final yo la respondo con el lavado de dólares, no tengo pruebas, pero que me demuestren lo contrario. No puede haber tanta construcción en un país donde la población desciende.

Una última cosa, retomo la invitación que hizo para las exploraciones urbanas, si no son demasiado extremas. Hay unos lindos pasajes en Burgues y Garibaldi, unas plazas demenciales en la figurita, murales en estación Yatay, en fin, es cuestión de empezar a caminar y ver.

pad said...

Uruguay esta muy obsesionado con cuestionar su propia existencia, y eso quizás sí sea un diferencial en cuanto a experiencia vivencial respecto a otros países. Desconociendo muchos contextos, no veo muchas expresiones artísticas problematizando todo el tiempo que es "ser uruguayo". Y aquí es una norma, incluso de lo mejor de las expresiones artísticas en muchas áreas. En la música nomas, miren sino al Cuarteto, a la nueva murga joven, a parte del cantopopu mas experimental (el choncho, y mas acá Asamblea ordinaria).

Y quizás el cuestionamiento permanente de todo eso sea una confirmación de nuestro parroquialismo patológico: ¿porque pensar que es tan tortuoso ser uruguayo, y no habitar en otro país?. Parte de esos rasgos neuróticos que tenemos es imputarle a cuestionamientos existenciales que tiene el hombre en un momento, al hecho de estar acá. Como diría un metodológo, tanto como pensar que todo es genérico, es pensar que "all is context".

Anonymous said...

el otro día me llegó el newsletter de Adbusters que anunciaba con bombos y platillos y sin dejos de ironía que el fin del capitalismo había llegado por fin.
me matan estos muchachos

JuanT said...

Y yo pensaba que hacía posts largos...

Debo confesar que solo leí la primera parte, pero prometo leer lo siguiente luego.

Me parece que Juno es un buen ejemplo de a lo que la sociedad aspira: todos sabemos que es imposible que nadie se tome la situación de un embarazo no deseado de esa manera, no la embarazada, no sus padres, ni sus amigos, y por eso vemos en juno a una persnoa "cool", una persona tranquila que ante una situación adversa se la toma con absoluta naturalidad, mostrando muy poca emoción, y también racionalizando poco las cosas.

La idea de la sociedad actual es que todo lo que te sucede debe estar enfocado a tu felicidad, cuando más no sea comprarte un nuevo cepillo de dientes, y por eso lo que no te lleva a esa felicidad es rechazado y disminuído, como si no existiese. Los malos momentos no se viven como oportunidades de crecer como personas, se viven como piedras molestas que hay en el camino y que no será tan complicado recuperarse de ellas, sin haber aprendido nada ni que nada haya cambiado, todo estará en su lugar.

Nos estamos volviendo locos, y no nos damos cuenta, el celular y el mp3 nos mantienen lo suficientemente contentos como para no querer trascender en nada.

Gracias por el espacio para desahogarme, excelente post.

JuanT

Agustin Acevedo Kanopa said...

Yo creo que la felicidad está sobrevalorada.

Mismo, el otro día conversaba acerca de la efectividad o inefectividad del psicoanálisis con un amigo con el que compartía el mismo analista. El había cortado su terapia y me decía que le veía cosas positivas a la disciplina, pero que en la relación gasto-beneficio no le veía mucho provecho. Esto es algo propio del esquema del mundo completamente enfocado a la felicidad -o más que felicidad, un estado matizado de armonía- y al esquema de servicios -uno paga para que le den o le produzcan algo concreto.
Habría que una vez por todas, pensar al psicoanálisis no como un garante de la felicidad o la virtud, sino como una forma de conocerse a sí mismo, con todo lo bueno y malo que eso pueda llevar. Si se parte de ahí, la cosa se vuelve más riesgosa e interesante, a diferencia de ser un mero almohadón que nos ataja cuando estamos medio bajoneados.

Con respecto a lo de los celulares, etc. creo que es al contrario, nos mantienen lo suficientemente tristes para querer hacer algo (entiéndase: comprar más celulares).

Walter Hego said...

Agustín: Por las dudas, repito acá el comentario que acabo de dejarte en mi blog.


Agustín: acá encontré el torrent de Two-lane blacktop.

La estoy bajando. Me va a llevar varios días, porque ta lentísimo, pero bue.

Phibrizoq said...

La pseudoprovocación que algunas personas intentan generar a partir de una sexualidad verdadera o falsa me parece el colmo de la frivolidad, así que no puedo estar más de acuerdo con tu postura acerca de Dani Umpi y el camp.

Yo pensaba que Little Britain era demasiado berreta para tener cosas interesantes, pero ese sketch me demostró lo contrario.

Lucía said...

Mientras estaba leyendo el post chateaba con un amigo con el que siempre hubo onda pero nunca paso nada por que el tipo nunca se la jugó segun mi y segun èl nunca se lo di a entender. En eso le pregunto si sabia que era un "hipster" y me dice , ese soy yo! y luego de un cut and paste me pone esta definicion:
Él es amoral, anarquista, cortés, y sobre-civilizado al punto de la decadencia. Siempre diez pasos adelante en el juego, por su conciencia, un ejemplo de lo cual podría ser conocer a una chica y rechazarla, porque él sabe que saldrán en citas, se tomarán de las manos, se besarán, se acariciarán, fornicarán, quizá se casarán, que se divorciaran ¿así para que iniciar todo? Él conoce la hipocresía de la burocracia, el odio implícito en la religión ¿entonces que es lo que este valora? Como no sea para pasar la vida evitando dolor, tener a raya sus emociones, y ser genial. Él anda buscando algo que trasciende toda esta sandez y lo encuentra en el jazz.

Un idiota.

Walter Hego said...

Lu: Pero si eran amigos desde hace un tiempo, ¿cómo es posible que recién ahora te hayas avivado de que es un idiota?

Agustin Acevedo Kanopa said...

phibrizoq:
El tema es que hoy en día la comunidad gay que aparece en los medios se ha convertido en los bufones kitsch al servicio de la risa del hetero. Es gracioso cuan esteriotipado se ha vuelto su imagen, todos con sus caniches en sus carteritas, los labios colagenados y ropa flúor. En fin, pura autoparodia.
Hay gente que cree que el espacio que cada vez más se le da a esa estereotipia de homosexualidad es una buena muestra de la apertura de ciertas sociedades antiguamente rígidas, yo lo único que veo es otra forma de de mantenerlos a raya, en donde sólo se pueden prestarse para el juego mediático mostrándose como una otredad graciosa, algo que no se diferencia mucho a Rada en la Oveja negra, o los Grosos en Bailando por un sueño.
Oscar Wilde debería estar revolcándose en su tumba.

walter:
Gracias por el torrent, me la voy a bajar pronto.

lucía:
Es muy, muy triste lo de tu amigo.
Una persona así no da para nada.
Igual, hay cosas que no concuerdan tanto con la imagen del hipster, como eso de Él anda buscando algo que trasciende toda esta sandez y lo encuentra en el jazz. Los hipsters no le da la cabeza para escuchar jazz, más fácilmente recurren al canon indie y te escuchan Belle and Sebastian, Hot Chip o alguna de esas bandas indies que son calcos de Death Cab for Cutie.
Por otro lado, muestra fidedignamente el aspecto frígido de una comunidad que prefiere mantenerse cool y vestidos, antes que mostrar cuan chica la tienen.

