Slavko Alexis dijo una vez: "Constipado o no, los años de Mao albergan muchas más posibilidades con el drenaje que en estos días de pavimento y lavadores perniciosos". Tal como el lo querría, acá les llega la nueva cartelera de películas. Grande, Slavko Alexis.
Gonorrea 12 y van contando(****)
Cinco hombres. Un destino. Una pasión. Cuando Yoli Ramírez presentó su libreto a Columbia pictures estos lo calificaron de subversivo, destinándolo como varias otras obras del ribosómico pero genialmente hipertenso director mexico-ucraniano, tales como “Tú, no, el otro, ¿Hoy?” y “Gunther o los cinco viajes del pan integral”. Tardarían quince años para que Orion films subvencionara este pretencioso emprendimiento que planea heleáticamente entre la dicotomía que todos nos enfrentamos alguna vez en nuestras vidas, entre la leche y los lápices Faber Castell. Como si esto fuera poco, Yoli trasladó la película a su Ucrania natal pero en el año 2012, donde puerco espines motorizados luchan por sus derechos cívicos para que les sea igualmente permitido que a los humanos la adopción de niños por parejas homosexuales.
Por fuera, el film parece ser un mero y común documental sobre prótesis de orejas, muy por dentro, detrás de su dermis intelectual y cartesiana se esconde el horror, la concupiscencia y los crímenes políticamente correctos a los que tienen que enfrentarse diariamente cinco bomberos adictos a la leche. La película hila fino entre sus obsesiones y nos catapulta al ominoso microcosmos del swinging london y la recomposición sardónica del hibris contenido en el alma de estos bomberos que esperan como magma ardiente atrapados entre las placas tectónicas de un poder dogmático que los constriñe en forma del discurso heterosexual dominante. Todo se descalabra orwellianamente, o como preferimos llamarlo los del viejo mundo, “Weiverggessen”, cuando Tulipo Popoi Rubí, y Dalai López Osezno, encuentran en un cartón de leche una epifánica foto de un dedo humano en estado de descomposición, supuestamente secuestrado por terroristas belgas en desacuerdo con los propósitos cívicos de los puerco espines. No tardan en darse cuenta de que el dedo índice fotografiado pertenece al Tetto Medina, el cual si bien no aparece en el film es interpretado exquisitamente al mejor estilo art noir por el incomprendido Mario Baracus. No tardará en plasmarse la distintiva plástica que caracteriza las películas de Yoli, al combinar la luz tenue de los prostíbulos mormones con la actividad frenética y desinvestida de los metros jamaiquinos. Al final le falta punch, o en términos más académicos, le pokié, pero sin duda le hace justicia a la desgarradoramente polifónica perversión zoofílica de Yoli. Sublime.
Motoqueando o (Espíritus en tu axila) (*** 1/2)
Gulliver Constanzo trabaja como ingeniero en construcción de varas, pero sueña con ser campeón de un deporte que por razones éticas y culinarias el director Pubis Leonard se negó a explicitar. La historia no se aleja de los musicales de cine sobre jardinería ochentosa, pero lo que nos deslumbra es la impecable imaginería visual de Clarence Perales, también conocido como Il timorato, hombre de gran trayectoria en el séptimo arte, capaz de conjugar la ira obvia de un tubérculo con la resiliencia de Keanu Reeves en dos simples tomas.
Desafiante adaptación cinematográfica del comercial de víboras a domicilio de Slavko Alexis, muy difundido en el ámbito underground de Tv ciudad.
Thursday, February 23, 2006
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1 comment:
Imposible esconder mi emocion ante la epifanica vuelta de un grande entre grandes del cine, Slavko Alexis. Ya lo dijo una vez Alfred Hitchcock: "...si he logrado ver mas alla que otros cineastas, es porque me he posado sobre los hombros de Slavko Alexis...". Si, asi de simple y directo fue el piola de Hitchcock, cuyo fanatismo por el art noir mesopotámico condujo su enfoque hacia filmes como "Gavlo, eso no es un tranvia" y "6 cosas por las que hoy me encuentro estriñdo". Ambas del punzante y epiléptico oriundo de Weimar, Olaf Krovotkin.
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