Lucía said...

Por que más alla de lo èl que me pueda decir yo creo más en esta definicion: “But it is rare, if not impossible, to find an individual who will proclaim themself a proud hipster. It’s an odd dance of self-identity – adamantly denying your existence while wearing clearly defined symbols that proclaims it”. Y creo que bajo ese ser despreocupado que dice ser hay un ser desesperado, y eso no lo convertiria en un idiota, sino en un infeliz...

Agustin Acevedo Kanopa said...

Ja, el tipo pasó de ser un idiota a un infeliz.
A veces es preferible el veneno al antídoto.

Anonymous said...

Un pulover con cuello de camisa es un invento revolucionario porque planchar una camisa es una tarea sumamente ingrata. Se ve que vos no tenés que planchar.

Agustin Acevedo Kanopa said...

De hecho, yo no tengo que planchar porque hace más de un año que opté por usar la ropa arrugada.
Algunos piensan que soy desprolijo, otros que soy un visionario.

benito said...

He leído varios idas y vueltas sobre el tema de los hipsters y, sinceramente, me parece que es una cosa bastante importada como preocupación en relación a Montevideo. Claro que hay elementos en común, pero muchas veces eso es un prejuicio reductor.

Hace un rato estaba hablando con una amiga argentina -que está bastante horrorizada por lo poseur de la escena bonaerense y que estuvo unos días en Montevideo- y estaba impresionada por lo divertida y auténtica que le pareció la movida en Montevideo. Al menos en el entorno del CCC (Centro Cultural Ciudadela y Canelones).

Y yo nunca definiría a La Ronda, bastión del capricho modernista y no pre-moderno, como un sitio de hipsters. Cheto, eventualmente, cool, sin dudas, pero choto y vigilante, nunca.

Agustin Acevedo Kanopa said...

No sé, si uno ve el flickr de las fiestas de Compass en BsAs, toda la idea del hipsterdom resulta bastante cercana al modelo estadounidense, por lo que la cosa no me parecería tan lejana.
En todo caso, lo que me preocupa es el conocido efecto de Buenos Aires se estornuda, Montevideo se engripa aunque tengo algunas fichas puestas en que la falta de glamour congénito y auténticas carencias materiales y poblacionales terminen por jugarnos a nuestro favor (las mismas razones que se pueden esgrimir con respecto a las escenas musicales).

Con respecto a La ronda, a mí siempre me resultó demasiaado cool, sobre todo en lo que respecta a las minas.
Igual, esto lo dice alguien cuyos bares favoritos son La bastilla y el Buena Onda -boliche geronte, si los hay.
Me interesa el Clash City Rockers, mi hermana prácticamente me quiere llevar arrastrando ahí, algún día le daré una visita.

Stephanie Biscomb said...

Los hipsters no existen. Son un grupo de personas que pueden - o no - ser hipsters pero que la gente que no se considera hipster los encasilla. ¿Por qué? Porque así quien acusa de hipster no es hipster. Es como decir "¿Quién se cagó?" cuando el que se tiró el pedo fue uno. Básicamente, son posers y los bien under, los 're heavy, re jodidos', los identifican como tales. Es la típica dinámica.

Dicho eso, puede que yo sea hipster. Siempre fui media poser (pero con carisma, ¿ta?).

Recién volví de Buenos Aires y recién pude entender el comentario sobre las zapatillas Pony. Aparentemente, son el último grito de la moda de los - oh casualidad - amantes de la Bond Street.

Agustin Acevedo Kanopa said...

Es que, desde el librito, eso es lo más jodido de los hipsters, no son una entidad, son más bien un síntoma, algo permanentemente flotante.

A mi siempre me gustó la Bond Street, pero no lo identificaba en una estética propiamente camp y kitsch -como me puedo imaginar de los championes Pony-, sino más pseudo dark.
Cuando vaya veré a ver si las cosas cambiaron tanto.

Anonymous said...

No podría estar más de acuerdo en que esas construcciones modernas desentonan completamente con el paisaje montevideano. En vez de hoteles de lujo deberían construir más conventillos. Y en vez de plantar palmeras, un árbol de telo tropical, deberían plantar plátanos, uno de nuestros árboles autóctonos (que además promueve la industria nacional de los barbijos). Habría que proponerle estas ideas al Pepe que es la pata popular del Frente. Incluso habría que recomendarle que lea tu blog, Agus.

Walter Hego said...

Agustín: Vuelvo a dejarte acá un comentario que inicialmente hice en mi blog.

Al final, la bajada de Two-lane blacktop se aceleró bastante y demoró menos de un día.

Eso sí, te aviso para que no te claves: la película que descarga ese torrent está grabada de la televisión (del canal A&E, para ser preciso). Con cortes publicitarios incluidos, pa pior. Y la calidad de la imagen y el sonido es una cagada.

Vos ves.

Lucía said...

cual es el bar buena onda?? me re suena...
ah y platanos no! que en esta epoca nos llenamos de esa peluza imunda que tiene...

Lucía said...

si mal no recuerdo el bar bueno onda esta o estaba en la rambla de carrasco, pasando el club nautico...

Agustin Acevedo Kanopa said...

La dirección exacta del bar Buena onda no la sabemos, pero el fino y yo sabemos cómo llegar (generalmente vamos luego de jornadas fotográficas).
Queda en una paralela a Fernandez Crespo, nosotros solemos ir caminando por debajo de los puentes que cortan al centro pasando Paysandú. Si seguis todo derecho, llegás.
Es casi como el camino del Stalker, la línea recta no siempre es el camino más corto.

Otros bares míticos: El Andorra, el -ya muerto- Bar Celta, El Once -con su distintivo olor a meo- y, posiblemente el más deprimente de todos, el Ponte Blanco.
Ah, y El Maipo, q.e.p.d.

Duroc said...

Un bar de nostalgia que ya no está con nosotros. Yo era un crío de 13 años y mi vieja como otras de mis amigos nos tenían terminantemente prohibido pisarlo(hubo dos tiroteos famosos y un lío con dos trolas de antología una vez, según mal no recuerdo). Para mí uno de los últimos bares " de códigos western" que yo haya visto. Ahí donde atendía el Yubert, donde el ñoba era un agujero nomás, ahí donde pedías cartas para jugar y Yubert el cantinero te replicaba: "caña"?. Jeje, "The surfers" el último gran bar de Malvín (Yacó casi Rbla rep de Chile), muriendo en una época clave, esa cuando gran parte de los edificios de P. Risso más representativos sobre la Rambla estaban en su punto final de construcción, y los obreros que con sus manos los construyeron paraban ahí. Unas copas, cartas y a la casa, para Casavalle, Ituzaingó, Borro, Marconi, Peñarol, Punta de Rieles, you name it, pero lejos de su "entorno laboral".

Una pregunta: el bar "Hollywood" sigue estando? Siguen con su "milanesa obrera"? Mis concurrencias por esos lares son cada vez menores, y no por desgracia.

Saludos.

Duroc said...

Me olvidaba... ¡qué nombre de la puta madre! (por ubicación, carisma, concurrentes y surrealismo): "The surfers".

Walter Hego said...

Agustín: Si la bajás igual, decime qué te pareció, porque yo empecé a verla y la borré a la mierda.

Agustin Acevedo Kanopa said...

El Hollywood sigue estando, y de hecho, fui allá no hace mucho.
Esta última visita tiene una anécdota en particular: luego de leer algunos trabajos míos en el día internacional de la poesía fuimos con María, mi suegra y el fino a tomar unas cervezas en plan de festejo, y cuando estamos por la segunda ronda, escuchamos un escobazo del cantinero, y cuando veo, me encuentro con una rata, no muerta, pero en un k.o. contundente. El tipo agarra la escoba y la barre con fuerza a la calle. El fino y yo intentamos ocultarle el incidente a las mujeres, pero nos es imposible. Luego de terminar esa ronda, salimos a buscar el auto y ahí nos encontramos al cadáver de la rata aplastado por una rueda de automóvil, con todo su contenido visceral para afuera, como quien aprieta una morcilla, viendo como la pasta se escapa por la piel.

Un aspecto interesante a indagar con criterios derrideanos es cómo el término BAR cambia automáticamente lo in del establecimiento en caso de ser usado como prefijo o sufijo. En Pocitos hay un ejemplo claro: el Bar El tranquilo -boliche de viejos y oxidado si los hubo- devenido en El tranquilo Bar, boliche mucho más cuidado y cheto, que concentra gente joven, tanto como veteranos.

walter:
Todavía no la baje, en cuanto lo haga se lo comento -tengo pensada verla con un amigo fanático de James Taylor-

Brunomilan said...

Mi hermano fue hace poco a Buenos Aires y paro con otra gente en un bar en un costado de la ruta. No se bien como era la onda, parece que era un bar medio de motoqueros, un ambiente medio hardcore y repulsivo llenos de botellas de cerveza rotas en el suelo. Cuando se les acerco el mozo mi hermano pidio una coca, el tipo le dijo "Una coca?, te sentis bien pibe?". Me mate de risa por unos cuantos minutos...

Diego Estin Geymonat said...

¿Y cuál es el drama en valorizar la felicidad? Si uno es feliz, ya está (y ni siquiera tengo que citar a Fromm)...
El psicoanálisis es un método de investigación valiosísimo, pero es eso, o al menos para eso fue creado. Y hoy en día, no se puede negar que es también un negocio, en el buen sentido de la palabra. Diga lo que diga el discurso psicoanalítico, el analista es un proveedor de un servicio, y el analizado es un cliente. ¿Horroriza ver algo como el psicoanálisis así? Puede ser, pero sólo si nos olvidamos que el psicoanálisis es una cosa de burgueses y para burgueses. El propio Freud buscaba tranquilizar su conciencia acerca del alto costo del análisis y de la imposibilidad de las clases populares de acceder al mismo, diciendo que, como en una suerte de "compensación natural" (o cultural, si se quiere), los pobres tienden a ser menos neuróticos que los ricos.

Diego Estin Geymonat said...

No te olvides de la lógica autorreferencial del dueño del Bar Hollywood.

benito said...

El Hollywood sigue teniendo las mejores picadas -si uno se toma un whisky- de Montevideo. No voy muy seguido pero no tuve problemas con roedores (no como en el coqueto Valerio de Pocitos, donde las ratas jugaban carreras sobre los tirantes), y cualquier bar que haya merecido una canción de Mandrake tiene que tener algo bueno.

El Tranquilo es una buena prueba de que no todo progreso es algo bueno.

La Bond Street está arruinada por la saturación de pelotudos y de emos -perdón por la redundancia-, pero a pocas cuadras está esta otra galería similar -en Talcahuano y Santa Fe-, que todavía se parece a lo que fue alguna vez la Bond.

El Clash, tanto el nuevo como el viejo, es una especie de revival de Juntacadáveres, algo que no me atrevo a decir que sea bueno. Pero puede ser que yo esté muy viejo.

El bar más mitologizado por la cultura rockera en Montevideo es el desaparecido Periplo, donde cuanto más te querían peor te atendían. Un bar de músicos y artistas, en cierta forma similar a La Ronda, pero más popular.

Y hablando de La Ronda, vuelvo a disentir; mis amigas habitués se morirían de la risa de pensar que son vistas de afuera como "demasiado cool" -aunque alguna de ellas lo sea-, pero tal vez sea una impresión porque es un bar de charla, no de levante -como sí lo es el BluZZ a la vuelta-, y en este aspecto yo he visto encuentros dignos de las mejores épocas del Sorocabana. Hay una cierta confusión de La Ronda como boliche caro -que lo es- y boliche que exige gastar mucho para estar allí, que no lo es.

Agustin Acevedo Kanopa said...

Benito:
Esto lo extraigo de un antiguo post mío, pero viene al caso:
En mis cortas vacaciones en Punta del Diablo, tuve la suerte de asistir a un toque de Mandrake Wolf, con quien charlé un rato, una vez terminado el mismo. Es ahí que, acompañados por una tormenta que se venía con todo, le digo “bien por sacar a la luz a bares como el Hollywood”, frente a lo que él me responde “bueno, habría que ver si hay que sacarlos a la luz o enterrarlos para siempre”. La respuesta me sorprendió, ya que precisamente pensaba que debía haber algo de explícita nostalgia o añoranza vinculada a tal bar.
De cierto modo retoma la discusión que venía llevando con astllr, y que me posiciona como un tipo patológicamente nostálgico -tengo franco miedo de lo que será de mi cuando tenga cincuenta-, pero la charla no se acabó ahí.
La conversación terminó desembocando en una selección de los bares más venidos a menos de Montevideo, entre ellos los fenecidos Bar Celta y Maipo, el Andorra y El Once. Eventualmente le sugiero el Ponte Blanco y ahí Mandrake salta diciendo “pará, pará con ese. Cuando uno termina en el Ponte Blanco ya no le queda nada que esperar de la vida”. Si cada bar es una tregua, el Ponte Blanco es el fin de toda esperanza. Son de esas lucideces que pasan con gente como el Mandrake.
Concuerdo con lo de El tranquilo bar, exactamente igual a mi posición sobre Anrejó bar, que un momento supo albergar a gente de la talla de Borges y Cortázar.
Al Periplo nunca llegué a ir, pero también me contaron bastante.

brunomilan:
La versión invertida de aquella anécdota es un compañero de liceo, que a sus dieciséis llegó a un boliche (creo que era Pepe Cuervo) y le pide al barman con impostada hombría "dame lo más fuerte que tengas". El tipo se va detrás de la barra, tarda unos minutos y llega con un vaso lleno hasta el tope. El compañero de liceo agarra el vaso e intenta un fondo blanco que se interrumpe por tos, y escupidas. El tipo está casi en el piso, y no para de escupir y hacer arcadas. Me acerco al barman y le pregunto qué le dio y el tipo me responde con extraña lucidez:
"Kerosene"

deg:
Esto podría derivar en una charla completamente absurda, pero prefiero infinitamente el sentimiento de creación, epifanía o victoria (con todo lo bueno y malo que puede estar asociado a aquello) al de felicidad.
(Sí, ya sé, por medio de la victoria o la creación se puede acceder a la felicidad).
Creo que en realidad a lo que apunto es más a que no compro mucho la felicidad vista como un estado de armonía, primero porque dura demasiado poco, y segundo porque tiende a coagular las cosas.
El psicoanálisis es un negocio de burgueses, pero no quita que su enfoque podría ser más arriesgado, o más liberador.

Diego Estin Geymonat said...

...para quien pueda pagarlo.

Brunomilan said...

La abandonaste demasiado pronto a "In Treatment", ademas de que las historias estaban muy interesantes casi al final de la serie hay una serie de reflexiones acerca de la validez del psicoanalisis, si lo que cura es la terapia o el vinculo emocional que se puede crear entre terapeuta-paciente y otras cosas mas.

Agustin Acevedo Kanopa said...

deg:
Igual, no descuentes que hay servicios gratuitos de psicología (la clínica de la Unión, el servicio de acompañamiento terapéutico, etc.), aunque personalmente creo que el clásico formato de diván tiene su sentido con la clase media, media-alta. Con grupos humanos de condiciones extremas, el psicoanálisis de librito me da la impresión que no tiene tanto efecto, ahí va más el encuadre móvil, y algo no tan volcado a la introspección.

brunomilan:
Bueno, justo un grupo de taller de mi facultad hizo un trabajo de ética utilizando dicho programa, y justamente mostró un capítulo -creo que es justo ese que decís- en el que el psicólogo tiene una sesión con su coordinadora, discutiendo sobre aspectos de la cura, etc. como bien decís.
Desde lo que va siendo mi experiencia, creo que la cura (si es que existe tal cosa) depende más que cualquier otra cosa del vínculo que se da entre el psicólogo y paciente.

Anonymous said...

los fugs son buenisimos. en realidad usa tiene toda una tradicion de freaks muy interesante.

aca donde vivo hay un bar muuy cool donde te cobran la birra tres veces mas que en cualquier lado. pero la entrada es gratis y nadie te obliga a consumir nada. por lo que se puede ver tanto chicas bien como punks reventados. eso es interesante en un punto.

H said...

La otra galeria es la Quinta Avenida. A mi entender esta igual de arruinada que la bond street, quizas porque vi como todos los locales se iban yendo de a poco. La unica ventaja es que hay menos pelotudos y gente mal vestida por metro cuadrado.

A mi La Ronda no me parece caro si tengo que comparar con lo que gasto acá cuando salgo. Me parece caro si montevideo, es una realidad. Una visita al ta ta es fundirse. Tampoco lo creo un lugar cheto. Me hace acordar a ciertos bares de San Telmo antes que lo convirtieran en tierra de hostels y parrillas al carbon. Y el que esta a la vuelta un poco, bastante, al Marquee. Cheto en todo caso era el circulo que llenaba El Dorado o La Ideal si bien La Ideal, como BigOne, termianron convirtiendose en lugares super asperos.

A mi me gusta la noche de Montevideo, tiene el poder de sociabilizacion y aire sexuado, que por supuesto no tiene que derivar en un todos contra todos, como para tener ganas de salir a la noche despues de un largo largo dia.

Ahora bien, como me decia Benito el mismo viernes pasado: cuanto va a durar? No se sabe.

Esos cambios son significativos, de repente un dia las cosas ya no estan más y a veces cuando todo esta por decaer, se deja de ir.

Lo unico que seria bueno es que al contrario de lo que sucede en Buenos Aires, Montevideo no se estetice a tal punto que suplante el deseo y el placer por el parecer ser.

Anonymous said...

una de ortelli "hoy ser sonico es que una cancion suene ante todo bien en mp3"

que tipo mas boludo. la juventud sonica de fines de los 80s y principios de los 90s era totalmente fetichista del vinilo. les importaba un carajo los cds.

Agustin Acevedo Kanopa said...

helena:
Bueno, en Montevideo hay muy especificos boliches (bastante exclusivos) donde se ve un poco de ese orden de sensualidad sin sexualidad, aunque no tienen un tono hip y cool desde una estetica mas propiamente indie -onda Compass-, sino que esta mas enfocados a un entorno garca-empresarial-náutico, con esos tipos que convierten sus IPhones en prótesis de su disfunción eréctil, acompañados de minas esculturales a las que muy posiblemente las dejen en su casa ni bien termine la fiesta.
En pocas palabras, puro simulacro.
(Estoy pensando en un boliche llamado Lotus)
Más allá de lo apocalíptico de mi post -la misma forma que tengo de escribir me lleva un poco a sobredimensionar líricamente las cosas-, mantengo una cierta confianza en que el perfil frígido que se intenta importar va a terminar siendo traicionado por la falta de glamour congénita del uruguayo en general, así también como cuestiones poblacionales y económicas -quiérase o no, no hay tanta gente con guita como en Buenos Aires.
Eso si, de todo es emprendimiento van a quedar algunos feos andamios, como todo lo que pasa por acá.

amb:
Una de las mejores anécdotas que escuché de los Fugs, es una que dice que -no me la acuerdo muy bien, capaz que me equivoco en un dato- Tuli Kupferberg, pensando suicidarse, una noche se arrojó del puente de Brooklin. El tipo sobrevivió, nadó hasta la orilla, se tomó el subterráneo -todo mojado- y se hecho a dormir como si no hubiese pasado nada.
PD: Habría que hacer un blog que se dedique exclusivamente a citar pelotudeces de Ortelli

Stephanie Biscomb said...

La Ronda, creanlo o no, lo conocí hace poco y me fascinó. No por los precios, ni por la ubicación (en realidad me queda un tanto lejos) ni por la calidad de lo que sirven (aunque los masticables le dan mil vueltas a cualquier otra cosa parecida o no).

Es más un tema de justamente lo que alguien decía por ahí: no es un bar de levante, es un bar de charla, charla con paredes que todavía no sé si son rojas o rosadas, mesas chiquitas donde siempre encontrás un lugar y (por alguna razón extraña) no te molesta la cercanía con los demás.

Además, pasan música que no pasan en ningún otro lugar. Gran plus.

La noche en Montevideo se divide en un montón de casilleros diferentes, cosa que termina dándole una diversidad aparentemente imposible debido a la poca gente que hay. Cada lugar que vas es un mundito de gente diferente y eso, por lo menos para mí, es buenísimo.

Lotus es un boliche raro, ideal para observar a la gente. Además, es como que los públicos o grupos que se encuentran ahí van cambiando con las horas. Te encontrás con los gatos de 40 vestidas con mini-faldas símil pollerita de liceo alrededor de la medianoche, los empresarios porta-iPhones a la 1, los pendejos cuyas noches ya son 'increíbles' con sólo haber podido entrar a eso de las 2, etc.

Es como un mundillo surreal, donde los baños tienen espejos para que te mires mientras hacés pis y afuera te espera una planchita para volver a plancharte el pelo y, dependiendo del sponsor de turno, cremas bronceadoras por las dudas que no hayas tomado sol el fin de semana pasado (???), maquillaje por si se te corrió la pintura, perfumes, etc.

Parezco una nenita anonadada y creo que sí, que las pocas veces que voy a Lotus voy así, como una nenita anonadada. (Sí, he ido a Lotus, el cliché aumenta.)

Anonymous said...

Ojo yo no niego que en Montevido existan lugares de guita, no tengo esa vision de la ciudad, jamas la tuve. Conozco todo lo que hay del lado de Pocitos y el shopping, pero como señalas esos lugares son un paralelo con otros que aca tambien existen que van desde Pacha, que nunca consiguio ser un club a pesar de clubland, o mint o lo que sea.

En cambio lugares como La Roda habia muchos, muchisimos, para elegir. En el centro, san telmo, palermo (antes de penguin y la invasion del turiso mas reaccionario que es el paralelo de los que iba a miami desde aca)y demas lugares de la periferia. Uno podia ir al marquee, arlequines o virarse a lugares mas estetas como el dorado o la cigale. Tenian mas reviente en amerki o ave porco y rock duro en cemento. Habia una variedad en donde el publico era intercambiable y la pertenencia no pasaba por la estupidez de compass, avantt o estar o no felices. La pertenencia era querer divertirse y se trascendia, no se pensaba. No habia boludos distanciandose del placer para posar en la camara.

Ese hueco esta vacio. No lo llena compass, no le llegan ni a los talones a lo que era lo noche hace 6 años atras y encima tiene el line up de radio kabul y creen que descubrieron europa

Bueno estoy un poco harta, yo me compraria un barco y me iria todos los viernes a la ronda a charlar con tusixx y esperar que aparezca Deutsch. Esas cosas de llegar a un bar y que ya este la mesa en donde podes sentarte, bueno eso es lo que no sucede aca.

Voy a ser sincera, Montevideo no me ofrece nada nuevo, no me da nada que no este ya registrado en mi memoria y eso no esta mal. No todo es correr detras del nuevo conejo del rock o la novedad del indie. Eso es una estupidez, lo que si da es un alivio, un respiro, algo tan simple como poder hablar, que este todo bien.

Aparte hay menos gente con calzas, a dios gracias, gracias a dios!!! Ese complejo de profesor de gimnasia me tiene harta tambien!!

Anonymous said...

Helena, pero que te venís a hacer la superada. Te querés hacer la diferente y sos tan o más histérica que las otras porteñas. Además se te nota que sos una reventada. Todo el tiempo quejándote de todo y complicandote por todo. Es evidente que no te aguanta nadie y no te coje ni el loro.

Duroc said...

Qué cosa extraña me pasó en este blog... El otro día entré acá y me encontré mencionando términos como Casavalle, Ituzaingó, Marconi, Borro, Bar Hollywood y su "milanesa obrera"...

Días después, al volver, leo un paneo de la noche rioplatense con cosas -lugares hot o cool- como "Lotus", "Pacha", "Clubland", "Mint", chiqueros comparados con "Fellini" (Barcelona) o "Pigalle Rock Party" (París). En fin, lugares rioplatenses donde los loquitos se creen cool, donde creen que el término "indie" los arropará.

Mucho frío, y yo ya me retiro. Como en botica, de todo.

Walter Hego said...

Uy, Dio, pintó la Envi con su eterna cara de orto y sus agresiones gratuitas.

Calculo que, como vio que en el blog de Daniela se le acababa el changüí (de hecho, ya se le acabó), decidió mudarse.

Lo dicho: uy, Dio.

Lucía said...
This comment has been removed by the author.
Lucía said...

Pah! Me enferma la gente asi! A ver envidiosa (port cierto te queda muy bien ese nick): Tan insegura te hizo sentir el post de helena que le tuviste que contestar atacando? Mas alla de que uno pueda estar de acuerdo o no con helena por lo menos su post es leible, el tuyo habrìa que eliminarlo directamente...

Anonymous said...

vos porque no tenés que lidiar con gente como Helena en vivo y en directo. no hay nada para envidiarle, es pura cáscara, por dentro está todo podrido

elneurotico said...

Hace un par de años leí los tomos de Historia de la Sensibilidad
en el Uruguay, por Barrán, y si, la muerte se repliega sobre el
núcleo familiar. o tal vez sea a la inversa. A pesar de lo que
decis sobre el encorsetamiento (a propósito de Sontag) hay cosas que tienen regularidades y son... objetivables. Yo creo que eso no significa necesariamente reducir algo fenoménico a un print.

En fin, la semana pasada tuve oportunidad (!) de ir a un sepelio y entierro. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan incómodo; en cierto momento intercambié miradas con un amigo y la risa se introdujo
obligándome a salir afuera a fumar un cigarrillo y reírme en paz.


Sobre el hipster.

un no, un nah, irónico, risible, pronunciado entre dientes,
desvaneciéndose como el humo...

Un hipster (tirando a camp ppsiblemente) es un culo gordo
pseudoburgués basado en esta horripilancia del devivirse tomándose en serio el no tomarse nada en serio. Tan aburrido como insípido.
De todas formas, si algo caracteriza al actual hipster es su
pretendido polimorfismo, y eso se agarra perfecto con lo que dice
Douglas Haddow. Con esto quiero decir que rasgos hipster (así
como rasgos neuróticos) tenemos (casi) todos.

Hace unos meses fui a ver autoramas y supersónicos y, llámenme prejuicioso, vi a un pibe con una remera que decía
indie=trendy... si, se ve que tienen una relación de proporcionalidad
directa (bah, tienen el signo que indica igualdad) sino no la estarías usando.

"The dancers are too self-aware to let themselves feel any form of liberation; they shuffle along, shrugging themselves into oblivion"... bueno, esto
no es patrimonio de los hipsters, y sino pregúntesele a todo buen
neurótico hijo de vecina.

Hacía mucho que no pasaba y leía un artículo entero (leer en la pc me desquicia). Tu artículo es de un interés antropológico fantástico. Lo leí sintiéndome ajeno sobre todo al hipster, pero han habido (hay) momentos en que he sido un perfecto trendy-boy.

Ama-gi said...

Agustín, no me contestaste en el post anterior. Aprovecho que Deg anda en la vuelta y les pregunto a los dos. ¿Que piensan de Bert Hellinger?

Agustin Acevedo Kanopa said...

neurótico:
Ojo, a mi también me ha pasado de verme en algunas fotos y pensar que no hay una diferencia -al menos fenotípicamente- abismal con respecto a estos engendros y yo (sobre todo por el detalle de los lentes de armazón negro y camisetas de bandas del género, o con alguna que otra referencia retro, como McGuiver o Mr.T.)
Más allá de eso, mi forma de ser apasionada -al nivel del ridículo, por momentos- me deja bastante lejos de ese terreno.

ama-gi:
De Bert Hellinger no te puedo decir mucho, sobre todo por no haber leído nada específico del tipo y que sus seguidores -y el mismo- agrupen tanta cantidad de corrientes/aproximaciones clínicas.
Ahora sí, con respecto a sus influencias:
-La sistémica es una corriente que puede ser tan interesante/efectiva como pelotuda/simplista. Hay de todo, y no sé que tal será el caso del centro Hellinger de Montevideo
-La gestalt es para la psicología lo que la New Age es para la música
-La bioenergética, a mi parecer, puede ser algo que funcione en lugares como Brasil, o mismos países africanos -donde tengo entendido se formó en parte el alemán-, pero que no lo veo de útil aplicación en uruguay -por lo menos, desde el punto de vista de la clase media clásica-, sobre todo por características propias de su poblacion (no por nada los únicos países donde el psicoanálisis es la corriente principal son Argentina, Francia y Uruguay, los países del tango -pez rabioso, dixit-).

Más que eso no te puedo decir

Anonymous said...

Benito y demás interesados en el tema,

con lo que voy a decir ahora, parte del misticismo del entrañable tema de Mandrake va a mermar:

Miriam entró a otro Hollywood, que a simple vista en el video, poco tiene que ver con el greloso pero querido local de Ejido y Uruguay.

Con Agustin hemos tratado de determinar el verdadero bar en donde se filmó el video, pero no hemos concluido nada. Yo tengo la teoría de que fue filmado en el difunto Celta (los exteriores del videoclip describen una escena que es mas del Cordon que del Centro), pero Agustin nunca se mostró muy convencido con tal elucubración.

Algo que probablemente muchos se hallan dado cuenta, es que invirtiendo el orden de cualquier bar y su nombre correspondiente, el establecimiento pasa a estar automáticamente "en onda". Por ejemplo, si yo compro el Bar Pepa, y de ahora en más lo llamo Pepa Bar, las posibilidades de que el lugar se me llene de clientes Pimba! aumenta rotundamente. Está el conocido ejemplo del Tranquilo, el del Anrejó (qepd por 2da vez), el Periplo y hasta el condenable Cimarrón.

Ah, y el bar mas deplorable de todos los tiempos, es y será el Nueva Picada, en Av. Italia y Comercio, un sucucho con mugre, y en una zona lánguida de la ciudad. Visítenlo...

Agustin Acevedo Kanopa said...

Ojo, fino, que Mandrake cuando compuso Miriam entró al Hollywood, de hecho estaba pensando en ese bar. Supongo que no se pudo filmar en el mismo porque pedían plata, o porque al tipo encargado -que, como bien dijo DEG, maneja una extraña lógica autorreferencial- no le pintó.

Ja, sobre los análisis cuasi-semiológicos del orden de los prefijos o sufijos BAR ya estuve hablando en esta misma sección de comentarios.

Me había olvidado del bar Nueva Picada, un bar que tan graciosa, como oscuramente suelo equivocarme al llamarlo Nueva Picana.

Uno en donde tuvimos momentos memorables -entre ellos apostar a que una mina que me gustaba (que estaba borracha) terminaba o no apretando con un douchebag- es El mirador Rosado, con esos viejos que nunca te cedían la mesa de pool y ese vino de lija que se te quedaba tatuado en las encías.

Otro que más que bar es parrillada, y que no tiene que ser obviado es el Nuevo Modelo, si no me equivoco en Julio Herrera, cerca de la UTU y Obes -la molleja-no-venenosa más barata que hay por la vuelta.

Diego Estin Geymonat said...

Hellboy? Es un buen tipo, aunque no le gusta el helado de chocolate.

Anonymous said...

es de muy mal gusto no contestar los agravios

Gege said...

Kanopa, querido ¿puedo hacerle un pedido?. Sería tan amable de publicar una versión PDF de cada articulo en el post del original.

Sería realmente muy útil para personas que como yo los leemos en la cama impresos sobre papel.

Gracias Kanopa.

Agustin Acevedo Kanopa said...

mr. wolf
Esta buena la idea.
Esto sin sarcasmo: el otro dia se me habia ocurrido hacer una version en mp3 de mi post, un poco para experimentar un poco con otros registros que te brinda la web, otro poco para alguna gente que ya me ha dicho que le vendria bien este formato para poder procesarlos mientras esta laburando.

Se que no es lo mismo que el pdf, y que en cierto modo pierde algo de riqueza por linx, etc,pero acá, si te sirve, te dejo la version en word:
http://www.zshare.net/download/5058742763176808/

Colifloressecas said...

Y, luego de más tiempo del esperado, terminé el post.

Creo que me quedo con la frase sobre como la grisura de Montevideo tiene que ver con las revistas en blanco y negro que recibían los arquitectos.

Algo que se me ha dado de un tiempo a esta parte es pensar en la identidad de las ciudades. No solo arquitectónica, pero también arquitectónica.

Hace poco le comenté a Amadeo que Lima, aunque me encanta, me parece una ciudad esquizofrénica. Aunque tal vez ese sea uno de los motivos por los que me encanta.

Estuve pocas horas en Montevideo, hace ya más de dos años. Estaba tan nervioso de perderme y no llegar de vuelta al barco que lo único que hice fue caminar ida y vuelta por la 18 de julio (y comprarme un disco de La Hermana Menor y uno de Buenos Muchachos, y una novela de Levrero).

Pero de ese tiempo me quedó : eso de "una Buenos Aires chiquita" no es tan acertado. Montevideo es otra cosa. Espero regresar a averiguar qué.

Anonymous said...

No sabés como nos enorgullece tu interés, Manzanilla. Sólo una cosita, acá no se dice la 18 de julio, sino 18 de julio. Va sin el LA adelante, a diferencia de la 9 de julio que sí lleva el LA previo.

Agustin Acevedo Kanopa said...

En una hora y media te compraste un libro de Levrero y un disco de la Hermana Menor y otro de Buenos Muchachos.
Eso es lo que llamo una hora y media bien aprovechada.

En una entrevista a Rebella y Stoll, me acuerdo que habian comentado que no estaban de acuerdo con que Montevideo sea un "Buenos Aires Unplugged".
Creo que los tipos tienen mucha razon. Son ciudades diferentes, incluso desde sus semejanzas.

Agustin Acevedo Kanopa said...

Es interesante eso sobre el articulo antes de 18 de julio, porque es verdad.
los articulos tambien hablan de como los paises y personas sienten a su entorno. El clásico ejemplo de esto es los franceses, que se refieren al mar como "la mar". Otra que se me ocurre, es la sangre italiana, que es masculina.
En cierto modo la diferencia de 18 de julio versa un poco sobre la figuracion que yo me hago de Buenos Aires y Montevideo. Buenos Aires, con su 9 de Julio, siempre me la imagine femenina, en cambio a Montevideo siempre lo vi como masculino.

Anonymous said...

No estoy de acuerdo con tu teoría. Si fuera masculino tendría artículo EL. Sin embargo, 18 no lleva ningún artículo. Un claro símbolo de una ciudad asexuada.

Colifloressecas said...

¡No fue una hora y media! Fueron varias horas. Lo que toma llegar en el primer Eladia Isabel (tipo 6 am) y salir en el de la tarde (2 pm, si no me falla la memoria).

También vi la avenida vacía y la avenida llena. Y a todo el mundo con el termo de mate en la mano.

Y me comí un chivito.

Ciudad Asexuada. Como para poner en afiches a distribuir entre la comunidad Amish ;D

Colifloressecas said...

En todo caso, ¿cuál es más cercana a Montevideo, la Santa María de Onetti, o la París de Levrero?

Agustin Acevedo Kanopa said...

A mi Montevideo no me parece una ciudad asexuada, neurótica sí, asexuada, no (en donde las llamadas del carnaval aparecen como un verdadero sintoma contenido durante todo el año)

con respecto al genero de nuestra avenida,
claro que nadie dice "vamos por el 18 de julio", pero Dieciocho -como solemos llamar a la avenida, ni siquiera le encajamos el mes- suena netamente masculino.

manzanilla:
En donde te comiste el chivito?

Agustin Acevedo Kanopa said...

Con respecto a la Santa Maria de Onetti -de Levrero no lei tanto para tener una opinion formada al respecto- rescato lo que dijo en una entrevista:

"Santa María no existe más allá de mis libros. Si existiera realmente, si pudiera vivir o viviera allá, inventaría una ciudad que se llamara Montevideo".

Colifloressecas said...

Pude ser que me lo esté inventando completamente, pero "El Palacio del Chivito" me suena...

Te diría que estaba en 18 de julio, pero sería redundante.

De lo que sí me arrepiento es de no haber comprado una revista musical. Salía la carátula de "Raro" como portada. Pero ya estaba terminando mi viaje, y siempre me vuelvo medio neurótico con la plata al final de los viajes.

¿Será que todas las ciudades pueden definirse por alguna enfermedad mental?

Lima, la Esquizofrénica.
Montevideo, la Neurótica.

Anonymous said...

Montevideo, La Neurótica. Entonces que dejamos para Buenos Aires?

Colifloressecas said...

Delirius tremens

;)

Duroc said...

"Santa María" es Monumental. Yo tengo imágenes de ella. A mí me llegó mucho su final en "Dejemos hablar al viento" a cargo del Colorado (véase "La casa en la arena" por más sobre el personaje pre-desarrollado), ese libro que me compré de rebote en una feria callejera de Barcelona a 1 euro, el precio se lo puse yo mismo recuerdo... Increíble). Pero una imágen que ha quedado como crecido en mí es la del final de "La vida breve": la plaza, los disfraces, el golpe que no pinta, y el Brausen marchando con la chica a su lado. Igual va cambiando, pero hace un tiempo considerable que tengo esa imágen clarísima.

Personalmente, según mi humilde visión de Onetti, Santa María es una ciudad que sí existe, y se encuentra entre Montevideo y Buenos Aires... Eso sí, de otro tiempo, como de otros señores.

"Y me comí un chivito".

Anonymous said...

Jaja, delirius tremens para Buenos Aires...

Me hace acordar al libro "Delirious New York", de Rem Koolhaas. En el libro, el tipo se apoya en el frenesí inmobiliario y la absurda y conocida carrera de los rascacielos para pintar a Nueva York como una ciudad esquizofrénica y posteriormente lobotomizada.

Buenos Aires y San Pablo son buenos ejemplos de algo parecido, en donde extrañamente los efectos son similares, teniendo en cuenta la obvia distancia entre las respectivas realidades culturales y económicas.

Esquizofrénica, lobotomizada o delirante, a mi Buenos Aires me parece fascinante. Claro, desde mis ojos de turista...

Agustin Acevedo Kanopa said...

el fino:
En ese sentido, Punta del Este se podría considerar una auténtico balneario esquizofrénico

duroc:
De las novelas que leí, posiblemente mi favorita de Onetti -bueno, quizás después de El pozo, que en realidad sería como una nouvelle- sea La vida breve, incluso más que El astillero.
A mi siempre me quedó una cosa que me había dicho mi abuela y un viejo amigo del escritor, que, aunque nunca lo haya dicho, Santa María tiene muchísimo de Juan Lacaze.
Mi parte favorita de El pozo -y posiblemente de la literatura uruguaya en general- es cuando Linacero levanta a su esposa y la hace caminar una y otra vez por la intersección entre La rambla y Eduardo Acevedo, pensando que iba a volver a sentir algo que existio entre ellos dos.
Siempre que paso por ahí me detengo un poco y trato de pensar en qué lugar Linacero la estaba viendo, caminando torpemente con unos tacones, empujada por el viento.

Brunomilan said...

Aproveche una oferta de la feria del libro local y me compre "Dejemos hablar al viento" de Onetti, algun comentario al respecto antes de que lo lea no se...dentro...de 3 meses mas o menos

benito said...

A mí también siempre me pareció Montevideo como una ciudad masculina y B.A. como femenina. Montevideo es la ciudad más neurótica y (mal) reprimida que conozco. B.A. es histérica, maníaca depresiva y emocionalmente inestable, pero compararlas es comparar merluzas y delfines; son dos cosas diferentes. Montevideo es una capital y una ciudad grande, pero no es una metrópolis como Buenos Aires, que en realidad es casi un conglomerado de ciudades. Puede ser triste para los uruguayos, pero Montevideo nunca deja de ser una especie de Cleveland o Baltimore y B.A. siempre fue una New York (que como quienes conocen ambas ciudades saben, es muy parecida), una L.A.

No digo que sea mejor o peor; a medida que me hago más viejo, cada vez me atrae más el carácter limitado de Montevideo. Pero para mí siempre fue una provincia, lo cual no me parece nada deshonroso.

Onetti siempre me pareció un adecuado traductor de cierto pathos montevideano, pero nunca un buen descriptor de la ciudad (de hecho, Benedetti es mucho mejor en ese aspecto), y por lo tanto Santa María podría ser cualquier cosa. Onetti para mí siempre fue, más que nada, un poeta en prosa o un escritor muy abstracto, por lo cual las descripciones o el flujo narrativo nunca fueron su fuerte. Todos sus personajes masculinos son el mismo hombre, todas sus personajes femeninas son la misma idea abstracta y la ciudad es siempre la misma, pero no es Santa María ni Montevideo, sino un estado de ánimo.

La definición de Montevideo -en realidad de los uruguayos- como "argentinos unplugged" es de Rodrigo Fresán, y, coincido con Stoll y Rebella recordando haber hablado sobre esa figura con ellos, es una gansada. Entre otras cosas en la naturaleza de la metáfora, porque una canción puede ser la misma en versión unplugged, pero un instrumento no es el mismo si es eléctrico o acústico. Una guitarra eléctrica es un instrumento más bien melódico y una guitarra acústica (folk) es casi un instrumento percutivo. Yo creo que los uruguayos son argentinos del este, de frontera, pero no "unplugged" ni ninguna huevada de ingenio fácil de Fresán. (hay que ver cómo se enojan casi todos los uruguayos cuando yo digo que soy un argentino oriental o algo así).

Por último: le sumo a tu enumeración de corrientes dudosas de la psicología la psicomagia de Jodorowsky. Es más new age y supersticiosa que la parte más mística del gestalt, pero al parecer funciona. A tu colega Ivan K lo tiene fascinado.

Yo, sin ofender a la carrera y siendo un admirador ferviente de la obra de Freud y, especialmente, Jung, en realidad nunca compartí mucho esa distinción entre corrientes psicológicas científicas y corrientes psicológicas espirituales o místicas. Para mí la psiquiatría -en buena parte una simple acumulación de conocimientos químicos- tiene sí características de ciencia, pero la psicología no deja de ser una serie de rituales filosóficos con lenguaje científico. No lo digo para desvalorizarla, al contrario, pero soy consciente de su carácter sustitutivo de la confesión cristiana y los augurios paganos en versión laica.

Duroc said...

"A mi siempre me quedó una cosa que me había dicho mi abuela y un viejo amigo del escritor, que, aunque nunca lo haya dicho, Santa María tiene muchísimo de Juan Lacaze".

Yo le comenté que desde mi humilde óptica esto:

"Personalmente, según mi humilde visión de la obra de Onetti, Santa María es una ciudad que sí existe, y se encuentra entre Montevideo y Buenos Aires... Eso sí, de otro tiempo, como de otros señores".

Juan Lacaze... Redondeando: Su abuela y su amigo saben de lo que hablan, sin dudas, pero quizá habría que agregarle (imagínelo con el tono de voz de un Don Alfredo Zitarrosa): "Eso sí, de otro tiempo, como de otros señores".

Qué imagen esa la del Brausen con la mujer... la despertaba y todo, la preparaba para verla subir la calle. Gran imagen esa, como las manos del basquetbolista de "Los adioses", como la Gertrudis echada en la cama con una sola teta mientras suena "La Queca" de fondo... En fin, da pa mucho... un saludo cordial y "Dejemos hablar al viento".

Anonymous said...

No tengo mucho tiempo de visitar blogs y comentar ahora que tengo trabajo, sin embargo no puedo dejar de opinar sobre un tema del que evidentemente conozco más que uds. Me sorprende que las diferencias entre uruguayos y argentinos siga siendo tema de debate. Y me sigue sorprendiendo que gente que supuestamente se jacta de no ser ignorante hable de "argentinos" como si un porteño fuera igual a un jujeño o a un rionegrino y de "uruguayos" como si un salteño fuera igual a un maragato o a un montevideano.

A lo que voy, Montevideo es una capital de provincia porque Uruguay no dejó nunca de ser una provincia argentina, mal que les pese a los uruguayos que tienen un tremendo complejo de enano, del cual no se percatan, aunque es evidente para el resto del mundo.
Es lógico, considerando estas circunstancias, que Montevideo sea una ciudad neurótica y acomplejada.

Colifloressecas said...

Cuando pregunté a que ciudad se parecía más Montevideo, me refería más a algo como lo que dice Benito, al "pathos" de la ciudad, a la sensación que da.

Porque Santa María me suena más parecida a Piura, la ciudad donde crecí, que a Montevideo, si hablamos de forma.

Pero lo que siento cuando leo sobre Santa María es diferente a lo que percibo cuando llego a Piura.

Y a lo mejor se parece un poco más a lo que se siente en Montevideo.

Colifloressecas said...

Me parece, Candelaria, que aquí todos coincidimos en lo que tú dices: que cada ciudad tiene una manera diferente de ser.

Y que comparar a Buenos Aires con Montevideo solamente da en el mismo sentido en que se les puede comparar con Lima o Quito o Santiago.

Stephanie Biscomb said...

Acerca del género de las ciudades...

¿No será que Montevideo nos suena masculino porque termina en 'o' y Buenos Aires femenino porque una vez supo llamarse "Nuestra Señora del Buen Aire"?

Siempre pensé que Montevideo era nene y Buenos Aires nena por esa razón.

Agustin Acevedo Kanopa said...

benito:
Siempre mantengo que la psicología va a tomar nuevos y mejores rumbos cuando se la comience a considerar un arte, mas que una ciencia.
De Jodorowsky no se demasiado, apenas vi El topo y leí algún artículo de y sobre él.
Igual, posturas ya bastantes místicas como la de Jung tienen una pasión y dignidad propia que me resulta mucho mas valedera que la gestalt, una corriente que en sus comienzos era interesante, pero que con el tiempo se convirtio en un pastiche de ideas afanadas al psicoanálisis, el esoterismo, psicodrama y técnicas corporales. La gestalt se ha convertido en esa fea psicologia, esa que aparece en Buen día uruguay, übergenchi, que no tiene riesgos, esa de la que leen y te comentan veteranas con mucho tiempo de sobra.
Siguiendo con las metáforas musicales,
La gestalt es para la psicología lo que la New Age es para la música, la psicologia profunda de Jung vendría a ser la psicodelia.

candelaria:
Si lees el post entero, vas a ver que despotrico bastante contra ese sentimiento de inferioridad que mencionás

manzanilla y sal y duroc:
Y esta es bastante polémica:
Qué me dicen del Montevideo de Lautreamont?

Duroc said...

Estimado... desde mi parte creo que si comienzo a hablarle de Lautréamont no termino más, y no sé si da al respecto, pero la gran imágen puede ser la de la figura en el cielo de París (?) al final de Los Cantos, con la Place Vendôme como zénit. Eso es maravilloso. Bah, maravilloso es poco... Isidore Ducasse, qué jugador... ese que destruyendo realzó mucho más su personaje, ese que no quería dejar rastros de biografía. Y no sé si lo logró.

Lautreámont... "El otro en Montevideo". L' autre à Mont... Tengamos en cuenta el OTRO del simbolismo, el OTRO rescatado del período neo-platónico, el pre-surrealismo? Verlaine, Rimbaud y por qué no hasta Mallarmé y su "cible".

Lautreámont puede ser Montevideo, pero es mucho más, París. No sé por qué me recuerda en la Ile St Louis un edificio, un hotel, por el Quai d`Anjou, que tiene como placa algo así: "Aquí vivió Baudelaire, Theophile Gauthier, Nerval (y otros nombres excelentes que no recuerdo, Delacroix creo era uno...) en el "club de hashish", pero eso era para turistas de turno... Lo más creepy era el tema del Charles con la disectación y estudio de reptiles y conceptos de alquimia muy raros. Lindo edificio.

Anonymous said...

Duroc: ¡Qué datos! Lo de los reptiles y Baudelaire. : 0. Muy bueno, muy bueno el nuevo blog. Lautreamont... ¿Has hecho alguna reseña sobre él? Me dejaste enganchada. Che, en una buena: escribís muy rápido. Un velocímetro por favor.

Agustín: Considerar a la psicología como Arte quizás ocurra cuando el Imperio Freudiano le deje lugar a la Galaxia Jungiana en los papeles. Tenés mucha razón con el tema de la Gestalt. Unos CUENTEROS.

Saludos. Muy buen post, extenso pero con mucha calidad.

Colifloressecas said...

Todavía no he leído a Lautremont...

En parte por mi regla-nunca-escrita de tratar de no leer traducciones.

Anonymous said...

Yo, si pudiera, me casaría con Lautreámont.

Anonymous said...

¡Obama, Obama!

Anonymous said...

¡Osama, Osama!

Anonymous said...

entre tanto sigo leyendolo.un placer reconocerlo señor agustin... seria un honor para mi que usted comentara algo sobre mi modesto blog. un saludo y viva la pared blanca de aquella cirugia. gracias. adios.

Anonymous said...

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Anonymous said...

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